Plinio, ya impaciente por la tardanza del Faraón y don Lotario, miró al reloj y volvió los ojos sobre aquella multitud de mesas. Tras las vidrieras se veía el escaletrix de la Glorieta de Atocha, y sobre él, los coches parecían gusanos de luz.
FRANCISCO GARCÍA PAVÓN
Las hermanas coloradas
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Viernes, 19 de Abril del 2024
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