Opinión

Agricultura, al fondo hay sitio

Fermín Gassol Peco | Jueves, 21 de Mayo del 2020
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Aquí hay algo que no cuadra; España cuenta hoy con cerca de cinco millones de personas en paro y sin embargo existen enormes dificultades en encontrar mano de obra para realizar trabajos en el campo, algo que no es un tema de ahora mismo pues llevamos ya unos años en los cuales el trabajo agrícola lo vienen desempeñando personas de otras nacionalidades. Pues bien, estas líneas repasan un poco de su historia y pretenden animar a volver la mirada hacia un sector que en nuestro país es prioritario. 

Hace más de cincuenta años que quien escribe tomó las riendas de una explotación familiar dedicada a la agricultura en un pueblo de Ciudad Real. En aquellos años sesenta, el campo era un lugar de donde huir porque los jornales eran tan exiguos como inseguros y el abuso más o menos consciente de los entonces llamados “amos” era moneda corriente. Todo lo más que un trabajador podía asegurar era un contrato apalabrado por un año, precisamente por estas fechas, de San Miguel a San Miguel. Además de todo esto los pueblos y sus casas, quienes las tenían, que era común tener un par de habitaciones nada más, no reunían las condiciones de habitabilidad que hoy hacen de ellos, unos lugares de privilegio para vivir.

La llamada de la gran ciudad fue durante esos años un reclamo irresistible. Aparte de los que marcharon más allá de nuestras fronteras, Madrid, Valencia y Bilbao fueron destinos a los que muchos habitantes de nuestros pueblos pusieron rumbo en busca de mejores salarios y una vida mucho más confortable de la que tenían. Después de permanecer ausentes durante algunos años, empezaron a volver allá por Fiestas y vacaciones (en el campo no se sabía que era eso) con cierto aire de orgullo por el cambio tan importante que sus vidas habían experimentado. Las visitas al pueblo se fueron haciendo más frecuentes y frecuente también fue tirar los viejos muros de las casas en que nacieron y edificar sobre ellas otras muy notables y en algunos casos formidables. Significaban actos de reivindicación y triunfo.

Mientras estos “exiliados a la fuerza” mejoraban su calidad de vida, otros quedaban en nuestros pueblos y muchos de ellos trabajando en la agricultura. Hubo unos años en los que a base de muchísimo trabajo y esfuerzo, el agricultor, trabajando de sol a sol los siete días de la semana y trescientos sesenta y cinco días al año, pudo comprobar que ese sol que aparecía en el horizonte cada mañana lo hacía también para él. Fueron años en los que se hicieron extensivos los regadíos y en los que los cultivos de remolacha y melón, principalmente en tierras arrendadas, proporcionaron cierta riqueza económica a esas familias de agricultores en las que todos sus miembros trabajaban por cuenta ajena y cuenta propia a la vez.

Han pasado unos años en los que la bonanza económica ha sido tal que la agricultura, pese a no tener nada que ver con la de hace cincuenta años debido a su mecanización, junto a la hostelería, quedó en manos de extranjeros, hispanoamericanos y rumanos principalmente. Aún mantengo en la retina la imagen de hace unos quince años en la que una veintena de peruanos y ecuatorianos plantaban ajos en una explotación cercana a Ciudad Real. Por un momento pensé que había cruzado el charco. Recuerdo también a tenor de esto, las declaraciones de un dirigente de una Asociación Agraria diciendo que para el campo los emigrantes no eran un problema sino una solución y es que ningún español quería trabajar en él.

Pero hoy las circunstancias han cambiado, la crisis ha hecho que muchos trabajos en las ciudades ya no existan, que esas moles de cemento en donde cada día resulta más caro, complicado y penoso vivir se hayan convertido en lugares de donde huir. ¿Adónde? Paradojas de la vida, pues a esos otros de donde los padres o abuelos partieron un día, a esos lugares que hoy siguen allí, remozados, renovados, espléndidos, llenos de comodidades y servicios.

¡Bienvenidos a la agricultura!, digo a esos jóvenes que se encuentran sin trabajo. Bienvenidos a la agricultura, que hoy las máquinas hacen de ella una labor para nada penosa. Bienvenidos a la agricultura que os proporcionará una vida limpia de artificialidades. Bienvenidos a la agricultura, que aun no dando márgenes económicos importantes, os proporcionará trabajo y estabilidad vital. 

Dicen que la tierra es un valor refugio…para aquellos inversores  que no quieren arriesgar su dinero en tiempos de crisis. Pues lo mismo digo para aquellos que quieran ser emprendedores. Con la agricultura no os haréis ricos pero al menos tendréis un lugar y un trabajo en el que podréis sobrevivir dignamente. Y eso hoy….es algo muy valioso. En la agricultura, al fondo hay sitio.


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