Opinión

Setenta años no son nada

Fermín Gassol Peco | Miércoles, 7 de Agosto del 2019
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Hoy te han caído los setenta amigo mío, sí, a ver si te convences, me decía hace unas horas. Setenta “tacos” que suponen la friolera de veinticinco mil quinientos ochenta y dos días de vida y me remito a este periodo de tiempo porque el secreto de cumplir años está en hacerlo día tras día, que es en la cotidianidad donde realmente se demuestra el hecho de estar vivo. 

Confieso que este cambio de década me pilla algo descolocado; convertirme en setentón cuando aún soy capaz de vivir a pleno rendimiento, aunque me canse con más frecuencia, me produce cierta esquizofrenia existencial, si bien es verdad que una cosa es clara: Los setenta años de hoy ya no son los de mil novecientos cuarenta y nueve. No hay más que ver la cantidad de septuagenarios y no digamos septuagenarias que mantienen un tono vital de extraordinario nivel; la dieta, actividad física, condiciones de vida, avances sanitarios, la estética en el vestir, el dinamismo de las comunicaciones, hacen que quienes llegamos a esta edad lo hagamos, salvo excepciones por causas propias o ajenas, en unas condiciones más que aceptables. Es la consecuencia de vivir en una civilización de cierto bienestar.

Desde luego que celebrar cualquier cumpleaños siempre es agradable y motivo de agradecimiento a los padres por haber dado la vida y en mi caso, como en el de millones de seres humanos a Dios, Creador de todas las cosas, visibles e invisibles. Y en un aspecto más prosaico y positivo porque cumplir años supone algo así como un certificado de estar vivo. 

Llegado a estas alturas de la vida, la sensación que al menos a mí me invade, es la del deber cumplido, profesional y personalmente hablando. Estar gozando de la jubilación, y de una familia unida, con una mujer a la que quiero y con tres hijos sanos trabajando y que allá para Navidades se verá ampliada con dos nietos mellizos, ¡menudo regalazo!. 

Recurriendo a un símil financiero, no en vano he pasado buena parte de mi vida trabajando en este campo, la vida es una cuenta de crédito. En mi caso como en el de muchísimas personas ya he aportado el setenta por ciento de la inversión; espero que no existan demasiadas dificultades para que ese generoso banco llamado futuro me conceda el resto y en buenas condiciones. Y ahora que los intereses andan bajos, espero devolverla sin demasiadas dificultades

Como verán este artículo no lo es al uso; disculparán que hoy haya escrito sobre mi persona; la razón de fondo es puramente psicológica, convencerme de que realmente he cumplido setenta años, que afín de cuentas no son nada.

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