Aran, vendimian, pastorean, hacen labores administrativas, emprenden…
Las mujeres tienen y han tenido un papel esencial en el desarrollo de los
trabajos agropecuarios y en el progreso del medio rural.
A lo largo de nuestra historia, las mujeres han formado parte activa del trabajo en el campo, el cual se solía alargar a las labores del hogar. Es decir, la jornada laboral no acababa cuando volvían de la viña o del melonar. Una vez en casa, comenzaban su segundo trabajo: el de los cuidados del hogar y de los hijos.
Aún así, solo el 42% de las mujeres que viven en el medio rural de Castilla- La
Mancha trabajan, según datos del II Foro Nacional de Mujeres Agroprofesionales.
Un 32% de ellas trabaja al frente de sus propias explotaciones, mientras que
solo el 4% forma parte de los órganos de decisión en el mundo cooperativo.
Esto arroja una realidad: las mujeres siguen siendo
minoría en el trabajo rural. No solo tienen que trabajar para hacerse un hueco
en un mundo generalmente masculino, sino que la mayoría de veces tienen que
lidiar con los estereotipos y las discriminaciones por su género.
Ya sean emprendedoras o trabajadoras, las mujeres son
el pasado, presente y futuro de nuestra región. Hoy, en el Día de las Mujeres
Rurales, hablamos con cuatro mujeres que se dedican al campo. Cuatro historias
distintas que merecen ser contadas.
Un trabajo para sobrevivir
Nancy Valdiviezo llegó a España, desde su Ecuador natal, en 2010. Estudió peluquería y empezó a trabajar en el campo en 2014, cuando conoció a su novio, que es propietario de viñas. Para ella, el campo es “un trabajo de supervivencia”. “Si me pudiera dedicar a un oficio por completo sería de lo mío”, cuenta. Los fines de semana se dedica a su trabajo de peluquera, algo que no es suficiente para llegar a un sueldo normal.
Nancy Valdiviezo.
Como muchas mujeres, Nancy solo trabaja estacionalmente en el campo,
generalmente en época de vendimia. Aún así, ha trabajado en un almacén de ajos
en Las Pedroñeras, al que volverá en noviembre. Ella vive una realidad presente
en el panorama rural: la temporalidad. En el mes de septiembre, esta aumentó un
1,1% en nuestra región, según datos del Servicio Público de Empleo Estatal.
Nancy
trabaja en el campo en época de vendimia.
Temporalidad y dureza. “Este trabajo es muy duro, como
puedes comprobar”, afirma Nancy. Pese a ello, destaca la valía de las mujeres a
la hora de hacer trabajos físicos: “Por ejemplo, estas tres mujeres con las que
trabajo llevan mucho tiempo en el campo y se tiran todo el año trabajando.
Podan y hacen todas las cosas igual que un hombre; no hay mucha diferencia”.
Aún así, explica que nunca ha sufrido discriminación de género por parte de sus
compañeros: “todos siempre me han tratado con mucho respeto”.
Un momento para que la mujer sea visible en el mundo
del campo
Mª Ángeles Rosado es natural de Pedro Muñoz, pero reside con su marido y sus hijos en Sayatón, un pequeño pueblo de unos 50 habitantes en la provincia de Guadalajara, donde ambos tienen una explotación de olivos ecológicos y de cereal. Se crió en una familia que se dedicaba a la agricultura y la ganadería y, tras estudiar Ciencias Políticas, volvió al pueblo para dedicarse al campo. “Cuando nos casamos empecé a llevar la parte administrativa e iba mucho al campo a labrar, a llevar el tractor y lo que hiciera falta”. Además, intenta conjugar sus estudios con su trabajo, formando parte del Comité Ejecutivo de Asaja de Cuenca y de la Comisión de Igualdad de Cooperativas Agroalimentarias.
Mª Ángeles Rosado. Foto cedida por la
propia Mª Ángeles.
