Opinión

Desde la ventana

María Teresa Lozano | Miércoles, 1 de Abril del 2020
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Obligados a un confinamiento por responsabilidad pasan días extraños entre las paredes del hogar. Error pensar que esas calles hoy vacías eran el escaparate de nuestro imparable tiempo. Claro que se percibía que algo no iba bien, era un presentimiento ambiguo, latente, en el que pensábamos que las costuras iban a estallar por algún lado, pero lo que está ocurriendo era inimaginable hasta en la mejor película de ficción. Este golpe de realidad en lo más insospechado nos ha puesto el foco en la principal y autentica escena y nos ha iluminado a los verdaderos héroes de una sociedad. Esos héroes anónimos son quienes en un mundo cortoplacista, lleno de mensajes vacios de contenido, nos dan esperanza, nos están llenando de fe en el ser humano a un precio muy elevado.

Sabemos de errores, de anteponer demasiadas veces ciertos intereses al bien común, de falta de transparencia en hechos y datos. Pero ahora no conduce a nada sacar todo ello a pasear. Ahora toca proteger a quienes nos protegen y remar unidos para salir lo más airosos posibles de esta pesadilla. Toca poner cada uno su pequeño grano de arena para el bienestar de la mayoría. 

Nos hemos acostumbrado a no mirarnos, atentos a paisajes virtuales que están a miles de kilómetros, preocupados por querer entender y solucionar problemas que ni entendemos ni podemos arreglar  y, sin embargo,  ignoramos demasiadas veces al ser que camina junto a nosotros, al vecino, al compañero. Demasiadas veces buscamos lejos lo que tenemos justo al lado.

Todas las crisis importantes han tenido nuevas enseñanza; la que nos afecta, nos va a tocar todos los frentes. Quizá aprendamos a diversificar más las fuentes de aprovisionamiento. No estar a expensas de lo que nos puedan o nos quieran vender en momentos críticos. Un país como el nuestro tendría que poder, llegado el momento como es el caso, fabricar sus propios equipos para proteger a sus sanitarios y a todos los efectivos que hacen frente en primera linea a este enemigo peligroso y traicionero. 

Quizá haya un antes y un después de este golpe de realidad en un mundo enfocado a lo material, pensado para multinacionales y grandes empresas, olvidando al pequeño y al mediano emprendedor. Olvidando que en tiempos de bonanza deberíamos ahorrar en lo superfluo e invertir en investigación y desarrollo. Sabemos que sin el personal sanitario, limpiadoras, cuidadores, empleados de alimentación, transportistas, agricultores, farmacéuticos y Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, no somos nada. Hoy tristemente deberíamos aprender que lo que en verdad vale es el equipo humano, la conciencia individual y colectiva. Cuidarse para cuidarnos. Ojalá no olvidemos que sin unión, sin espíritu de equipo, nuestra sociedad puede caer en la más oscura de las sombras.


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