“El Ciego, clavados en el techo sus ojos de espejo sin azogue
y sin desarrimarse de la estufilla que le calentaba el ángulo bien
abierto de sus piernas, agradeció la confianza de la permanente, y se propuso
atacar por el flanco de un teniente de alcalde, antiguo frecuentador del
gremio, dicharachero y vividor, al que no se le caerían los anillos por tratar
de semejante artesanía”. Los nacionales.
Diccionario de Francisco García Pavón de Sonia García
Soubriet. Ediciones Soubriet.
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