De
nuevo con vosotros Cálamus, de ocupación contador de historias. Cierto que habéis leído anteriormente
alguno de mis escritos.
Mi nombre o mejor dicho mi alias lo
tomé, como sabéis, del objeto con que escribíamos antiguamente.
Tengo una cualidad especial que os da
mucha envidia. Soy un personaje acronotópico. La palabrita se las trae, es un
compuesto griego, por si alguien no la
conoce, la explicación es muy sencilla: Se combina de un alfa privativa (ά), la palabra “хрóvoζ”
(tiempo, época) y una más “τóπoζ” (lugar, territorio, espacio). Con esta
cualidad propia de un héroe mítico puedo trasladarme por el tiempo o por la geografía, buscando
noticias interesantes que contaros; puedo remontarme en el pasado los siglos
que crea oportunos. ¡Es una gozada!
Llevo unos días recorriendo Jerusalén y
sus alrededores. Cuánto misterio habita en esta tierra. La época, para que os
situéis, en torno a los años cincuenta d C.
Estoy entrevistándome con algunas gentes recolectando información sobre
un hecho, así lo llaman. Dicen que un tal Jesús de Nazaret, carpintero como su
padre, a quien mataron los romanos y sus mismos paisanos colgándolo de una
cruz, ha resucitado y ha subido al cielo.
Lo de resucitar lo dejo para otra ocasión,
ahora me interesa la segunda afirmación “ha subido al cielo”. ¿Cómo se sube
al cielo? ¿Habrá en algún lugar del mundo una escalera tan alta? Parece una
broma; si nuestro planea es una esfera gigante, pero muy pequeña en comparación
al cosmos, si además se mueve continuamente, ¿cómo pueden hablar de “subir”?
Es imposible llegar a la luna. Quizás en el futuro alguien descubra cómo salir
de este planeta, pero hoy por hoy es imposible.
Por el contrario esa gente, de la que
me han hablado, no parece estar loca para decir tales sandeces y desvaríos.
Algo hay que escapa a mi comprensión. No dejo de darle vueltas en mi mente. Por
más que razono, no encuentro más que dudas y preguntas sin respuestas.
Hace siglos en la Grecia Antigua ya
hubo pensadores y físicos que demostraron la redondez de la tierra, que desde
luego no era plana como se decía muy antiguamente. Pensar que el cielo es como
una bóveda que cubre la tierra donde viven los dioses sólo lo afirman las
mitologías de griegos y romanos; es algo irreal y sin fundamento racional.
Por otra parte si este movimiento
social al que llaman de los cristianos afirma esto, algo ha de haber que no
termino de captar, se me escapan detalles. Y eso a mí, comunicador de noticias,
me inquieta de modo especial; no me deja dormir. Por lo que he decidido visitar
a un personaje, del que me han comentado es también escritor y se dedica a
recopilar detalles, discursos y hechos importantes del Jesús que he citado
arriba. Al señor que voy a visitar lo llaman Lucas, no sé si será ese su nombre
o algún alias. Me manejo con el Latín y el Griego y esa palabra significa “el
que brilla, el que ilumina” me suena más a ocupación o resultado de su relación
con la gente. Pronto saldré de dudas.
La casa que me han indicado me dice que
no es persona adinerada, es multimorada (viven varias personas), tiene una
puerta de madera abierta durante el día, no se ve el interior, porque una
cortina de lona bastante manida tapa el hueco de entrada. Ladeo un poco la
tela, asomo la cara para inspeccionar el interior y antes de que pueda pedir
permiso, un grupo niños saliendo; sin acallar el griterío, uno de ellos me dice
con una sonrisa en la boca falta de dientes:
-Hola, ¿buscas a alguien?
-Hola niños, busco a un señor que se
llama Lucas, necesito hablar con él sobre unos asuntos importantes, -respondo.
Antes de que me diera cuenta uno me
coge de la mano y tirando de mí, me ordena:
-Pasa, hombre, no tengas reparo. Lucas es
muy buena persona, es el que nos cura las raspaduras de las rodillas con sus
ungüentos y quita el dolor de tripa. Ven que te lo presento.
