El niño no acudirá al centro, pero tiene que seguir con sus tratamientos. Éstos serán costeados por la propia familia. “Vendrá un fisio a casa para llevar a cabo las terapias y tratamientos. Leo necesita la fisioterapia para vivir, porque respiratoriamente si no tiene una movilidad de secreciones, su salud se vería muy afectada y habría que ingresarlo en un hospital.  Los dos meses que tuvimos de confinamiento los acusó mucho y no podemos prolongar más la inactividad porque le perjudica. Conseguir avances de movilidad o cualquier otra cosas suponen muchas horas de trabajo y se pierden con la inactividad”. 

La madre de Leo subraya que "no pido clases particulares en casa de las que podemos prescindir un tiempo, reclamamos una terapia a domicilio, de la cual depende la vida de mi hijo. El centro me ha ofrecido la alternativa de que solamente vaya a fisioterapia y logopedia, pero son los médicos los que tienen que dar su aprobación. En condiciones normales, Leo se pasa más de la mitad del curso sin poder asistir al colegio, cuanto ni más en plena pandemia".

Serrano considera que “la educación especial ha sido la gran olvidada de la pandemia. En primaria y otros niveles educativos se ofrecieron unas alternativas, pero en educación especial no hemos podido disponer de un servicio alternativo a la asistencia al colegio. El Colegio Ponce de León siempre ha mostrado una predisposición a colaborar, ha puesto todo de su parte, pero Inspección dijo que los fisios no podían salir del cole a atender a los alumnos. En definitiva, los impedimentos vienen desde arriba porque del colegio no tenemos ninguna queja”.

Silvia Serrano, que es maestra en el Félix Grande  y cuenta con otro niño de 15 meses, insiste en su argumento de dar primacía a la salud. Sobre las consecuencias legales que pudiera tener su decisión asegura que “tengo un informe médico que respalda mi decisión y que me aconseja que el niño no vaya al colegio y haga las terapias en casa. En ese sentido estamos tranquilos. Insisto en que nos deberían ayudar mucho más en la educación especial, donde cada alumno es un mundo y presenta unas circunstancias muy diferentes. Y luego está el problema de los recursos económicos, no todas las familias cuentan con el dinero suficiente para costearse  un tratamiento privado”.

Argumenta también que al no haber tantas personas en esta situación, "podrían individualizar cada caso. Estamos hablando de salud, no de aprender matemáticas o lengua. Ir al colegio, aunque solo sea terapias nos parece exponer demasiado a nuestro hijo. Nos podrían ofrecer una alternativa".