Gloria Camacho y Montserrat Cano, dos de las famosas “Extremis”,
presentaron el pasado viernes el libro “Guía del concursante extremo” en la
biblioteca Lope de Vega de Manzanares. Además, Gloria y Montserrat atendieron
amablemente a las preguntas del público que abarrotó el auditorio. Fue un acto
muy entretenido en el que las autoras mostraron desde el primer momento su
cercanía y complicidad con el respetable.
“Extremis” es el único equipo invicto de “Boom”, llegaron a
ganar 631.000 euros después de aguantar 116 programas. Gloria Camacho y
Montserrat Cano atendieron amablemente a Lanza y La Voz de Tomelloso antes de la
presentación del libro.
—¿De dónde sale la
idea de publicar un libro y que podemos encontrar en “Guía del concursante
extremo”?
Gloria Camacho:
Con el libro queríamos contar nuestra experiencia. Cuando vas a un concurso por
primera vez es como una fiesta. Todo es nuevo, todo llama la atención y estás
como en una nube. Cuando vuelves a concursar te das cuenta de que hay
circunstancias que se repiten y hay cosas que puedes aprovechar de uno para
otro. Así, hemos querido explicar esos consejos, esas pautas que pueden ayudar
a alguien, tanto a pasar un casting, como a organizarse a la hora de ir a
grabar. Hay cosas, como simplemente el vestuario, que tienen sus normas y es
bueno tenerlas en mente. Lo mejor, con respecto a la ropa, es llevarla
organizada para no tener que decidir lo que ponernos. En la “Guía del
concursante extremo” hay fundamentalmente consejos prácticos, aunque también
hay una parte más teórica.
Montserrat Cano: La
parte teórica de la que habla Gloria va más encaminada a explicar lo que es un
concurso cultural. Qué importancia tiene, hasta donde llega… Hay que distinguir
entre cultura y un concurso cultural de televisión. La cultura es una cosa y
saber responder curiosidades es otra. Evidentemente, si no tienes un poco de
cultura no respondes a nada, pero tampoco hay que pensar que somos personas
especialmente cultas o preparadas. Somos gente normal que nos gusta presumir de
los que sabemos, básicamente.
—En el libro, ustedes
transmiten a los futuros concursantes que, por encima de todo, se trata de un
juego y que si en el primer programa te eliminan, no pasa nada.
G.C.: No pasa ni
media, no te juegas nada. Siempre
digo que lo importante es disfrutarlo. Todo empieza en casa, tú estás en el
sofá, viendo y concurso y te dices “¡Oye, parece que contesto muchas preguntas
y que sé lo mismo que ellos!”. Eso hace que te animes a llamar al casting, lo pasas
y cuando llegas allí, al concurso, lo importante —insisto— es disfrutarlo de
verdad. Lo principal es no ponerte nervioso, concentrándote, por ejemplo, en
pensar “no me está viendo nadie, no estoy jugando por dinero…” Es decir,
intentar minimizar los nervios y las presiones que uno pueda tener a la hora de
enfrentarse a las cámaras o al público cuando lo hay.
M.C.: Pero, sobre
todo, hay que recordar que es un juego y tu vida profesional o tu valía
personal no tienen nada que ver con el concurso o con lo que se ve en él. Eso
es importante también para quitarle hierro a la responsabilidad. Lo hago mal,
bueno pues la partida te ha salida mal pero tu vida es otra cosa. Y quizá
también hay que recordar, a los que vamos mucho a los concursos, que la vida no
es un concurso.
—Es, por lo tanto, un
libro dirigido a los concursantes más que al público.
G.C.: A futuros
concursantes. Hay muchas curiosidades, mucha información que hemos recuperando.
A lo largo de nuestra participación en “Boom” hemos conseguido una batería muy
importante de apuntes que abarcan muchos temas. Hemos querido trasmitir esa
información que hemos sacado, por ejemplo, qué tipo de preguntas te pueden
caer. “Guía del concursante extremo” está dirigido al que tiene curiosidad por
saber como es un concurso y al que esté interesado en participar en uno.
M.C.: Muchas
personas por la calle nos lo han pedido… Por cierto, hay que decir que la gente
es extremadamente generosa con los concursantes, le parece bien todo lo que
hacemos. Pero muchas veces sí que nos dicen “yo nunca me atrevería, lo haría
pero no sé tanto como usted…” y eso es completamente falso. Todo el mundo que
tiene cierta curiosidad sabe cosas y lo que hemos intentado es, justamente eso,
animar al que lea el libro diciéndole “usted puede ir”. Simplemente con tener
una cultura general media, tenga curiosidad y le guste jugar al Trivial, puede
ir.
—¿De quién surgió la
idea del libro?
M.C.: En el
programa “Boom”, en el que hemos estado las cuatro juntas, había que llevar un
proyecto en caso de llevarte el bote. El nuestro era una editorial de mujeres
viajeras. No nos llevamos el bote y no lo pudimos hacer pero se nos quedó la
idea de que algo podíamos hacer.
—¿Les ha costado
mucho componer el libro?
G.C.: Salvando la
distancia de que estamos una a cada lado del mapa, no.
Hay que tener en cuenta que Montserrat Cano vive en La
Gomera, Cristina Morales en Vitoria, Amparo Bermejo es Valenciana y Gloria
Camacho es de Manzanares y vive en Madrid.
M.C.: Cada una hacíamos algo y gracias a las nuevas tecnologías lo hemos compartido.
—¿Fuera del concurso
sigue existiendo el grupo “Extremis”?
Las dos: Sí.
M.C: Para
siempre.
G.C.: Es un
apellido, estamos Gloria Extremis, Amparo Extremis, Montse Extremis y Cristina
Extremis.
