– A mí esto de salir al campo a
nada, a mirarlo, me aburre más que un concierto de tambores –dijo
en voz alta.
Y don Lotario, que se sabía la idea, le repitió lo de
siempre:
– Pues no creas que en el
pueblo ver todas las tardes a las siete a la Fernanda, en la esquina de la
calle Matadero, esperando a su marido, el que se marchó a la feria de
Argamasilla el año que acabó la guerra y todavía está por venir…
– Es que le gustaban tanto los
columpios que a lo mejor subió en ellos y no se ha bajado todavía.
FRANCISCO GARCÍA PAVÓN
El hospital de los dormidos
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Viernes, 19 de Abril del 2024