Siempre, al volver a estas recordaciones infantiles, se le representaba aquella noche de susto que una mula, enloquecida por no sé qué dolor, empezó a relinchar y cocear con tal furia que hundió parte del pesebre. Plinio se despertó sobresaltado. La pasión de la mula se alargaba tanto que el abuelo de Plinio, por no verla sufrir más, ya bien pasado el medio día, le clavó una navaja con muchísimo amor… Diríase que la mula agradeció aquella muerte, por los ojos tan pacificados con que miró a todos antes de echar el último suspiro. Y Manuel muchas noches entresoñó con coces y relinchos feroces que siempre acababan con aquel mirar dulcísimo de la mula al llegar a su agonía. Mirar simbolizado en un ojo grandísimo, como una puerta.”
FRANCISCO GARCÍA PAVÓN
Vendimiario de Plinio
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Viernes, 29 de Marzo del 2024