Tomelloso

Tonino Tarquini: «Hay vida más allá de un examen»

Nuestro psicólogo clínico analiza en esta entrevista el estrés académico

La Voz | Domingo, 5 de Mayo del 2024
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En las consultas de psicología en los últimos años ha habido un aumento significativo   de las demandas relacionadas con el estrés y en específico con el académico.

Aunque nuestras capacidades emocionales, cognitivas y físicas han evolucionado y siguen en constante estado de adaptación al medio, vivimos en un mundo en el cual todo va cada vez más rápido, todo es cada vez más fugaz, exigente y esto a veces nos sobrepasa. A nivel fisiológico cuando nuestro cerebro interpreta una situación como amenazante se pone en marcha el mecanismo de lucha y huida.

Como premisa y antes de adentrarnos en descifrar un poco más el concepto de estrés es conveniente remarcar que todos lo sufrimos, en mayor o menor medida. Los procesos de estrés se activan frente a demandas o exigencias ambientales distintas y heterogéneas. El estrés es sin lugar a dudas primario y necesario en todas las fases o hitos de un proceso vital como por ejemplo el aprendizaje, el crecimiento personal, profesional, académico etc.

La palabra estrés tiene su origen en la mecánica y se asociaba a principios del pasado siglo a la fuerza que puede soportar una determinada estructura física sujeta a una fuerza exterior. El estrés entonces se refiere a la tensión que sufre un objeto, y su origen etimológico se encuentra en el latín “stringere”, la palabra “stringere” traducida literalmente al español significa “estrujar” o “apretar”.

Solo en la segunda mitad del pasado siglo gracias al médico Hans Selye el término se introdujo en la medicina. Él mismo definió el estrés, en una de sus primeras publicaciones como un “síndrome de adaptación general”. Según Hans Selye el estrés es la forma en la cual un individuo responde frente a un desafío, ambiental, social, académico o simplemente más íntimo o personal.

De manera muy escueta y reduccionista pero correcta, podemos definir el estrés como la relación entre dos variables: Demandas Ambientales y Recursos propios de cada individuo. Si la relación entre las dos variables es positiva hay una adaptación adecuada, mientras si la relación es negativa hay un desequilibrio que produce una serie de consecuencias que vamos a detallar posteriormente.

El estrés o mejor dicho una exposición prolongada a la misma merma o afecta a diferentes funciones y capacidades biológicas, psicológicas y sociales entre las cuales podemos destacar:

Una evidente alteración de las capacidades amnésicas, falta de energía física y mental, sensación de agotamiento, reducción de las capacidades de focalización a nivel atencional, alteración del aparato digestivo como descomposición o estreñimiento,

jaqueca, contracturas musculares, apatías, desinterés generalizado, pérdida de deseo sexual, alteración de los ciclos circadianos etc. A todas estas posibles consecuencias no podemos olvidar los efectos o repercusiones que un estrés continuado e intenso puede tener en el sistema inmunológico de cada individuo. Bien documentados en la literatura científica se encuentra la relación entre exceso de estrés y desarrollo de determinadas patologías. La psiconeuroinmunología    es un campo de la psicología que se encarga de estudiar la relación que existe entre los procesos psicológicos, el sistema nervioso y el sistema inmunitario.

—¿Cuántos tipos de estrés existen?

Existen 4 tipos de situaciones o agentes estresores que alteran el estado de armonía y 

de equilibrio emocional, conductual o cognitivo de un sujeto. Los estresores puntuales, los estresores múltiples, los estresores cotidianos y los biológicos. De forma sencilla y esquemática.

Principalmente el estrés se divide en distrés o estrés negativo y eustrés conocido como estrés positivo.

El eustrés es un estado de homeostasis física, cognitiva y emocional que permite mantener un adecuado equilibrio entre los agentes estresores y las capacidades propias del individuo para afrontarlo

Cuando hablamos de distrés, es oportuno o conveniente hacer una especificación, entre el distrés por exceso de activación y el distrés por falta de activación. Las condiciones de distrés se generan y perpetúan en las condiciones de desequilibrio entre las capacidades y la demanda ambientales. 

Durante una fase de distrés y sobre todo por exceso de activación, se producen una serie de cambios fisiológicos, entre los cuales podemos señalar: dilatación pupilar, taquicardia, respiración pulmonar superficial, alteración en el sistema digestivo etc.

En esta fase en el torrente sanguíneo aumentan los niveles de glucosa, de adrenalina y noradrenalina, y de cortisol (la hormona del estrés), liberada por las glándulas suprarrenales. Una exposición dilatada frente a agentes estresores pone en marcha el sistema hipotálamo-hipófisis-adrenal, que contribuye entre otras cosas a retroalimentar el estado de activación psicofisiológico. 


