Ahora, con esto de la pandemia, parece que tenemos más tiempo
libre y claro lo dedicamos cada uno según sus gustos, unos a pasear, otros a
ver obras, aunque ahora con la crisis se ven pocas, otros a estorbar en la
casa, en fin, a lo que se tercie. Yo que no soy muy de deportes ni gimnasios,
pues me dedico al ordenador y a hacer sombra por las habitaciones de la casa, pero
mira por donde el otro día me envía mi hija por el “guasap” una foto que al
abrirlo me quedé petrificado ¡Era una tarjeta postal que me mandó mi padre de
sus vacaciones en Palma de Mallorca, de hace por lo menos 58 años! Mi corazón
que ya está un poco deteriorado se me puso a 100 y me afloraron las lágrimas,
no esperaba semejante sorpresa. Es una pena que en el matasellos no se aprecie
la fecha, iba franqueada con un sello de una peseta.
En ella nos decía a los cuatro hermanos más o menos que
fuéramos a recogerlos a Peñíscola, pues de regreso irían a Barcelona y así
pasábamos juntos unos días nuestra familia y una que tenía mi padre en
Benicarló. Por lo que se lee en la postal, mi madre no era partidaria del viaje
pues eran muchos kilómetros, 400, y claro en aquellos tiempos era una
barbaridad. Y ¡ahí vienen mis recuerdos! Por fin acordamos los cuatro hermanos
hacer el viaje. Mi hermano mayor Rafael se encargó de hacer el plano, para eso
estaba estudiando Ingeniero de Minas, y cogió de asesor a un íntimo amigo de mi
padre Pedro Antonio Lara, “el blanquillo”, que era taxista y tenía como se
decía por aquí un coche de punto, le dio todas las explicaciones pertinentes y
mi hermano tomó sus apuntes, yo que era el conductor, tenía el carnet recién
salido del horno, de la Gestoría de José Luis Casajuana, 900 pesetas que me costó,
mi hermano Emiliano de segundo conductor, pero que no condujo ni 1 km., y mi
hermana Josefina de intendencia, es la primera y única vez que hemos viajado
juntos toda la familia.
Preparamos el equipaje y para la furgoneta, una DKW, que es
un coche con un motor de 2 tiempos, se le ponía gasolina con mezcla como a los
vespinos, y alcanzaba una velocidad de crucero de 80 o 90 kms. (cuesta abajo).
Nos dijo el asesor que la ruta mejor, era por San Clemente a la Graja de
Iniesta, Minglanilla, y subir el Puerto de Contreras, que ahí ya ¡casi le
teníamos que empujar!
La verdad que yo recuerdo el viaje con mucho agrado pues
dentro de las vicisitudes lo pasamos pipa. Salimos de Tomelloso a las 6 de la
mañana, y ya superado el Puerto y en la carretera de Valencia, dice mi hermano
Emiliano que pare y me releva. Cuando estábamos en esas aparece una turista
haciendo auto stop, y claro nosotros que no le habíamos visto el culo a un
pollo, por lo menos yo, pues para dentro, ¿y qué pasa?, pues que mis hermanos
se la llevan para atrás para charlar con ella, estaba de muy buen ver, y a mi
hermana me la ponen conmigo ya hasta Castellón que se bajó la turista. Allí comimos. Ya después de hacernos perla
una bujía por Benicasim, y reponerla aterrizamos en Benicarló, serían sobre las
8 de la tarde, 14 horas de furgoneta, y allí nos recibieron como si viniésemos
de la guerra.
Por esos lares andaban
el Chafarrote, y el Rapao, que estaban de especialistas de doblaje a caballo. Se
estaba rodando una parte de El Cid en el castillo del Papa Luna y el primero
era el especialista que sustituía a Charlton Heston. Me quedaron unos recuerdos
inolvidables: ver toda la playa de Peñíscola sin un edificio, bueno creo, ya no
estoy muy seguro que estaba la Hostería del Mar, eso sí todos los benicarlandos
y peñiscolanos vestidos de “moros y cristianos” y sobre todo estar toda la
familia junta, que ya comenté no se repetiría nunca más. Luego meternos en el
pueblo de Peñíscola que estaba todo con tantos decorados que los vecinos no
encontraban su casa, y… la emoción de salir con un vehículo de esa categoría que nos creíamos los amos del
mundo, que ahora no se nos ocurriría ni ir a Pinilla, pero era lo que había y
gracias a Dios que teníamos eso que éramos unos privilegiados. Yo tenía la juventud de los 18 años, que eso
si que es un tesoro.
Cuando ya que
estábamos acoplados y disfrutando del viaje…viene la orden del Jefe, regreso al
hogar, yo le pedí a mi padre que por lo menos nos pasáramos por Alicante , y muy condescendiente,
que era raras veces, accedió y paramos en Benidorm, que era como Ruidera, y
llegamos a Alicante que había un balneario de madera, donde está ahora el Meliá
Alicante, allí nos pasó una anécdota: fui al baño y todo lo que allí se hacía iba
derecho al mar y por un agujero del WC, veo a mi hermano Rafael chapoteando por
el agua,… de película.
El regreso a Tomelloso
fue todo normal, y todo esto se lo estaba comentando a mi hijo el pequeño que
ya ronda los 40 años, y no se lo creía. Como yo le dije, que vuestra generación
y otras más se creen que la leche sale de los cartones de Mercadona. La mía ha
tenido la suerte de ver los avances tecnológicos más despacio y los hemos ido
digiriendo mejor, vimos segar a mano, arar con mulas, llevar la uva en carros,
el vino en cubas y tantas cosas.
Hemos querido para
ellos todo lo que nosotros no tuvimos y nos pasamos, a mi modo de ver les
construimos un mundo muy fácil, pero ahora con
la que está cayendo se les va a hacer muy cuesta arriba lograr el
objetivo que se hayan marcado.
Algún día contaré otra
vivencia.
¡ Que Dios nos pille confesados!
Nota:
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Martes, 23 de Abril del 2024
Miércoles, 24 de Abril del 2024
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