Opinión

En defensa de 2020

Pedro Casado Madrigal | Martes, 4 de Agosto del 2020
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Mediados de marzo: nos adentramos en lo desconocido, haciendo acopio de papel higiénico y, como siempre que vemos el horizonte temporal despejado, planeando mil y una formas distintas de convertirnos en mejores personas que acabaron en días interminables ante el televisor, videollamadas y aplausos a las 20 que más tenían de autopromoción que de reconocimiento.

Abril: "Aprenderemos de esto", nos decíamos. “Saldremos mejores", nos animábamos. Ni más fuertes ni mejores, recordaba nuestro mantenedor de 2018, Manuel Jabois, por esas mismas fechas. Entonces, yo tenía videoclases con mis alumnos y solíamos quedarnos a echar el rato antes de comer, celebrando cumpleaños como se podía y recordando lo que nos habíamos dejado en el instituto. Yo les pedía que aprovechasen el tiempo y de verdad buscasen la forma de cambiar las cosas cambiándose a sí mismos (que es la única que puede haber)

Mayo: se relajó el confinamiento y pudimos salir. Inolvidables las riadas de obesos que no habían hecho jamás ni harían después ningún tipo de deporte. Volvieron a su hábitat natural (las terrazas de los bares) en cuanto abrieron. Aquellas semanas quedarán, como en Blade Runner, como lágrimas en la lluvia. Seguían las clases, seguían las charlas del final, seguía la sensación agridulce de disfrutar de una generación con ganas de aprender y no rendirse, pero sabiendo que a su alrededor pronto encontrarán frustración y desesperanza ante el desprecio y la humillación a esas ansias de conocimiento.

Junio: adiós al curso, vuelven los viajes, los libros vuelven a las estanterías. Ya no importa el próximo curso y cómo se desarrollará; las lecturas se desechan hasta el próximo confinamiento o momento de aburrimiento porque todo el mundo sabe que es para lo que están. Hay que consumir, hay que salir, hay que quemar la vida en terrazas y en inolvidables viajes, salir lo más deseable posible para que en ese único proyecto de vida en común que tenemos llamado redes sociales nos den miles de likes y nos escriban comentarios con envidia.

Julio: Las previsiones se han confirmado (y no hablamos del PIB) y todos aquellos proyectos, ilusiones, grandilocuencia...de la primavera han quedado sepultados bajo toneles de cerveza fresquita, añorando la vuelta de todo lo que no podemos hacer. La vida y la naturaleza, mucho más grandes, esperan agazapadas para volver a recordarnos lo absurdo de todo ello.

Epílogo: se han conmemorado durante el verano los 25 años de la matanza de Srebrenica. Yo sólo era un niño, pero el recuerdo de los "aprenderemos de esto", " saldremos mejores"...resonaban en mi cabeza mientras los alumnos de 15-16 años no sabían responder a la pregunta ¿Qué fue la guerra de Yugoslavia?

No, definitivamente no vamos a salir mejores ni vamos a aprender nada de esta situación. Saldremos menos, pero volveremos a repetir los mismos errores. Eso sí, nos quedarán las terrazas de los bares y las columnas de opinión para desahogarnos. Y, a pesar de todo, sigo pensando son necesarias cosas como esta pandemia, aunque sea para pensar durante cinco minutos cómo vivimos. Lástima que no dure. 

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