Carmen Ramírez, directora de Exportación de Vinícola de Tomelloso, muestra una especial habilidad para congeniar con los niños que visitan la bodega. “Guardemos silencio que el vino duerme, tiene que descansar para que luego esté mucho más rico”, les dice a los chavales que miran asombrados las filas de barricas, apiladas en una de las naves de la bodega
Hoy ha llegado un grupo de 55 alumnos del colegio Santo Tomás-La Milagrosa para conocer la vendimia en la bodega. Dos maestras, Diana Molinero y Carmen Quevedo, ponen orden en medio del bullicio del alumnado que disfruta de una divertida actividad fuera del aula. Son alumnos de segundo de primaria, de 6 y 7 años de edad a los que también ha recibido el presidente de la cooperativa, Fernando Villena. Nada más llegar, Carmen Ramírez, los lleva a la báscula por donde pasan los remolques para pesar la uva. Les propone que se suban a la báscula para que el ordenador de la instalación les diga cuanto pesan ellos mismos. La cifra es de 1.580 kilos, “mucho más pequeña que las grandes cargas que traen los socios de la cooperativa, con cargas que en su mayoría superan los 15.000 kilos”.
La siguiente estación de la visita es la pequeña parcela de viñedo emparrado de la bodega. Algunos niños preguntan por los rosales que están justo al inicio de esa pequeña viña. ¿Por qué pensáis que están aquí estos rosales”, pregunta Carmen y las respuestas no se hacen esperar; “para decorar”, dice alguien, pero no es un motivo decorativo lo que hace que los rosales estén ahí. “Hemos colocado ahí estás plantas porque los bichos que muchas veces atacan las plantas, prefieren atacar el rosal a la viña”.
Los escolares cruzan una enorme explanada para llegar a la nave donde reposan las barricas. “Teneis que entrar en silencio porque el vino duerme. Aquí descansa y envejece en estas barricas de roble para que luego esté mucho más bueno. Algunos vinos están aquí diez meses, otros 1 año o dos años…y después pasan a la botella”, explica la empleada de la Bodega que sigue contestando con paciencia y cercanía a las preguntas y observaciones que hacen los alumnos.
Llega el momento de ver como descarga un remolque. Antes de que se deslice la gran pasta de uvas saldrá el mosto por uno de los conductos del remolque. Sale un chorro granate, cuyo grosor poco a poco va disminuyendo. Por fin, el remolque se empina y descarga las uvas. Los chicos jalean su caída y cuando ven que no queda ninguna en el remolque, aplauden. Carmen les dice que la uva que han visto es de la variedad tempranillo. “Caen a una maquina despalilladora que les quitará todas las hojas y los palitos que trae la carga”.
La última parada es la más divertida. En una nave que contiene los grandes depósitos de acero inoxidable, el empleado más antiguo de la bodega, Pedro Correas, reparte mosto con un enorme jarro en los vasos de plástico que tienen los alumnos. Lo rodean por todas partes y les pide que se pongan en fila para organizar mucho mejor el reparto Mosto reciente, que también prueba el periodista y que está exquisito. Después del agradable refrigerio vuelta al autobús que espera fuera para volver al colegio. Ha sido una estupenda mañana de vendimia en directo.
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