Me llevan en volandas. Entramos en una habitación,
sin llamar ni pedir permiso, ya se sabe cómo son los niños…
-Lucas, este señor estaba en la puerta
preguntando por ti. Quiere hablar contigo. Hasta luego, señor, nos vamos a
jugar.
Todo sucede en un abrir y cerrar de
ojos. De pronto me encuentro con un señor sentado en una mesa amplia, que en
este momento soporta varios papiros, unos enrollados, supongo que ya escritos y
otros preparados para su función.
-Perdone mi visita sin avisar, es que
los niños…, en la puerta…, además tampoco soy tan importante como para poder
mandar legados que me anuncien, -intento justificar mi comportamiento, cuando
poniéndose en pie, corta mis excusas tendiéndome la mano y diciendo:
-¡Ave, πoλϊτα!
-¡Ave, domine!
Me ha saludado cortésmente llamándome
ciudadano y ha utilizado Latín y Griego, pero he preferido responder en mi
lengua materna. Debe ser muy inteligente, pienso, me saluda de este modo para
conocer de inmediato mi origen sin necesidad de preguntar, con mi respuesta lo
ha captado al instante y continúa hablando en ella, aunque no le gusta porque su cara ha emitido un guiño de
cierta desaprobación, no olvidemos que están bajo el poder romano.
-Soy Cálamus y me dedico a transportar
noticias y comentarlas; también me encanta compartir mis vivencias con las
personas que quieran escucharme, dije a modo de presentación.
-Yo soy Lucas, también me encanta escribir,
pero yo me decanto por la historia, por
narrar acontecimientos ocurridos, no soy un Cicerón ni un Virgilio, pero hago mis
pinitos. También he dedicado parte de mi formación a los remedios médicos y de
curación del cuerpo, la ciencia de Hipócrates (griego como yo), como usted
sabe, -tuvo a bien presentarse de este modo.
-Dómine Lucas, he venido porque…
-De ningún modo puedes llamarme “Dómine”.
Hay un solo Señor o “Dóminus”, como prefiramos llamarlo y es el Señor Jesús,
pero yo no puedo ni de lejos aceptar ese honor, aunque solo sea nominativo.
De este modo cortó en seco mi iniciada
conversación, muy serio, pero inmediatamente cambió su rostro y me respondió en
medio de una sonrisa paternal.
-¡Perdona hijo! No he querido
molestarte, es que he tenido como un resorte en mi interior. Perdona, te ruego.
Dime, habla con total confianza. No tengas miedo de este escribidor y curador
de heridas.
Para este momento yo ya había intuido
escasamente lo que el Nazareno representaba en su vida. Así, después de aceptar
el taburete que me ofrecía para
sentarme, me sentí en confianza y comencé a hablar. Me hubiera gustado poder
escribir palabra por palabra todo lo que dijimos. No había ni una vírgula de
más en su locución, Qué oratoria. Qué modo de disfrutar oyéndolo. Evidentemente
no podía negar sus raíces y preparación de la cultura griega.
Me sentí hasta cierto punto algo
cohibido para entrar en conversación e interrogarlo sobre el asunto que me
preocupaba últimamente y era la razón de mi visita. Así que no me lo pensé dos
veces y le espeté la pregunta a bocajarro.
-¿Podrías explicarme (en nuestra lengua
no utilizamos el “usted” como señal de educación) cómo podéis afirmar, que
Jesús el Resucitado ha subido a lo más alto de los cielos? ¿Teniendo en cuanta
tu cultura griega, de la que haces gala, habrás borrado de tu mente las explicaciones
míticas de otras religiones? ¿Tenéis testimonios fidedignos para afirmar tal
acontecimiento? ¿Cómo hoy día con la transmisión tan importante de noticias y
sabiduría que nos ha traído el comercio y la comunicación entre países podéis
sostener tal afirmación? ¿No entiendo nada?
