Ser directivo es oficio ingrato donde los haya, mucho más en la órbita del fútbol modesto donde apenas hay focos de televisión y donde no existe esa proyección y promoción social que sí encuentran los dirigentes de los clubes de élite. Aquí se trata de organizar toda la logística para que cada quince días los aficionados puedan disfrutar del partido, algo que lleva más trabajo de lo que muchos puedan pensar; de cumplir cada mes con los pagos a los técnicos y futbolistas; de llamar a todas las puertas que se pueda para buscar recursos económicos; de vender ilusión para que haya más socios y abonados; de cuidar también a los equipos inferiores,  de ser diligentes en las gestiones del día a día con la federación, organismos a los que se piden subvenciones o empresas proveedoras y de aguantar mucha mala baba.

La ingente labor resulta todavía más complicada en tiempos de una pandemia terrible que no acaba de irse y que obliga a escalar montañas continuamente. Las dudas e incertidumbre se ciernen en el Atlético Tomelloso y en todos los clubes modestos, pero…hay que intentar seguir hacia delante.

Un club de fútbol no es una empresa al uso y el rumbo que se tome dependerá en buena medida de los resultados que vaya obteniendo el equipo. Hoy comienzan los entrenamientos, y técnicos y futbolistas disponen de cinco semanas para llegar a ese 25 de octubre en las mejores  condiciones a ese duelo ante el Valdeganga, primer rival liguero. 

Los goles auriverdes serán las mejores razones para reforzar la gestión de un equipo directivo joven al que los aficionados tienen que respaldar y apoyar. Su trabajo y entrega están siendo incuestionables.  Sí, los importantes serán siempre los que se queden, por eso mucho ánimo y suerte a los Evaristo, Antonio, Adrián, Pablo, Enrique, Luis, Eduardo, Paco, Juan Antonio, Josevi, Adrián… que buscan con mucha honestidad poner el fútbol de Tomelloso donde realmente merece estar.