M.C.: Fue una
experiencia muy fuerte. Realmente, nosotras nos conocimos en “Saber y Ganar”
que tiene de bueno que, aunque pierdas, puedes quedarte mucho tiempo y genera
muchas amistades. Pero la experiencia de “Boom”, estar concursando juntas más
de seis meses, ha creado lazos muy fuertes.
—¿Qué es lo mejor y
lo peor de los concursos de la tele?
M.C.: Lo bueno,
como ha dicho antes Gloria, es que es divertido. También es bueno porque conoces
gente parecida a ti. Además, eso que llamamos “cultura general” y que no se
rentabiliza en ningún sitio, sí lo puedes hacer en un concurso.
Y sí tú no quieres que tenga nada malo, no lo tiene. Te
puedes poner nervioso y no disfrutar, te puedes endiosar… Pero si no quieres
meter la pata contigo mismo, no tiene nada de malo, insisto.
G. C.: Lo
positivo es eso, que coincides con mucha
gente que tiene las mismas inquietudes, las mismas aficiones y gustos que tú.
Hay muchas más posibilidades de llevarte bien que mal. Lo malo, para mí, es el
cansancio, el compaginar el concurso con el trabajo fue agotador.
—¿Cómo se pasa de ser
cuatro mujeres normales, desconocidas a estar siempre en olor de multitud?
M.C.: Lo bueno es que seguimos siendo cuatro mujeres normales. La
gente es muy generosa, en cualquier otra actividad siempre te critican, pero
cuando participas en un concurso aunque lo hagas muy mal a todo el mundo le
parece que eres estupendo. Te toman en cuenta los aciertos y no los errores.
Vives la generosidad del público.
G.C.: El público
que ve este tipo de programas valora que haya una cierta cultura y siempre que
se acercan a ti lo hacen de manera muy amable y respetuosa.
—¿Cómo era una
jornada de concurso?
G.C.: De locura.
Mira, el domingo por la tarde, viaje de Madrid a Barcelona, en mi caso. Nos
encontrábamos en el hotel y allí poníamos en común lo que habíamos mirado
durante la semana. El lunes nos recogían, temprano, y a las ocho de la mañana
estábamos en el plató de “Boom”, maquillaje, peluquería… Por la mañana se
graban dos programas, tras una pausa muy corta para comer, otros dos programas
por la tarde. Tras más de doce horas de grabación, vuelta al hotel y al día
siguiente, el martes, lo mismo. El miércoles de madrugada, vuelta a Madrid y de
la estación del AVE al instituto a trabajar.
M.C.: Yo como no
trabajaba tenía más suerte pero me cruzaba la Península de Barcelona a Lisboa.
Cristina se mataba a hacer guardias para tener días libres y Amparo lo tenía un
poco más libre.
—¿Y la familia cómo
lo llevaba?
Las dos: (Se
ríen) Muy bien.
G.C.: Tengo cinco
sobrinos y un niño con cuatro años. Cuando fui al primer concurso, a
“Pasapalabra” uno de mis sobrinos, que tenía entonces dos años, se sorprendía
de que estuviese a la vez en el salón de casa y en la tele. O mi sobrino
Roberto pensaba que me había comprado el Wanda Metropolitano con lo que había
ganado en “Boom”.
M.C.: Como mis
hijos están fuera, uno en Tailandia y otro en Inglaterra y la familia de mi
marido en Portugal, se pasaban la vida buscando en internet para verme… La
familia ha sido el gran apoyo de todos.
G.C.: Mi madre,
por ejemplo, me ha ayudado mucho con el peque. Que, por cierto, ya me dijo
Tomás el otro día que sí volvía a ir a un concurso me iba a echar mucho de
menos.
—¿Qué recuerdan en
especial de su paso por los concursos?
M.C.: Yo creo que
recordamos más los disparates.
G.C.: Yo recuerdo
a los filósofos griegos de las narices.
M.C.: Y a da
Vinci, que nos la jugaba siempre.
G.C.: Teníamos
una serie de personajes en la lista negra, Leonardo era uno de ellos. Goya
también nos la jugaba.
M.C.: Y luego,
los errores garrafales. A mí, que vivo medio año en Lisboa, me preguntan qué de
qué color son los tranvías de esa ciudad… y lo digo mal. Yo me acuerdo más de
los errores estos.
Ambas cuentan que había preguntas que les parecían tan
buenas que las apuntaban. Cuando caía alguna de las que sospechaban era un
gustazo. Una cuestionaba que de quién es la silueta del logo de la NBA y acertaron
la respuesta por haberla preparado antes.
—¿Se plantean
participar en otro concurso? ¿Hay algún programa del extranjero que les
gustaría que se emitiese en España para participar en él?
M.C.: Me gustaría
que se volviese al formato aquel de doble o nada. Sé que nunca iría a
“Pasapalabra” porque aunque manejo las palabras no tengo la rapidez suficiente.
Hay concursos que son para uno y otros no. No sé de concursos del extranjero,
pero cuando estuve en Italia vi el “Boom” de allí y pensamos que hacer un
intercambio estaría bien.
G.C.: Me hubiera
gustado participar en “Atrapa un millón”, hicimos el casting mi marido y yo,
pero no nos cogieron.
—¿Creen que hay
muchos programas de concursos?
M.C.: Ni muchos ni pocos, creo que eso es una cuestión de lo que el
público demande. Y, particularmente, prefiero que esa demanda sea de concursos
culturales que de otro tipo de cosas. Esto no es alta cultura pero sienta las
bases para que la gente sea curiosa.
G.C.: Ha habido
épocas en las que no había nada. Ahora no está mal el número de concursos que
hay.
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Viernes, 25 de Abril del 2025
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