Opinión

La Ascensión del Señor

Joaquín Patón Pardina | Domingo, 24 de Mayo del 2020
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De nuevo con vosotros Cálamus, de ocupación contador de historias.        Cierto que habéis leído anteriormente alguno de mis escritos.

Mi nombre o mejor dicho mi alias lo tomé, como sabéis, del objeto con que escribíamos antiguamente.

Tengo una cualidad especial que os da mucha envidia. Soy un personaje acronotópico. La palabrita se las trae, es un compuesto griego, por si  alguien no la conoce, la explicación es muy sencilla: Se combina  de un alfa privativa (ά), la palabra “хрóvoζ” (tiempo, época) y una más “τóπoζ” (lugar, territorio, espacio). Con esta cualidad propia de un héroe mítico puedo trasladarme por  el tiempo o por la geografía, buscando noticias interesantes que contaros; puedo remontarme en el pasado los siglos que crea oportunos. ¡Es una gozada!

Llevo unos días recorriendo Jerusalén y sus alrededores. Cuánto misterio habita en esta tierra. La época, para que os situéis, en torno a los años cincuenta d C.  Estoy entrevistándome con algunas gentes recolectando información sobre un hecho, así lo llaman. Dicen que un tal Jesús de Nazaret, carpintero como su padre, a quien mataron los romanos y sus mismos paisanos colgándolo de una cruz, ha resucitado y ha subido al cielo.

Lo de resucitar lo dejo para otra ocasión, ahora me interesa la segunda afirmación “ha subido al cielo”. ¿Cómo se sube al cielo? ¿Habrá en algún lugar del mundo una escalera tan alta? Parece una broma; si nuestro planea es una esfera gigante, pero muy pequeña en comparación al cosmos, si además se mueve continuamente, ¿cómo pueden hablar de “subir”? Es imposible llegar a la luna. Quizás en el futuro alguien descubra cómo salir de este planeta, pero hoy por hoy es imposible.

Por el contrario esa gente, de la que me han hablado, no parece estar loca para decir tales sandeces y desvaríos. Algo hay que escapa a mi comprensión. No dejo de darle vueltas en mi mente. Por más que razono, no encuentro más que dudas y preguntas sin respuestas.

Hace siglos en la Grecia Antigua ya hubo pensadores y físicos que demostraron la redondez de la tierra, que desde luego no era plana como se decía muy antiguamente. Pensar que el cielo es como una bóveda que cubre la tierra donde viven los dioses sólo lo afirman las mitologías de griegos y romanos; es algo irreal y sin fundamento racional.

Por otra parte si este movimiento social al que llaman de los cristianos afirma esto, algo ha de haber que no termino de captar, se me escapan detalles. Y eso a mí, comunicador de noticias, me inquieta de modo especial; no me deja dormir. Por lo que he decidido visitar a un personaje, del que me han comentado es también escritor y se dedica a recopilar detalles, discursos y hechos importantes del Jesús que he citado arriba. Al señor que voy a visitar lo llaman Lucas, no sé si será ese su nombre o algún alias. Me manejo con el Latín y el Griego y esa palabra significa “el que brilla, el que ilumina” me suena más a ocupación o resultado de su relación con la gente. Pronto saldré de dudas.

La casa que me han indicado me dice que no es persona adinerada, es multimorada (viven varias personas), tiene una puerta de madera abierta durante el día, no se ve el interior, porque una cortina de lona bastante manida tapa el hueco de entrada. Ladeo un poco la tela, asomo la cara para inspeccionar el interior y antes de que pueda pedir permiso, un grupo niños saliendo; sin acallar el griterío, uno de ellos me dice con una sonrisa en la boca falta de dientes:

-Hola, ¿buscas a alguien?

-Hola niños, busco a un señor que se llama Lucas, necesito hablar con él sobre unos asuntos importantes, -respondo.