Ella fue la primera mujer en pedir la Titularidad Compartida en Guadalajara. Desde que en 2011 se creara la Ley de Titularidad Compartida para que las mujeres fueran también titulares de las explotaciones agrarias con sus maridos, solo hay 447 mujeres inscritas en toda España; 130 en Castilla La-Mancha, según datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Sobre la escasez de titularidad, Mª Ángeles dice: “Yo cuando fui a pedir la titularidad compartida me costó darla de alta porque los funcionarios no tenían conocimiento de lo que era, imagínate ya la sociedad”. Además, expresa que sigue habiendo mucho desconocimiento de lo que es: “Yo he oído a agricultores decir ‘estas de la titularidad compartida son unas listas que ahora se quieren quedar con el tractor y con las tierras’ y eso no es así. Simplemente, el beneficio de las tierras se reparte al 50%, pero las propiedades no se alteran”.
Mª Ángeles labrando junto a su marido. Foto cedida por la propia Mª Ángeles.
Insta a que se aporten más beneficios a las mujeres para incentivarlas a que se den de alta: “Debe suponer verdaderos beneficios, porque muchas veces se limita a tener que pagar una seguridad social más, y se ve como un gasto”. Aún así, Mª Ángeles asegura que esta es una buena manera de empoderar a las mujeres en el sector y de hacerlas visibles en él: ”Si tú no eres titular de tu explotación, no eres legalmente propietaria de tu empresa y tampoco puedes ser socia de la cooperativa ni puedes estar en un consejo rector. Entonces, no puedes aportar tu talento como mujer al sector del que comes y del que vives”.
Una oportunidad para hacer lo que te gusta
27 años y con las cosas muy claras. Alba Marchante es una joven ganadera de Herencia que trabaja en una explotación familiar. Sus labores diarias van desde ordeñar, realizar labores administrativas y de contabilidad, hasta podar. Y está encantada. “Hay trabajos más cómodos, pero yo no puedo estar todo el día sentada en una oficina”, dice.
Alba
Marchante.
Se crió en ese ambiente, ya que su padre y su tío se
dedican toda la vida a ello y, aunque estudió un Grado Superior en Comercio,
decidió incorporarse para llevar también las labores de documentación de los
animales, que se hacen todas por ordenador. Según ella, “cuando a alguien le
digo a lo que me dedico, se extraña. Pero los comentarios que me hacen no son
negativos, son de asombro”.
Al preguntarle por las diferencias con los trabajos de sus amigos que no se dedican al campo, ríe: “Por ejemplo, este pasado puente. Mis amigos están pensando un mes o dos meses antes en qué van a hacer. Yo el puente ni me lo imagino”. Aunque confiesa que cuando baja la producción, sí que puede descansar unos cuantos días.
Alba se dedica diariamente a
los animales.
Según ella, lo peor de su trabajo es que “cuando un
día te encuentras mal, no tienes más remedio que venir. Eso, en un trabajo
cualquiera, llamas y dices que no puedes ir, pero yo no puedo hacer eso, porque
tengo una responsabilidad con los animales”. Aún así, “a pesar del sacrificio,
siempre encuentras la recompensa cuando un cordero nace”, expresa.
Una posibilidad de conciliación
Rosa Lucas es de Campo de Criptana. Dice orgullosa que es viticultora y estudiante, ya que compagina el trabajo en sus viñedos con el grado superior en vitivinicultura que está estudiando porque “me llama la atención, no solo la materia prima, también la elaboración”, dice. Una apasionada de la vid desde pequeña, ya que sus padres también se dedicaban al campo. Ahora, ella se hace cargo de las tierras, a lo que le ayudan sus hermanos y su pareja.
Rosa Lucas.
Quedamos con ella y con un equipo de Castilla La-Mancha Televisión en una de sus viñas. La televisión regional también tiene interés en conocer la historia de esta mujer tan emprendedora. A la hora de hablar de episodios machistas que ha tenido que soportar, Rosa explica una anécdota que le pasó hace unos meses: “quería poner placas solares y estuve preguntando sobre el tema a un técnico. En vez de mirarme a mí, le respondía a mi pareja”.
Rosa en sus viñedos.
Pese a estos momentos, a Rosa le compensa su trabajo, ya que, según dice, “como madre puedo compaginar mi vida familiar con la laboral”. Tiene más libertad en cuanto a horarios y, si algún día no puede dejar a su niño de 4 años con su abuela, se lo lleva al campo, algo de lo que él disfruta.
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Domingo, 5 de Mayo del 2024
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