Lucas, en silencio, desenrolló uno de
los pergaminos que tenía sobre la mesa, atado con una cinta roja y comenzó a leer:
-«… dicho
esto, lo vieron subir, hasta que una nube lo ocultó a sus ojos. Mientras
miraban fijos al cielo, viéndolo irse, se les presentaron dos hombres vestidos
de blanco que les dijeron:
-Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados
mirando al cielo? El mismo Jesús que se han llevado de aquí al cielo volverá
como lo habéis visto marcharse.» (1)
-Ahí tienes, Cálamus, relatado el quid
de tu preocupación. Le llamo al libro “Acta
de los santos apóstoles” es el segundo libro que estoy escribiendo a mi
amigo Teófilo, el primero trataba principalmente de los dichos y hechos de
Jesús, el Señor, y este como su nombre indica recojo los viajes y las historias
de los seguidores más cercanos (Los Doce) en su predicación de la Buena
Noticia.
Volvió a enrollar el papiro y mirándome
con cara de buena persona y a la vez como sabio me explicó.
-Las contradicciones que se producen en
tu mente entre lo que astrónomos y hombres sabios estudiando la “φύσιζ”,
concluyen y aquello que afirmamos los seguidores de Jesús son muy ciertas.
Lo que quiero decir con este texto,
debe entenderse utilizando unas claves imprescindibles. No puedes tomar al pie
de la letra lo escrito.
Es tan difícil de expresar lo que hemos
visto y oído a la vera del Señor que me
faltan fórmulas lingüísticas conocidas para ello, por eso mi texto está pleno de
símbolos y referencias a nuestros Patriarcas, quienes nos trasmitieron la fe en un único Dios. De algún modo el mensaje,
que quiero transmitir y que he experimentado en mi vida, es que El Señor, sigue
vivo, con una vida distinta de la tuya y la mía que afín es existencia mortal.
Él está fuera de nuestro mundo material, terreno, tangible. Creemos que existe
una vida con Papá-Dios. Jesús mismo nos lo repitió en muchas ocasiones.
Es por ello que utilizo algunos
símbolos, para que tengas más claridad para juzgar por ti mismo te cito algunos:
Subir a lo alto: En nuestra cultura
del Medio Oriente la persona que quiere entrar en contacto con Dios, piensa que
Él está por encima de la tierra que pisamos, sube al monte por ser un lugar
solitario y como más propicio para entrar en contacto con Dios por situarse más
elevado.
· Columna de nube que oculta al que
sube: En la historia de la liberación (Pascua) de Egipto del pueblo de Israel
se habla de una columna de nube, que los protege del sol y guía al pueblo hacia
la Tierra Prometida. Es como un elemento protector que Dios utiliza para su
pueblo
· Pareja de ángeles: Los ángeles son los
enviados para anunciar algo a los mortales. La Historia de la Salvación está
llena de momentos en que estos intervienen.
· Mirar al cielo: Simboliza estar
pendiente de Dios, es como expresión de oración para los creyentes. Nuestra
labor está en este mundo de acá. No podemos embobarnos pensando que Dios va a
solucionar lo que nos apremia Hay que caminar viendo claramente hacia donde
conviene dirigirnos
·
Vestiduras blancas: El color blanco es
símbolo de santidad y de limpieza de
todo lo malo, de todo pecado. Es la vestidura que visten los cercanos a Dios.
· Los llaman Galileos. Es Galilea el punto
de referencia constante de Jesús además de Jerusalén. Se puede entender que los
seguidores del Señor Jesús no son los mismos cuya religión (Judía) tiene la
sede en Jerusalén.
·
Lo habéis visto
marcharse:
Es decir, no está con vosotros físicamente como lo estaba antes, aunque su
presencia continúa. Ya no nos valen los sentidos del cuerpo, hay que utilizar
el potencial del alma para poder reconocerlo en los demás y en el mundo.
He quedado con Lucas para una nueva charla. Después de esta explicación continúa mi mente con nuevos interrogantes. Debo seguir investigando.
Nota:
1.- Hch. 1, 9-11
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Viernes, 26 de Abril del 2024
Viernes, 26 de Abril del 2024