En La Solana tuvo activa participación en aquel magnífico equipo de Gálvez que consiguió varios ascensos consecutivos y donde compartió vestuario con futbolistas como Pedro, Pérez, Marcial, Ortiz Bellón, Condés, Falín, Luis, Casas, y Úbeda, entre otros. Su  buen rendimiento le llevó a las filas del Calvo Sotelo de segunda división, aventura en la que también le acompañó Condés y también pudo demostrar su clase exquisita en el Villarrobledo donde coincidió con otros grandes futbolistas de Tomelloso como Amadeo, Blanco y Toñín Losa o el socuellamino Casiano Mena. 

Carlos Moya fue un elegante líbero, un futbolista bien dotado técnicamente, que daba siempre una salida limpia a la pelota. Estas características propiciaron que algunos técnicos le utilizaran también como medio centro. Jugaba bien en largo y en corto, poseía una gran visión de juego y su estatura le permitió también dominar el juego de cabeza.

Le llegó la hora de la retirada, pero mantuvo una estrecha vinculación con el fútbol. Su empresa de autobuses realizó los desplazamientos de varios clubes de la localidad, ya fueran de cantera o de categoría absoluta. Formó parte de la directiva del Tomelloso que llevó al equipo al ascenso a la segunda división B.

Hombre de mucha empatía y trato cercano, amable siempre, buen conversador, se implicó de lleno  en el grupo Los Canuthis donde siempre aportó el humor y alegría que le solían acompañar. Casado y con tres hijas,  cuando acabó su vida laboral activa decidió residir en Ruidera, donde pudo disfrutar de su familia y de este bello entorno natural. Allí deja muchos amigos, también en Tomelloso y en los equipos de fútbol a los que perteneció. Un hombre que deja huella. Descanse en paz.