Opinión

La astucia del zorro

Fermín Gassol Peco | Lunes, 25 de Mayo del 2020
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En esta tarde de domingo he optado por una historia novelada a modo de “divertimento” que también a las meninges hay que darles cierto asueto para tenerlas despiertas y contentas que se encuentren en plenas facultades cuando haya que hacerlas trabajar sobre cuestiones más severas, algo así como los deportistas después del confinamiento

El zorro ha sido protagonista de muchas historias, desde películas con presupuestos muy distintos hasta cientos de cuentos infantiles donde su astucia casi siempre lo hacía salvarse de cualquier situación de peligro o lograr lo que pretendía y es que el zorro es prototipo de sagacidad; esta historia lo demuestra. 

En algunos rincones de la tierra se encuentra muy arraigada la caza de este animal a veces para impedir que maten y devoren a otros en granjas y rebaños pero en otros lugares lo es como deporte de caza. En el primer escenario el zorro acepta la lucha porque se trata de una guerra, pero en la segunda modalidad el animal no la soporta así como así porque eso de tirarle por tirar es algo que atañe a su dignidad. 

En nuestro país su caza sigue estando permitida y bien que lo sentimos los agricultores que vemos como los conejos se apoderan de las tiernas siembras, pero bueno, ese es otro tema. En nuestra historia el zorro cobra su venganza como consecuencia de su astucia pero también de la majadería del cazador. 

La extraña noticia la daban los teletipos de esta manera: Un cazador fue alcanzado por el tiro de un zorro al que pretendía cazar en tierras rumanas. Al leerla me quedé perplejo; que los zorros vayan armados es algo altamente novedoso aunque tal y como están los tiempos puede ser que los pobres animalitos hayan querido pasar a la acción cansados de tanto ataque o bien que alguna asociación protectora de su pervivencia los haya aleccionado y dado la idea que ya sabemos de estos colectivos mirando más a los animales que a sus congéneres, pero este también es otro tema. El caso es que ni el zorro llevaba armas, ni pertenecía a ningún colectivo ecologista, simplemente aprovechó la torpeza del cazador para atizarle en sus posaderas. 

La escena sucedió de esta manera: El cazador al disparar dejó al animal herido no teniendo después mejor idea que ir a rematarlo como hacen los monteros con el jabalí pero de una manera chapucera; el cazador, al carecer, se supone, de más cartuchos o por eso de ahorrar, que estamos en una crisis muy malita, intentó ya digo, rematarlo con la culata de su rifle y es en ese momento cuando la raposa utilizó su astucia. Metió su patita en el gatillo y el mismo cazador hizo el resto. El culo como un colador.

No sabemos el final de la historia pero es de suponer que el zorro saliera corriendo y el cazador también para llegar al hospital más cercano, eso sí, sin poder utilizar el coche, que no estaba la cosa como para sentarse precisamente. O quizá y para colmo de regodeo fuera el mismo zorro quien se ofreciera a llevarlo porque si un zorro sabe disparar, ¿no va a saber también conducir? Es lo que tiene la astucia, que te habilita para salir airoso de cualquier lance y en toda ocasión por complicada que sea.


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