Hoy, 11 de julio se cumple una década del gol de Andrés Iniesta. Sus recuerdos de la final y de su trayectoria con La Roja son historia viva. Andrés Iniesta Luján (Fuentealbilla, Albacete, 11 de mayo de 1984) puede permitirse el lujo de tener dos cumpleaños. El natural, que le ha permitido cumplir los 36 años como futbolista en activo y el heredado por marcar el gol del triunfo en la final del Mundial de Johannesburgo ante Holanda. Hoy, 11 de julio se cumple el décimo aniversario. Reproducimos la entrevista que el periodista de As, Enrique Ortego, ha realizado al futbolista manchego con motivo de esta efemérides tan especial. Una entrevista de 29 preguntas en el que Iniesta desvela muchas curiosidades de aquellos años de oro de nuestro fútbol. El famoso “Iniesta de mi vida” que sellara José Antonio Camacho nos deja muchas y jugosas reflexiones.
-Hablar de Iniesta y la selección es hablar del gol de Johannesburgo, del gol que vale un Mundial, el primero y único de la historia, pero en su tarjeta de visita suma 131 partidos, con la Selección. Pudieron ser muchos más a nada que las lesiones no hubieran sido tan inoportunas...
-Sí, hubieran podido ser más… o menos también, según como se mire. Al final me quedo con el hecho de estar tantos años ahí. Y eso es lo que me llevo y valoro.
-La continuidad
-Doce años. Los momentos de las lesiones te hacen perder partidos, pero al final en el cómputo general me siento orgulloso de haber vestido esa camiseta durante tanto tiempo.
-En ese tiempo marcó 14 goles. ¿Pocos? ¿Los justos? ¿O uno vale por los 14?
-Los que son. Me hubiese gustado marcar más, no te voy a engañar. Pero lo importante es que en la Selección me lo he pasado muy bien. He pasado momentos difíciles y momentos únicos, los mejores. Quedarme simplemente con los goles que he hecho no me gusta. Prefiero quedarme con todo lo demás.
-Le hablo de los goles, porque en los tiempos de Luis Aragonés, el técnico estaba muy obsesionado con esa faceta suya. Él pensaba que no la explotaba como debía. Me consta que se lo decía a usted. "Andrés tiene que chutar más"
-Es verdad. Me lo hacía constar que debería ser así y yo lo intentaba. No es que no quisiese chutar más en momentos determinados, porque al final hacer goles a todos nos gusta… Pero a lo mejor tenía otra mentalidad de pasar o buscar otra opción antes de chutar. Cuando chutaba desde luego era porque creía que era la mejor opción.
-¿Cuándo es la primera vez que la Selección entra en su vida?
-Tengo muy marcado el Mundial de Estados Unidos 94. Tenía 10 años y lo recuerdo perfectamente. La Selección estuvo a un paso. Tenía un buen grupo con muy buenos jugadores. Luis Enrique, Caminero, Guardiola, Goicoetxea… Ese es mi primer recuerdo y me dejo una buena imagen.
-La Selección es como su segunda piel. En el Barcelona estuvo casi toda su vida pero con las categorías inferiores también. Desde la sub-16 y pasó por todos los equipos. Parece como si hubiera nacido con La Roja puesta.
-El Barça y la Selección han sido mis dos equipos, los dos han ido prácticamente en paralelo. Fueron sueños que fui cumpliendo. Mirar atrás, disfrutar y ver tantos partidos en un sitio, tantos en el otro…
-Sólo le han faltado los Juegos Olímpicos. ¿Pensó alguna vez en ellos?
-Lo he pensado, pero tampoco como para decir que me queda una espina por no haber estado en unos Juegos. He jugado Europeos, Mundiales y los Juegos no se ha dado la ocasión.
-Debutar en Albacete con la Selección fue, evidentemente, una casualidad.
-Un día inolvidable. Debutar y hacerlo en Albacete, en el Carlos Belmonte, donde solo he jugado un par de veces… Es lo máximo. Son partidos mágicos.
-Y luego llega el Mundial 2006. ¿Le supo a poco jugar solo un partido o se dio por satisfecho haber entrado en la convocatoria definitiva con tan solo con 22 años?
-No me supo a poco. Siempre quieres más y entiendes que puedes aportar algunas cosas más, pero fue como fue. Pude debutar con el 13 a la espalda que ya fue un paso muy bueno. Y bueno… llegué el último. A Reina o a Cañizares, no me acuerdo, no les gustaba el 13. Eligieron otro número y a mí me quedó ese.