Antes de que me diera cuenta uno me coge de la mano y tirando de mí, me ordena:

-Pasa, hombre, no tengas reparo. Lucas es muy buena persona, es el que nos cura las raspaduras de las rodillas con sus ungüentos y quita el dolor de tripa. Ven que te lo presento.

Me llevan en volandas. Entramos en una habitación, sin llamar ni pedir permiso, ya se sabe cómo son los niños…

-Lucas, este señor estaba en la puerta preguntando por ti. Quiere hablar contigo. Hasta luego, señor, nos vamos a jugar.

Todo sucede en un abrir y cerrar de ojos. De pronto me encuentro con un señor sentado en una mesa amplia, que en este momento soporta varios papiros, unos enrollados, supongo que ya escritos y otros preparados para su función.

-Perdone mi visita sin avisar, es que los niños…, en la puerta…, además tampoco soy tan importante como para poder mandar legados que me anuncien, -intento justificar mi comportamiento, cuando poniéndose en pie, corta mis excusas tendiéndome la mano y diciendo:

-¡Ave, πoλϊτα!

-¡Ave, domine!

Me ha saludado cortésmente llamándome ciudadano y ha utilizado Latín y Griego, pero he preferido responder en mi lengua materna. Debe ser muy inteligente, pienso, me saluda de este modo para conocer de inmediato mi origen sin necesidad de preguntar, con mi respuesta lo ha captado al instante y continúa hablando en ella, aunque no le  gusta porque su cara ha emitido un guiño de cierta desaprobación, no olvidemos que están bajo el poder romano.

-Soy Cálamus y me dedico a transportar noticias y comentarlas; también me encanta compartir mis vivencias con las personas que quieran escucharme, dije a modo de presentación.

-Yo soy Lucas, también me encanta escribir, pero yo me decanto por la historia,  por narrar acontecimientos ocurridos, no soy un Cicerón ni un Virgilio, pero hago mis pinitos. También he dedicado parte de mi formación a los remedios médicos y de curación del cuerpo, la ciencia de Hipócrates (griego como yo), como usted sabe, -tuvo a bien presentarse de este modo.

-Dómine Lucas, he venido porque…

-De ningún modo puedes llamarme “Dómine”. Hay un solo Señor o “Dóminus”, como prefiramos llamarlo y es el Señor Jesús, pero yo no puedo ni de lejos aceptar ese honor, aunque solo sea nominativo.

De este modo cortó en seco mi iniciada conversación, muy serio, pero inmediatamente cambió su rostro y me respondió en medio de una sonrisa paternal.

-¡Perdona hijo! No he querido molestarte, es que he tenido como un resorte en mi interior. Perdona, te ruego. Dime, habla con total confianza. No tengas miedo de este escribidor y curador de heridas.

Para este momento yo ya había intuido escasamente lo que el Nazareno representaba en su vida. Así, después de aceptar el taburete  que me ofrecía para sentarme, me sentí en confianza y comencé a hablar. Me hubiera gustado poder escribir palabra por palabra todo lo que dijimos. No había ni una vírgula de más en su locución, Qué oratoria. Qué modo de disfrutar oyéndolo. Evidentemente no podía negar sus raíces y preparación de la cultura griega.

Me sentí hasta cierto punto algo cohibido para entrar en conversación e interrogarlo sobre el asunto que me preocupaba últimamente y era la razón de mi visita. Así que no me lo pensé dos veces y le espeté la pregunta a bocajarro.

-¿Podrías explicarme (en nuestra lengua no utilizamos el “usted” como señal de educación) cómo podéis afirmar, que Jesús el Resucitado ha subido a lo más alto de los cielos? ¿Teniendo en cuanta tu cultura griega, de la que haces gala, habrás borrado de tu mente las explicaciones míticas de otras religiones? ¿Tenéis testimonios fidedignos para afirmar tal acontecimiento? ¿Cómo hoy día con la transmisión tan importante de noticias y sabiduría que nos ha traído el comercio y la comunicación entre países podéis sostener tal afirmación? ¿No entiendo nada?

