La calle Don Víctor Peñasco estaba atestada de público. La meta se instaló a la altura del Paseo de Las Moreras y los ciclistas, que habíán salido de Albacete, aparecieron poco después del mediodía para disputar un emocionante sprint que se llevó un belga de nombre célebre, Eddy, pero no era el que algunos estarán pensando porque por esas fechas "El Canibal" ya había colgado la bicicleta. El vencedor fue Eddy Vahaerens que entró como un bólido y al que recordamos subido al podio, feliz, recibiendo el trofeo del entonces alcalde, Clemente Cuesta.

Fue un día grande porque por la tarde hubo un segundo sector. Una contrarreloj de 35 kilómetros Tomelloso-Campo de Criptana que ganó el abulense Ángel Arroyo, líder de un Reynolds donde ya empezaba a despuntar un jovencísimo, Perico Delgado. Arroyo ganó esa contrarreloj y se reafirmó como líder de la general, de hecho llegó a Madrid como ganador de la Vuelta. Sin embargo, el de Ávila dio positivo en un control antidopaje y los jueces de la carrera le acabaron relegando al puesto 13 de la general. De rebote, la Vuelta fue para otro grande del ciclismo español, Marino Lejarreta. 

No fue aquella, la primera ni la última vez que la Vuelta pasó por una ciudad que siempre vivió el ciclismo con gran pasión.