—¿Cuáles son las fases del estrés?

—El estrés se compone de tres fases:

La fase de alerta, es la fase de la detección del estímulo estresor, conocida también como fase de reacción.  En esta fase se pone en marcha la respuesta adaptativa de lucha o huida. Con la consiguiente activación de los ejes fisiológicos de respuesta del sistema nervioso autónomo central, y la liberación o mayor secreción de adrenalina. 

La segunda fase es la fase de adaptación o mejor dicho de resistencia; se pone en marcha cuando la exposición al estimulo se alarga en el tiempo, es cuando el sistema parasimpático se pone en marcha buscando equilibrar la demanda del sistema nervioso simpático, con el fin de restablecer el equilibrio anterior al estímulo. En esta fase inicia la producción de cortisol, cuyos efectos a corto plazo son beneficiosos, pero a medio largo plazo comprometen la respuesta adaptativa de resistencia.

La tercera y última fase del estrés es la fase de agotamiento. Cuando se consuman los recursos físicos puestos en marcha para hacer frente al desajuste biológico y psicológico.  En la tercera fase el exceso de hormonas no sintetizadas adecuadamente en la fase anterior produce un impacto negativo en el bienestar del sujeto.

En esta fase es cuando se produce el debilitamiento del sistema inmunitario, con evidentes consecuencias orgánicas y psicológicas.

—¿Cómo Afecta el estrés a los estudiantes?

—Los entornos de aprendizaje académico han cambiado y siguen cambiando con mayor velocidad. Así que, a mayor demanda del entorno necesitamos de mayores capacidades adaptativas por parte de estudiantes y equipos docentes que sufren y aguantan o resisten por su parte la exposición al exceso de demanda.

Hoy en día los alumnos desde el instituto hasta etapas universitarias o como los que se preparan para una oposición sufren un sin fin de presiones internas, ambientales, sociales o cognitivas. El miedo al fracaso, la baja tolerancia a la frustración, la constante comparación, se han incrementado de forma no directamente proporcional a las capacidades de adaptación individuales.

Los estudiantes expuestos a estados de estrés prolongados suelen desarrollar entre otras cosas: problemas para mantener la concentración, una fácil irritabilidad, dificultad en memorizar y retener conceptos aprendidos, además de ansiedad.

—¿Qué aconseja a los estudiantes que experimentan estados de estrés?

—Hay diferentes técnicas y formas de enfrentarse a estados de estrés. No existe una ley o un protocolo universal, de enfrentamiento al estrés ya que cada persona es diferente.

La mayoría de las intervenciones psicológicas suelen centrarse en los factores antecedentes o desencadenantes y en las consecuencias producidas. Además, hay modelos que se centran en la intervención, los aspectos emocionales, y otros que centran la intervención en los aspectos fisiológicos o más puramente conductuales.

Una correcta higiene del sueño, es primordial, dormir no es tiempo perdido, más que de cantidad de horas, hablo de calidad de  sueño, un descanso  reparador es la piedra angular de cualquier tipo de intervención. Un adecuado descanso es muy importante también en los procesos de aprendizaje, ya que durante el sueño es cuando se refuerzan neuroredes relacionadas con el aprendizaje llevado a cabo anteriormente.  Además, es clave establecer unas rutinas diarias y generar hábitos funcionales, optimización de los tiempos etc.   

Planificar los horarios de estudio como los tiempos de desconexión. Aprender a optimizar y priorizar las necesidades. Saber diferenciar entre lo urgente y lo importante.

Mantener hábitos de comida saludable. Los estados de estrés se suelen asociar también a conductas alimentarias inapropiadas, como por ejemplo atracones o reducciones de cantidad o calidad.

Encontrar tiempo a lo largo del día para regenerarse, físicamente, cognitivamente y sobre emocionalmente. Compartir momentos con amigos o simplemente hacer algún tipo de actividad física, que nos permita reencontrar aquella homeostasis alterada sobre todo en la fase de adaptación (la fase 2 del estrés). Antes de caer víctima del agotamiento.

En algunas circunstancias suelo sugerir también llevar a cabo ejercicios de meditación o relajación con el fin de calmar la mente y encontrar aquella estabilidad emocional perdida.

Y por último, no menos importante, repito siempre: “Tomarse las cosas con filosofía”. Debemos recordar que, la percepción del estímulo estresor, es una interpretación subjetiva, relacionada con creencias a veces erróneas o ideas irracionales. Por esto no debemos generar perspectivas o expectativas demasiados altas.

Y cómo le repito a todos: Hay vida más allá de un examen.  

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