-Su primer gol como internacional fue en Manchester contra Inglaterra en un amistoso. Wembley estaba en obras. Se jugó en Old Trafford… Podría escribir la crónica del ese primer tanto.
-El balón lo tenía 'el guaje' (Villa) por la izquierda, se fue del defensa o lo encaró y sacó un centro con la zurda, entró Silva a rematar de cabeza y el balón quedó en la frontal. Yo lo controlé, quedó el balón botando e hice un chut en diagonal para la escuadra… y entró. Gol. 0-1 y un bonito inicio goleador. Además, a partir de ese momento creo que la Selección comenzó a tener una cierta estabilidad en cuanto a resultados y juego.
-Ese gol y ese partido fueron importantes, pero al fin y al cabo era un amistoso. Luego llegó el encuentro de Aarhus contra Dinamarca que ya era oficial y casi decisivo.
-Sí, esos dos partidos marcan el punto de inflexión a nivel de juego, a nivel de lo que quería proponer el equipo. Y además ese partido era muy definitorio. Teníamos que ganar y nos salió muy bien.
-Todo lo que pasó después, la Eurocopa 2008, el Mundial 2010 y la Eurocopa 2012, supo mejor después de todo lo que sufrió aquel grupo y las críticas a Luis por dejar de llamar a Raúl. Hubo momentos convulsos. El partido de Oviedo. Todo se disfrutó más por saber de dónde se venía…
-Cuando las cosas son duras siempre sabe mejor luego cuando se consigue lo que tanto te ha costado. Es más gozada. Pero sí que pasamos momentos difíciles, es verdad. Después del Mundial de Alemania, ese periodo inicial de la fase de clasificación para la Eurocopa, fue complicado. El 'míster' lo pasó mal. Todo el mundo lo pasó mal. La afición también porque ve que su equipo no funciona. Fue difícil, pero mira como acabó.
- Llegamos a la Eurocopa. Cuartos de final. Penaltis contra Italia. ¿Qué pasó por su cabeza? Usted había escuchado mil veces a los más veteranos del equipo contar que llegaban los cuartos y los penaltis y siempre nos íbamos para casa…
-Cuando llegas a esos momentos claro que se piensan cosas, sabes que es cara o cruz. Los penaltis son una lotería. Siempre se confía en el portero, en este caso Iker al cien por cien y en los lanzadores.
-De la final de Viena, ¿qué recuerdo, qué imagen, que situación, que momento, permanecerá para siempre en su memoria?
-El momento del gol de Torres. Ese es el que queda marcado, aunque después el partido en conjunto fue bueno. Cuando ganamos a Rusia en las semifinales, el equipo se dio cuenta de que podíamos ganar el título.
-¿Futbolísticamente qué aprendió de Luis?
-Todo. A nivel táctico. Luego, como comentábamos antes, te incitaba a ser un jugador agresivo en ciertas partes del campo ofensivamente. Aprendes todo en general. El fútbol es lo completo, no solo un detalle.
-¿Y personalmente?
-Aprendí que era un apasionado del fútbol, un apasionado de sus jugadores, un apasionado de ganar, de hacer las cosas bien y, sobre todo, de que había que confiar en uno mismo y en el compañero. Él siempre decía que el jugador que fuera titular se dejase todo en el campo porque luego habría otro compañero que estaría preparado para acabar el partido. Nos inculcaba un sentido de grupo que no es fácil de conseguir.
- ¿Cómo fue la transición Luis-Del Bosque? ¿Fue tranquila?
-Como tenía que ser y como el 'míster', Vicente, es. Con mucha naturalidad y aportando él su toque de seleccionador, con algunos cambios de jugadores, pero fue una transición positiva como no podía ser de otra manera.
-El año anterior al Mundial de Sudáfrica fue un mal año para usted. Creo que tuvo cinco lesiones. Salía de una y recaía. Hubo momentos de desánimo. Y, sin embargo, luego llega el Mundial y según iban pasando los partidos se ve al mejor Iniesta. Luego llega el día que cambia su vida.
-La vida y el deporte tienen esas cosas. La fortaleza de cada uno hace que las cosas ocurran o no ocurran. Después de los momentos más complicados llegaron los momentos mejores de mi vida. Muchos meses de trabajo y sacrificio y al final las cosas salieron como salieron. Es cierto que a partir de ahí hubo un punto de inflexión importante.
-¿Cómo y cuánto cambia su vida a partir del gol de la final?
