Opinión

Flotadores políticos

Fermín Gassol Peco | Miércoles, 27 de Mayo del 2020
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Me contaba un amigo hace ya mucho tiempo lo sucedido a una pareja de recién casados que viajaron a Madrid de luna de miel, un lugar límite entonces para la mayoría de los bolsillos. Una de las noches el novio tuvo la idea de ir al teatro; tal teatro era de “revistas” y para no perderse ningún detalle sacaron localidades de la segunda fila. Comenzado el espectáculo a la novia le llovían las piernas de las bailarinas por encima de la cabeza, situación que la mantenía algo aturdida. Llegado el momento, apareció la vedette luciendo sus activos y entonando una canción; la novia no pudo más y exclamó: ¡pero si no sabe cantar!, a lo que el novio replicó…ni falta que le hace.

Aquél día en que Sánchez decidió que era su persona era imprescindible sí o sí para el futuro de España no importaba cómo, que el único importante era él sea cual fueran los apoyos, que igual de legítimos son los escaños,(menos los de VOX, claro), se embarcó y nosotros con él en una apuesta personal que a fecha de hoy nadie conoce, creo que ni él mismo, entre otras cosas porque como a la vedette, ni falta que le ha hecho…al menos hasta ahora.

Sánchez se tiró a una piscina política donde no hacía pie y sin saber nadar permaneciendo aún a flote; la pregunta es ¿cómo lo está logrando? La respuesta la tiene el departamento de salvamento y socorrismo político: porque se ha encontrado con la ayuda permanente de unos partidos que están ejerciendo la función de flotadores a los que últimamente se ha sumado Ciudadanos por eso de que no olvidáramos que aún existen. (¡Ah Rivera!, que tiempo aquél cuando tuviste en tus manos los destinos de España)…

Porque si observan con detenimiento, Sánchez no ha dado en su tiempo al frente del gobierno ni una brazada por él mismo, no se le conocen decisiones de calado, Nadia Calviño se lo reprochaba recientemente incitándole a tomar la iniciativa, pero está claro que el presidente no puede abandonar a quienes lo sostienen aunque le pidan cosas que nada tiene que ver con el estado de alarma.

Sánchez navega arrastrando, dándole de manera torpe a los pies, agarrado como una lapa a esos salvavidas políticos y vigilado muy de cerca por un socorrista, vicepresidente segundo del gobierno quien le dice por dónde ha de ir para llegar a su bordillo ideológico.

Unos flotadores políticos de los que no sabemos sus precios, como todos los datos que de manera tan mareante como cambiante se encarga de trasmitir cada tarde ese sabelotodo que es el doctor Simón, locutor universal para la causa.

Decía no saber el costo de la factura por parte de quienes le lanzan los permanentes salvavidas que como en cualquier negocio se hace con el legítimo afán de obtener más rédito, en este caso no sólo económico sino político ante sus votantes y que cada día se antoja más costosa, amenazando de lo contrario y de boquilla con retirarle los apoyos, algo así como la deuda, que al presentar mayor riesgo, más intereses ofrece para lograr ser colocada; y digo de boquilla porque estas amenazas son puras pantomimas, pues si bien es verdad que Sánchez sin los separatistas, proetarras y podemitas no puede seguir dentro de la piscina, estos flotadores y el socorrista sin un Sánchez a quién salvar, tampoco.  

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