Opinión

La desdicha de un pueblo

Manuel Sánchez Patón | Jueves, 17 de Octubre del 2019
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La proclamada operación Manantial de Paz ordenada por un caudillo iluminado (Recep Taiyip Erdogan, jefe del Estado turco) está condenando al destierro a cientos de miles de kurdos del norte de Siria, cobrándose los primeros muertos a consecuencia de los bombardeos. Con el pretexto de interponer una zona tapón (mecanismo de seguridad es el tecnicismo argüido) a lo largo de los 480 kilómetros de la frontera turco-siria, con 30 kilómetros de ancho, Ankara busca la exclusión del PKK (Partido de los Trabajadores Kurdos, que EE.UU y la UE catalogan como grupo terrorista) y de paso, reubicar alrededor de dos millones de refugiados de la inacabable guerra siria (de los 3,6 millones estacionados en Turquía gracias a los acuerdos de 2016 con la UE por el montante de 6.000 millones de euros)

Desde luego que muchos son los intereses que confluyen en esta zona de Oriente Próximo, siendo Turquía uno de sus principales actores. La lucha contra el terrorismo esconde la debilidad de un gigante con los pies de barro, azuzado por la crisis económica, el descontento social y el afianzamiento de los partidos de la oposición. El Gobierno de Erdogan (del islamista AKP, Partido de la Justicia y el Desarrollo) aspira al control de amplios territorios del oeste del Eúfrates para minar cotas de autogobierno kurdo que considera inasumibles, ganando enteros como potencia regional frente a la enemiga Siria, pero también frente a Rusia e Irán (aliados del Gobierno sirio de Al Assad)

La resurrección del califato

La retirada de Estados Unidos, hasta ahora socio de las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS, coalición kurdo-árabe) en su lucha contra el Estado Islámico, no solamente deja expedito el terreno a las Fuerzas Armadas Turcas y a sus aliados de la oposición siria, sino que está permitiendo la recomposición de células dormidas del califato. La pasmosa ausencia, hasta hace muy poco, de la UE en el conflicto (enmendada torpemente con una declaración de rechazo a la invasión turca y con la amenaza, poco probable de consumarse, de bloquear la venta de tecnología y armamento a Ankara), unido a la tibieza de Irán y Rusia a la ofensiva turca, han allanado el camino a una escalada bélica de imprevisibles consecuencias.

El reciente pacto entre el Gobierno sirio y la Administración del Norte y Este de Siria, liderada por partidos y milicias kurdas, representa una importante inyección de moral para la reconquista de las primeras plazas usurpadas por la demoledora maquinaria de guerra turca.

No puede comprenderse la derrota y repliegue del Estado Islámico sin el concurso de las milicias kurdas, con una participación sobresaliente de las mujeres. Sin las FDS no habría sido posible. Por eso, la retirada de las tropas estadounidenses ha dejado desasistida a la resistencia kurda. Peor que eso, ha sido la falta de respuesta de la ONU, la OTAN, la UE, Rusia e Irán. 

Por otra parte, los campamentos de prisioneros yihadistas y sus familias – custodiados hasta ahora por guardas kurdos -  se han convertido en un polvorín, al bajar la vigilancia de las unidades de las FDS ante el empeoramiento de la situación. De hecho, ya han tenido lugar las primeras escaramuzas del Estado Islámico en este nuevo escenario de la guerra siria.

Con tantos frentes abiertos e intereses cruzados en Siria, hay quien dice que aquí se ha gestado ya la Tercera Guerra Mundial.

Rojava

Las YPG (Unidades de Protección Popular), las YPJ (Unidades Femeninas de Protección), las HPG (Fuerzas de Defensa Popular, brazo armado del PKK) luchan por la supervivencia del pueblo kurdo, fragmentado en cinco estados, víctima de políticas de arabización. Algunas de estas guerrillas han puesto en práctica un ensayo revolucionario en Rojava (provincia del norte de Siria afectada por los bombardeos y ataques de artillería perpetrados por mercenarios y terroristas al servicio de Erdogan) que pivota sobre tres ejes; el rechazo al estado-nación, la participación de las mujeres en todos los ámbitos de la vida comunitaria (incluyendo la política) y el ecologismo. Toman como forma de organización la autogestión, remedando en cierta forma las colectivizaciones de inspiración anarquista. Una rara avis en una región poco propicia a este tipo de experiencias, dada la existencia de un fuerte orden patriarcal y un conservadurismo de tintes sectarios.

¿Qué decir de la historia desdichada del pueblo kurdo? Pues que probablemente estemos hablando de un genocidio que hunde sus raíces tras acabar la Primera Guerra Mundial. Cada cierto tiempo, este pueblo indoeuropeo, de rasgos linguísticos y culturales muy marcados, se ve sacudido por las ambiciones territoriales de un puñado de estados en una de las regiones más inestables del globo. Ya tocaba.

¿Dónde estás, mundo?

¿Dónde estás, Europa?


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