Opinión

Vengo de la zona cero del coronavirus en Tomelloso

Francisco Navarro | Lunes, 30 de Marzo del 2020
{{Imagen.Descripcion}}

Hemos creado una sociedad infantilizada con la que nos protegemos de todo mal. Una coraza virtual. Nos sentimos seguros detrás de las consignas, las grandes frases y los bonitos memes. Nada nos puede pasar. Pero nuestra segura inconsciencia nos ha metido en un lío de tres pares de narices. No hemos hecho caso a nada ni a nadie y así nos ha ido. Nos está yendo. Cuando esto acabe deberemos asumir nuestras culpas y exigir las que sean necesarias. 

Si salimos de esta no va a ser por los memes y las cursiladas de las redes, será por el coraje y el valor del personal sanitario. Mujeres y hombres que se están jugando el tipo por nosotros. Ese es el verdadero patriotismo, el amor al prójimo. 

"Esto es auténtica medicina de guerra"  es la primera frase que escucho de un enfermero cuando el pasado miércoles ingreso por coronavirus en el Hospital de Tomelloso. Se trata de una zona de cuidados intensivos denominada "la polivalente".  Medicina de guerra. No hay otra. El coronavirus no es la supuesta gripe esa que todos nos hemos tomado a chufla. 

Llego al Hospital con taquicardia (ha sido un día de órdago en cuanto a lo informativo), fiebre, tos vómitos, malestar y neumonia. Fueron varios días previos con febrícula, pero sin tos ni otros síntomas por lo que el teléfono de información me recomendaba quedarme en casa, tomando paracetamol. 

Tras el triaje, una aguerrida doctora (luego la veré más, siempre dándome ánimos) me manda a la polivalente. La gente que me conoce y me quiere se sorprende de verme allí.  Enseguida noto que hay al menos 30° en la zona. Me pasan al cuarto, me monitorizan y logro dormir una hora.

Desde el box se aprecia el estricto protocolo del personal, de todos y cada uno de ellos. Con disciplina militar desarrollan el programa, sin dudas, inexorablemente. Se les oye hablar, disponer, ordenar, siempre pidiendo el último esfuerzo, la sonrisa, el cariño y la eficiencia. 

Desde el primer momento todo son atenciones. En cuanto pulso el timbre hay un enfermero, enfermera o auxiliar, pendiente, con una sonrisa, preguntando por lo que me pasa, llamándome por mi nombre.  Nos tratan con retrovirales del sida, nada menos y con un inhalador que hace maravillas. Calmantes, antibióticos, suero, corticoides... Lo propio de una gripe desbocada. 

Pero enseguida surge el problema : la saturación. El porcentaje de oxígeno en la sangre es fundamental y en su recuperación se basan las jornadas siguientes y la curación.  Durante tres o cuatro días esa es la única preocupación. Dejó de comer, me tengo que relajar y aprender a respirar. De una forma pausada, tranquila, rítmica. No se trata de la fuerza sino de la armonía. En mi mente soy capaz de distinguir las moléculas de oxígeno del nitrógeno o el resto de gases. Ese 21% vital y necesario. 

Pero no estoy solo. A toque de timbre hay un amigo, una amiga que, sonriendo, con paciencia, me ayudaba a recuperar las crisis, a volver a la calma y a la armonía respiratoria. Y, por supuesto, a mi familia, siempre presente, recordándome que no tirase la toalla. Mi mujer y mis hijas, las podía ver, recordar sus caras y sentir su presencia real. Mis hermanos, y tantos y tantos que me han animado y se han interesado por mi estado a través del WhatsApp. Qué suerte tengo de tener tantos amigos que se preocupan por uno. 

Los días van pasando, realmente donde estoy no hay diferencia entre el día y la noche, de claro en claro y de turbio en turbio, quijotesco. Las lágrimas son menos frecuentes y el ánimo prevalece. 

Fuera sigue el combate. El personal trabaja incansablemente, corren, gritan, no paran. Cubiertos de fundas y con una temperatura inhumana acuden donde suena el timbre. Todos a una, facultativos, enfermeros, auxiliares, celadores, limpiadores. Se juegan el tipo por los pacientes, con una sonrisa y sin una queja. Insisto, ese es el patriotismo y no las palabras ampulosas. Los gestos y no los discursos, el amor y no la mala baba (que según me cuentan, no ha faltado). 

Muchas gracias a todos, por todo. Como diría Churchill, nunca tantos debieron todo a tan pocos. Yo les debo lo único que tengo, la vida. 

¡Gracias! Eva, Alberto, María José, Consuelo, Paco... no recuerdo vuestros nombres pero sí vuestras caras y vuestras miradas de ánimo!! 

Gracias a vosotros estoy un paso más cerca de casa, en planta, con mi compañero José Vicente, esperando que todo vaya bien. 



29342 usuarios han visto esta noticia
Comentarios

Debe Iniciar Sesión para comentar

{{userSocial.nombreUsuario}}
{{comentario.usuario.nombreUsuario}} - {{comentario.fechaAmigable}}

{{comentario.contenido}}

Eliminar Comentario

{{comentariohijo.usuario.nombreUsuario}} - {{comentariohijo.fechaAmigable}}

"{{comentariohijo.contenido}}"

Eliminar Comentario

Que alegría Francisco!!!! He rezado mucho por tu recuperación, desde Argentina. Tal vez no se dan cuenta, pero pasamos días tan lindos, disfrutando de vuestra participación, en Saber y Ganar, que ya son como de la familia. Fuerza y que Dios siga protegiendo a los enfermes, para que se recuperen pronto. Un abrazo muy fuerte
Estimada Paco: Estoy triste pensando en tu confinamiento, pero....me alegra pensar que una persona como tu, tienes recursos suficientes, para salir de esta. Soy fan de siempre de Saber y Ganar y también tuya, por tu simpatía y tu hombría de bien. Ánimo Paco, espero tu pronta recuperación, un cordial y esperanzado saludo Soy de Barcelona Mariacarme
Eres un guerrero, ya sabia yo q tu tenias q salir para contarlo, ya sabes te dije q tenias muchas cosas aun por hacer una de ella presumor de tus maravillosas hijas!! un besazo campeon y espero vernos pero ppr otros sitios!!
Mucho ánimo y fuerzas Francisco?? Ya se ha ido un periodista, mi cuñado Pablo. Tu fuerza que puedes
Enhorabuena me alegro que vayas evolucionando a mejor mucha fuerza y ánimo

Haga click para iniciar sesion con

facebook
Instagram
Google+
Twitter

Haga click para iniciar sesion con

facebook
Instagram
Google+
Twitter
  • {{obligatorio}}