Tendrías no más de veinticinco años cuando fuiste maestro,
yo un aspirante a adolescente inquieto tuve la oportunidad de que nuestras
vidas se cruzaran por primera vez, desde entonces han sido varias las veces que
se han cruzado y de todas ellas siempre he aprendido de ti, mi joven maestro.
Suerte para los que hemos tenido la oportunidad de cruzar
nuestras vidas contigo, yo personalmente disfruté de una nueva forma de
enseñar, lejos de los palmetazos y el “sí, don usted”, contagiándome el gusto
por el aprender y el disfrute del saber. Pasados los años aprendí de política
de ti, sobre todo de honestidad y compromiso con el bien común, antepuesto a
los intereses de partido y muy antepuesto al interés particular. Más tarde de
tu mano conocí la pobreza de occidente o países mal llamados desarrollados,
actuando directamente en ayuda al necesitado en tus tiempos de Cáritas,
formando equipo junto con otros amigos en los planes de hombres.
En los últimos años hemos podido disfrutar de largas
conversaciones sobre lo divino, lo humano y lo importante o no tanto. Me has
ensañado a hablar en público, representar una institución como la que
represento, tratar de mostrar a los jóvenes la realidad de otros más
desfavorecidos, saber los tiempos que debes estar y cuando es bueno dejar de
estar. Porque eso es lo que más aprendí de ti, a estar cuando haces falta y
saber cuándo es el momento de dejar de estar. Hoy que escribo esto en tu honor,
me doy cuenta que aplazamos conversaciones que para mí hubieran sido muy valiosas,
retrasadas por el simple hecho de pensar que ya tendríamos tiempo para ello.
Es una pena las horas de sabiduría y buen hacer que se han
perdido con tu marcha Ramón. Los que te hemos conocido vamos a sentir mucho no
poder compartir contigo tus “ratos”, y a los que no lo habéis conocido en
profundidad lo siento mucho por vosotros, ya no tenéis la oportunidad de
aprender de su mano, a hacer las cosas bien y con honestidad.
Esta pandemia nos está dando duro a los tomelloseros, al
final no habrá nadie del pueblo que, pasados los años, no la recordemos
relacionándola con es sufrir de algunos amigos y con la pérdida de alguien muy
querido.
Amigo Ramón, me quiero despedir de ti no con un lo siento ni
una lástima, me despido de ti como siempre nos ha gustado hacerlo, con un
“hasta luego", esta vez un poco cargado de pena. Y gracias, muchas gracias
por todo lo que me has enseñado mi joven maestro.
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Miércoles, 17 de Abril del 2024
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Jueves, 18 de Abril del 2024
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