Me
contaba un amigo hace ya mucho tiempo lo sucedido a una pareja de recién
casados que viajaron a Madrid de luna de miel, un lugar límite entonces para la
mayoría de los bolsillos. Una de las noches el novio tuvo la idea de ir al
teatro; tal teatro era de “revistas” y para no perderse ningún detalle sacaron
localidades de la segunda fila. Comenzado el espectáculo a la novia le llovían
las piernas de las bailarinas por encima de la cabeza, situación que la
mantenía algo aturdida. Llegado el momento, apareció la vedette luciendo sus
activos y entonando una canción; la novia no pudo más y exclamó: ¡pero si no
sabe cantar!, a lo que el novio replicó…ni falta que le hace.
Aquél
día en que Sánchez decidió que era su persona era imprescindible sí o sí para
el futuro de España no importaba cómo, que el único importante era él sea cual
fueran los apoyos, que igual de legítimos son los escaños,(menos los de VOX,
claro), se embarcó y nosotros con él en una apuesta personal que a fecha de hoy
nadie conoce, creo que ni él mismo, entre otras cosas porque como a la vedette,
ni falta que le ha hecho…al menos hasta ahora.
Sánchez
se tiró a una piscina política donde no hacía pie y sin saber nadar
permaneciendo aún a flote; la pregunta es ¿cómo lo está logrando? La respuesta
la tiene el departamento de salvamento y socorrismo político: porque se ha
encontrado con la ayuda permanente de unos partidos que están ejerciendo la
función de flotadores a los que últimamente se ha sumado Ciudadanos por eso de
que no olvidáramos que aún existen. (¡Ah Rivera!, que tiempo aquél cuando
tuviste en tus manos los destinos de España)…
Porque
si observan con detenimiento, Sánchez no ha dado en su tiempo al frente del
gobierno ni una brazada por él mismo, no se le conocen decisiones de calado,
Nadia Calviño se lo reprochaba recientemente incitándole a tomar la iniciativa,
pero está claro que el presidente no puede abandonar a quienes lo sostienen
aunque le pidan cosas que nada tiene que ver con el estado de alarma.
Sánchez
navega arrastrando, dándole de manera torpe a los pies, agarrado como una lapa
a esos salvavidas políticos y vigilado muy de cerca por un socorrista,
vicepresidente segundo del gobierno quien le dice por dónde ha de ir para
llegar a su bordillo ideológico.
Unos
flotadores políticos de los que no sabemos sus precios, como todos los datos
que de manera tan mareante como cambiante se encarga de trasmitir cada tarde
ese sabelotodo que es el doctor Simón, locutor universal para la causa.
Decía
no saber el costo de la factura por parte de quienes le lanzan los permanentes
salvavidas que como en cualquier negocio se hace con el legítimo afán de obtener
más rédito, en este caso no sólo económico sino político ante sus votantes y
que cada día se antoja más costosa, amenazando de lo contrario y de boquilla
con retirarle los apoyos, algo así como la deuda, que al presentar mayor riesgo,
más intereses ofrece para lograr ser colocada; y digo de boquilla porque estas
amenazas son puras pantomimas, pues si bien es verdad que Sánchez sin los
separatistas, proetarras y podemitas no puede seguir dentro de la piscina, estos
flotadores y el socorrista sin un Sánchez a quién salvar, tampoco.
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Martes, 23 de Abril del 2024
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