Hasta el domingo 22 de noviembre se puede admirar en la planta
superior de la Posada de los Portales una gran exposición sobre Francisco Martínez
Ramírez, El Obrero de Tomelloso. La muestra se inauguró coincidiendo con el 150
aniversario de su nacimiento, el 10 de noviembre. El periodista, después de
haber recibido tanta información sobre El Obrero necesita paladear un poco más
la exposición, recorrer los objetos expuestos y sentir al personaje.
Acompañado por Carlos Moreno, uno llega con un regusto algo
amargo. En una de las cosas que coinciden todos los entrevistados (hay más
concurrencias) es en que después de luchar por su pueblo titánicamente pasó los
últimos años de su vida en la indigencia. Y es que, El Obrero no era de
ninguno, nos han contado Rincón, Ropero, Arroyo o Morales, y eso le perjudicó. El
maniqueísmo reinante en la política de entonces no iba con él. Esa sensación
agridulce se acrecienta, suenan las notas de la Lista de Schindler en el vídeo
que hay puesto en la sala de exposiciones.
Como hemos contado, la exposición está dividida en bloques que
recorren las distintas etapas de la vida de este prohombre. Su obra literaria,
el periódico, el ferrocarril y una fusión de las disciplinas que cultivó como
cronista, historiador, biógrafo, emprendedor y escritor.
La luz de la mañana inunda la blanca sala. Frente a la
puerta, al otro lado de la pieza, sorprende al visitante una traviesa de la
línea Tomelloso-Cinco Casas que descansa junto a la chimenea. Ajado, negro, con
cicatrices, el madero es una analogía de la existencia de Francisco Martínez
Ramírez.
“El hombre más ilustre de Tomelloso”
El periodista se encuentra con José Luis Albiñana, Pona. Hay
un artículo del decano sobre la figura de El Obrero que publicó en Lanza. Tan
dicharachero como siempre, a Pona le gusta la exposición y así lo hace saber.
En la pared, de la parte en la que se expone como ha recordado Tomelloso a El
Obrero, hay artículos reivindicativos de García Pavón (“Ha fallecido el hombre
más ilustre de Tomelloso”) y de Juan Ramón Fernández Infantes, en Lanza,
alabando la figura de un republicano.
También se exponen recortes periodísticos y fotos de la inauguración
de la estatua dedicada a Francisco Martínez Ramírez y de los homenajes
(escasos) que se han hecho a El Obrero en su ciudad. Hay fotografías de los agasajos
que le hicieron los escolares de Tomelloso en el centenario de la fundación del
periódico en las que se aprecia un monolito de mármol del que está exento
actualmente el monumento de El Obrero.
Crónica de Tomelloso
En el centro de la sala hay unas vitrinas en las que se
exponen clavos de la vía; las conferencias que sobre el ferrocarril pronunció Martínez,
una curiosamente en Bujalance (el pueblo de Jaén de donde eran los refugiados del
cuento de Pavón) del 18 de octubre de 1926. Hay billetes de tren, el del último
convoy de pasajeros que salió de Tomelloso; balances y memorias contables de la
compañía ferroviaria y documentos de El Obrero sobre el tren. Hay otra vitrina
con sus publicaciones. También hay novelas de Julio Verne y un par de volúmenes
de los Episodios Nacionales regalados por el propio Galdós. Está la biografía
del General Aguilera; también hay una foto de Casto y Juana, los caseros que
dan título y cuentan la asegunda parte de la Crónica de Tomelloso. No faltan
los ensayos de El Obrero sobre la nueva moneda o la reforma monetaria. También
está el manuscrito de “Una verdad increíble”, acompañado por una carta de la
censura desautorizando su publicación. En la última de las vitrinas hay un curioso
plano de un trayecto de tren entre Tomelloso y Villarrobledo.
Mirasol
Hay muchas fotos de Mirasol, la mítica vivienda de El
Obrero. De su construcción, de la vida en la villa, de las visitas y, como no, de
su declive, que fue parejo al de su dueño como en una novela de Onetti. Mirasol
le recuerda al periodista a la casa de Blasco Ibáñez en La Malvarrosa. En las
paredes hay muchos testimonios gráficos de la magna obra de El Obrero: el tren.
Fotos de la construcción, de inauguraciones; documentos de todas clases. Se
expone el flete de la locomotora de gasolina que compró en Estados Unidos. Hay,
lógicamente, muchos ejemplares de “El Obrero de Tomelloso y el fatídico
documento por el que se suprimía, en 1970, el transporte de viajeros en la
línea Tomelloso-Cinco Casas
Como ocurre con tantos, Francisco Martínez Ramírez, fue maltratado
por la historia y olvidado por sus vecinos en la última parte de su vida. Hace
150 años del nacimiento de un hombre que ayudo a forjar el Tomelloso que ahora
conocemos, mantengamos vivo su recuerdo.
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Domingo, 13 de Octubre del 2024
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