Lucas, en silencio, desenrolló uno de los pergaminos que tenía sobre la mesa, atado con una cinta roja y comenzó a leer:  

-«… dicho esto, lo vieron subir, hasta que una nube lo ocultó a sus ojos. Mientras miraban fijos al cielo, viéndolo irse, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco que les dijeron:

-Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que se han llevado de aquí al cielo volverá como lo habéis visto marcharse.» (1)

-Ahí tienes, Cálamus, relatado el quid de tu preocupación. Le llamo al libro “Acta de los santos apóstoles” es el segundo libro que estoy escribiendo a mi amigo Teófilo, el primero trataba principalmente de los dichos y hechos de Jesús, el Señor, y este como su nombre indica recojo los viajes y las historias de los seguidores más cercanos (Los Doce) en su predicación de la Buena Noticia.

Volvió a enrollar el papiro y mirándome con cara de buena persona y a la vez como sabio me explicó.

-Las contradicciones que se producen en tu mente entre lo que astrónomos y hombres sabios estudiando la “φύσιζ”, concluyen y aquello que afirmamos los seguidores de Jesús son muy ciertas.

Lo que quiero decir con este texto, debe entenderse utilizando unas claves imprescindibles. No puedes tomar al pie de la letra lo escrito.

Es tan difícil de expresar lo que hemos visto y oído  a la vera del Señor que me faltan fórmulas lingüísticas conocidas para ello, por eso mi texto está pleno de símbolos y referencias a nuestros Patriarcas, quienes nos trasmitieron la  fe en un único Dios. De algún modo el mensaje, que quiero transmitir y que he experimentado en mi vida, es que El Señor, sigue vivo, con una vida distinta de la tuya y la mía que afín es existencia mortal. Él está fuera de nuestro mundo material, terreno, tangible. Creemos que existe una vida con Papá-Dios. Jesús mismo nos lo repitió en muchas ocasiones.

Es por ello que utilizo algunos símbolos, para que tengas más claridad para juzgar por ti mismo te cito algunos:

     Subir a lo alto: En nuestra cultura del Medio Oriente la persona que quiere entrar en contacto con Dios, piensa que Él está por encima de la tierra que pisamos, sube al monte por ser un lugar solitario y como más propicio para entrar en contacto con Dios por situarse más elevado.

·     Columna de nube que oculta al que sube: En la historia de la liberación (Pascua) de Egipto del pueblo de Israel se habla de una columna de nube, que los protege del sol y guía al pueblo hacia la Tierra Prometida. Es como un elemento protector que Dios utiliza para su pueblo

·     Pareja de ángeles: Los ángeles son los enviados para anunciar algo a los mortales. La Historia de la Salvación está llena de momentos en que estos intervienen.

·   Mirar al cielo: Simboliza estar pendiente de Dios, es como expresión de oración para los creyentes. Nuestra labor está en este mundo de acá. No podemos embobarnos pensando que Dios va a solucionar lo que nos apremia Hay que caminar viendo claramente hacia donde conviene dirigirnos

·        Vestiduras blancas: El color blanco es símbolo de santidad  y de limpieza de todo lo malo, de todo pecado. Es la vestidura que visten los cercanos a Dios.

·     Los llaman Galileos. Es Galilea el punto de referencia constante de Jesús además de Jerusalén. Se puede entender que los seguidores del Señor Jesús no son los mismos cuya religión (Judía) tiene la sede en Jerusalén.

·        Lo habéis visto marcharse: Es decir, no está con vosotros físicamente como lo estaba antes, aunque su presencia continúa. Ya no nos valen los sentidos del cuerpo, hay que utilizar el potencial del alma para poder reconocerlo en los demás y en el mundo.

 

He quedado con Lucas para una nueva charla. Después de esta explicación continúa mi mente con nuevos interrogantes. Debo seguir investigando.        

 

Nota: 1.- Hch.  1, 9-11

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