“Mirad el árbol de la Cruz donde estuvo clavada la salvación
del mundo. Venid a adorarlo”
¿Cuál es la señal del cristiano? La señal del cristiano es la
Santa Cruz aprendimos del catecismo. La Cruz como signo y testimonio de nuestro
Credo, de nuestra confianza y Fe en Jesucristo. Una señal que hacemos todos los
días al comienzo y final de la jornada millones de personas en el mundo antes y
después de comer el pan en agradecimiento al don del cielo y al trabajo del
hombre. Un signo con el que empezamos todas las celebraciones litúrgicas
invocando a la Trinidad de Dios como recuerdo actualizado hacia Aquel que nos
reúne. La Cruz a la que adoramos en los Oficios de este Viernes Santo; la cruz
como fin de la vida terrenal y comienzo de la eterna, la Cruz como culmen de la
vida de Jesús. Clavado en ella, Jesús exprime sus últimas fuerzas, agota su
capacidad de amor al Padre y al género humano. En la Cruz se unen la ascética y
la mística del amor y en consecuencia es compendio de la ascética y mística para
nuestra vida cristiana. Esta es la teología de la Cruz.
Pero esta teología es también el gran anuncio de Jesús al
mundo: un mensaje con una dimensión de horizontalidad e inmanencia y otra de
verticalidad y trascendencia que se entroncan precisamente en la intersección
de esos dos leños que abrazan a lo humano y lo cristiano.
Jesús en sus años de predicación se dio a entender, explicó su
mensaje a través de palabras sencillas que encerraban las verdades, los
anhelos, los problemas, las realidades de todo tipo más profundas del género
humano, ayer, hoy y siempre; de igual modo, cuando se servía de los signos
prodigiosos que mostraban la grandeza de Dios, no solo lo extraordinario de la
acción de un curandero.
El mensaje de Jesús reitero toca, se centra en la raíz de las
verdades humanas y por ello permanece en el tiempo. Jesús en su vida terrenal fue
y sigue siendo hoy el último y gran Profeta que con sus palabras y acciones se anticipa
a todo lo que está y estará por venir, de aquello que suceda hasta el fin de
los tiempos; por eso la Palabra de Dios no es una palabra localista, ceñida a
un tiempo y un espacio, dirigida solamente a esas pocas personas que lo
conocieron en su vida terrenal, sino que permaneciendo viva, sigue iluminando y
dando respuesta a todas las situaciones y problemas, a todos los hechos y momentos
de alegría y tristeza que suceden en el mundo; esta es la dimensión horizontal
de la Cruz, su inmanencia, su incrustación en la suerte de todos los seres
humanos, la Palabra de Jesús tiene por tanto una dimensión “acronotópica” y
universal. Todo lo humano pues, está presente en el madero horizontal de la
Cruz.
La dimensión vertical, la trascendente viene dada desde la Fe
por la Resurrección; una dimensión que nos hace ver y comprender con ojos nuevos
que no son solo los nuestros el porqué de aquello que sucede por muy extraño, sea
inmensamente gratificante o doloroso; hablo de la dimensión cristiana del amor
y del sufrimiento y dolor. Una dimensión que da sentido a toda circunstancia. Una
dimensión, la del madero vertical que entierra a la vez un extremo en las
entrañas de la tierra y el otro en las del cielo. Una dimensión que no todas
las personas entienden y están dispuestas a seguir por las dificultades que
conlleva, la mayor la que tuvo el joven rico.
En la Cruz lo humano y lo cristiano quedan unidos para
siempre haciendo de las personas sujetos para la eternidad. La Cruz, es la
última y amorosa palabra de Dios a la humanidad.
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Jueves, 3 de Julio del 2025
Jueves, 3 de Julio del 2025
Viernes, 4 de Julio del 2025