Revista

Vicente Espinosa, un tomellosero entre los últimos de Filipinas (II)

Tras contar el tortuoso viaje, el protagonista de la historia narra las vivencias de la cruda guerra

Carlos Moreno | Martes, 17 de Septiembre del 2019
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Les ofrecemos hoy la segunda entrega  de la historia de Vicente Espinosa Jareño, el tomellosero que estuvo entre los últimos de Filipinas. Son las historias de un valeroso guerrero  que dejó escritas en un diario al que ha tenido acceso La Voz de Tomelloso. Ello ha sido posible gracias a la gentileza de su nieto Julián Espinosa, muy interesado en que la gente conozca el histórico episodio que vivió su antepasado. Si en la primera entrega, Vicente contaba el tortuoso viaje que le llevó a los últimos confines del imperio español, en esta segunda se centra ya en los horrores de  la cruda guerra. El enemigo aparece y, en consecuencia, las penalidades aumentan.

“Salimos con cuatro horas de camino y llegamas a San Miguel de Mayunro donde nos recibieron muy bien. Al día siguiente teníamos que salir al monte en busca de los insurrectos. Partimos a las cuatro de la mañana, estuvimos de marcha hasta las doce que pudimos llegar hasta las trincheras y en quince minutos de fuego desalojamos al enemigo de sus posesiones. Inmediatamente nos abrimos para el pueblo y eran las 2 de la tarde cuando en medio del bosque escuchamos la música y gritos de “Viva España. Eran los curas y los principales del pueblo que nos llevaban comida. En este pueblo estuvimos tres días, dándonos la comida y sirviéndonos la mesa los frailes”.

Sigue contando Vicente Espinosa en su diarios los siguientes movimientos que realizaron las tropas hispanas. “Salimos para San Isidro donde permanecimos dos días más para descansar. Salimos para San Fernando de la Pampanga con dos días de camino parando por Cabian, Arayat y México en San Fernando. En este pueblo permanecimos cuatro días para descansar ya que teníamos que continuar para la provincia de Batán”.

“Salimos para Balanga con cinco días de camino pasando por Bacolor, Florida Blanca, Dinalepijang Hermosa y Orami. Llegamos enfermos casi todos. Paramos cuatro días y dicen que tenemos que marchar para Olonga, pero llegamos a este pueblo con cuatro días de camino, pueblo de la playa. Al poco rato dicen que los insurrectos están en un pueblo del que se han llevado todo y han empalado al cura. Salimos en un vaporcito hasta el pueblo, al que llegamos a las dos de la noche, hora en la que atacamos el pueblo de Morang, quedando por amos del pueblo”.

Fuego cruzado, prisioneros y muertes

El relato de Vicente Espinosa se va endureciendo con la llegada de los terribles combates. “Aquella hora le pegamos fuego y nos retiramos al vapor, donde permanecimos hasta el día siguiente. A las 7 de la mañana salimos para un pueblo al que llegamos a las 10, un pueblo llamado Baga donde no sabían que había cazadores, puesto que se marcharon al monte asustados todos. En este pueblo de Baga permanecimos 4 días sin pan ni galletas”.

“El dia primero de enero del 97 salimos para Morany que estaba ocupado por el enemigo. Teníamos que marchar por tierra y antes de llegar encontramos al enemigo. Cruzamos fuego y nos hicieron un muerto y dos heridos,  por su parte fueron vistos cuatro muertos. En busca de esta partida estuvimos  hasta el día 5 que tuvimos fuego, haciéndoles cuatro prisioneros, los cuales sabían donde estaba la partida principal e inmediatamente fueron fusilados dos, dejando los restantes para guías”.

“El día 6 continuamos la marcha, que no había más camino que un río, pasando todo el día de camino. El día 7 continuamos hasta las diez de la mañana que encontramos las trincheras. Empezamos el fuego en una cuesta donde teníamos que subir a gato. Como la guerrilla  marchaba los dos días en vanguardia, fuimos los primeros en subir, no quedando nada más que tres de los compañeros míos de los que íbamos juntos, quedando los demás muertos y heridos. Hubo veinte bajas en la compañía, entre muertos y heridos”.

En el hospital

“Bendito sea el 7 de enero, que nunca se me olvidará y a los dos compañeros que todos sacamos averías de las balas enemigas. Me destrozaron el fusil y una bala que me rompió el sombrero. En este fuego hicimos 8 prisioneros, los cuales fueron fusilados. Allí permanecimos hasta el día siguiente para marchar al pueblo donde estábamos destinados y en el que permanecimos cuatro días. Después salimos para Orami, donde permanecimos hasta que el capitán se presentó voluntario para las operaciones de Cavite”.

“A mi llegada a Orami yo estaba enfermo, con todas estas fatalidades nos marchamos a Manila, donde me llevaron al Hospital a reconocimiento. El médico no me dejó marchar más, y esa fue la salvación de mi vida. Estuve 6 días en cama y luego me quedé de practicante en Manila”.

Todavía nos queda la tercera y última entrega de las andanzas de Vicente Espinosa en las Islas Filipinas.


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