-No sabría cuantificarlo, pero mucho. Fue muy importante. Todo lo que había venido antes había sido bueno, pero todo lo que ha venido después ha sido magnífico. Cambia más a nivel exterior que interior.
-Ha confesado que ese día de la final sentía una gran fuerza interior… Como si presagiara que estaba ante un gran día. ¿Cómo explica un futbolista esa sensación al aficionado?
-Me sentía muy fuerte, muy confiado. Quería tener el balón, quería decidir, si tenía un jugador delante sabía que lo iba a regatear. Me sentía con la confianza de ser determinante y así fue. He visto a posteriori el partido y fui de menos a más. La prórroga la jugué con muchísima entereza y fuerza.
-La fuera interior no le abandonó…
-No. Tenía un deseo terrible, como todos, de ganar esa final.
-Ese Mundial debió venir acompañado de un Balón de Oro como reconocimiento a su gol, a su Campeonato, a la Eurocopa anterior, a su trayectoria en el Barça…
-No lo haría personal para mí. Creo que algún futbolista español en toda esa época podría haberlo merecido. Fueron seis años y posiblemente hubiese sido lógico. Pero al final son cosas añadidas al fútbol. No es el fútbol en sí.
-La Eurocopa 2012 fue la culminación de la obra.
-Sí, creo que fue nuestro mejor momento. El más completo. A todos los niveles. De juego, de sensaciones.
-Del Mundial de Brasil 2014 me quedo con un detalle. El abrazo que da a Vicente del Bosque. ¿Con ese abrazo qué le quería decir al seleccionador?
-Ese abrazo tenía mucha emoción, mucha simpatía, mucha fuerza, mucho… Lo habíamos pasado realmente mal todos. El 'míster' es una persona muy querida, muy respetada por todos y yo sabía que él lo había pasado mal, igual que todos. Era como una despedida de ahí.
-Se podía imaginar que después de los tres títulos consecutivos podría pasar lo que pasó. Lo del Mundial de Brasil puede ser una mala experiencia, pero después llega la Eurocopa 2016 y ocurre lo mismo. El Mundial de Rusia… ¿Esperaba que ese equipo, a nivel de resultados, se podía caer de esa manera? ¿O es normal que después de tres títulos y seis años en la elite, en lo más alto, pueda pasar lo que pasó?
-No sé si es normal o no es normal. Desde luego no lo imaginas. Para mí hemos seguido teniendo auténticos equipazos. Y tanto en Brasil, como en Francia, como en Rusia, éramos muchos de los mismos y seguíamos siendo equipazos. Pero cuando no haces las cosas bien y cuando no todo se une como se tiene que unir pues es difícil ganar. Lo normal no es ganar. Lo normal es estar ahí y no ganar. Por eso valoramos, o se intenta valorar, lo que se ha ganado y se vuelve a intentar ganar, como se intentará a partir de ahora.
-Se despide por carta de la Selección. ¿Por qué por carta y no en una conferencia de Prensa? ¿Tenía miedo a emocionarse de más y la carta siempre es más fría?
-Si digo la verdad fue porque me salió así. No lo pensé tampoco. Todo fue muy rápido. Acabas el Mundial, no hay tiempo. También la forma de acabar… No empaña todo lo demás, pero el momento que era muy caliente posiblemente no hubiera sido el mejor. Si lo hiciese ahora sería totalmente distinta. Me despedí así porque era como lo sentía y luego ya me fui a Japón.
-Dijo esta frase: "No fue la despedida que yo soñaba". ¿Le dolió mucho lo del último día, no ser titular contra Rusia?
- Sí. Mucho, muchísimo. Me dolió muchísimo…
-Fernando Hierro, a quien hemos entrevistado en este serial de los 100 años de La Roja, confesó que antes del partido le dijo que no iba a jugar, que fue con el único jugador que habló, que le explicó por qué no era titular, le explicó las ideas que él tenía para ese partido… Cuándo le da todo ese tipo de explicaciones, ¿usted que le dice?
-Le digo lo que le dije después. Yo a mis entrenadores siempre los he respetado. Respetaba su decisión pero no la compartía para nada.
-Usted era uno de sus niños bonitos, sino el que más.
-No, no… Él creyó que eso era lo mejor y es totalmente respetable porque un entrenador siempre piensa en lo mejor, igual que yo, pero no lo podía compartir ni por el momento, ni por todo. Fue muy duro y difícil para mí aceptarlo.
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