Vicente Morales es una persona conocida, jefe del
Departamento de Archivos del Ayuntamiento, es un estudioso de Tomelloso. Ha investigado
y ha escrito infinidad de artículos sobre la historia de nuestra ciudad. El pasado 10 de noviembre se celebró el 150
aniversario del nacimiento de Francisco Martínez Ramírez, El Obrero, y hablamos
con Morales de esta ineludible figura.
Asegura que El Obrero siempre le ha llamado la atención y
que ha investigado su vida. Fijándose, eso sí, más en la persona que el
personaje. Un hombre con muchas facetas, que lucho por su pueblo, al que
siempre le profesó su amor, y que murió prácticamente en la indigencia.
—Se ha dicho que El Obrero fue el artífice del Tomelloso
actual.
—El Tomelloso del siglo XXI y, sobre todo, el del siglo XX, le
debe mucho a Ramón Ugena. Ese es el verdadero constructor del Tomelloso
moderno. El Obrero, que era contemporáneo de Ugena, fue una persona con unas
inquietudes tremendas. A mi me lo recuerdan algunos jóvenes universitarios que
pasan por el Archivo, llenos de ilusión por cambiarlo todo y con ganas de
moverse.
—¿Y así era Francisco Martínez Ramírez, una persona con
ilusión por cambiar el mundo?
—Yo me imagino así a El Obrero cuando estaba en Madrid en
1888 o 1890. Aún habiendo estudiado derecho, con ganas de trabajar en un
periódico, moviéndose. Era masón. Estaba en alguna logia. Aunque tuvo muy mala
prensa durante muchos años, los masones pretendían la mejora de la sociedad a
todos los niveles, de una forma discreta.
Esa circunstancia le permitió a El Obrero tener muchos contactos, financieros,
intelectuales… Con todo ese bagaje, su inquietud enorme y su amor por Tomelloso
él decidió que tenía que ayudar a su pueblo con la construcción de un
ferrocarril que permitiese sacar el alcohol de aquí a Andalucía.
—Usted aboga por conocer a Francisco Martínez,
más a la persona que al personaje.
—Es muy necesario conocer a la persona. Saber que, durante
la Guerra Civil, aunque le pilló el inició en Madrid y estuvieron a punto de
fusilarlo, decidió venirse a Tomelloso en 1937. A pesar de que ganó Franco, que
no era muy partidario de los republicanos o la gente con ideas liberales como El
Obrero, él permaneció en Tomelloso toda la posguerra. Se podría haber ido a
Madrid, pero prefirió quedarse aquí escribiendo una crónica de su pueblo. Eso
nos está diciendo mucho de como era El Obrero.
—Mirasol es también un hito en la vida de El Obrero
—Eso también nos habla mucho de este personaje. Era un sitio
elegante en el que recibir a gente importante, políticos, intelectuales,
escritores. Un lugar donde tener a Antonio López Torres, de quien era mecenas.
Ese era su sueño… Pero fue un sueño que duro poco, doce o catorce años. Cuando
las deudas no se pudieron sostener todo eso se vino abajo.
—¿Cómo lo describiría?
—Era una persona muy educada, muy distinguida. Cuando lees
sus escritos, en los que podría haber hecho leña de mucha gente, su educación y
su saber estar le impidieron hacerlo. El Obrero viajaba a Francia o a Estados
Unidos y llevaba una vida como a él le gustaba. Eso es otra parte de Francisco
Martínez Ramírez. Es muy inquieto, un luchador, es un intelectual, escribe
libros de economía, cuentos para niños o crónicas de su pueblo… Pero también
tenían ansias de codearse con la jet o de vivir en un palacete. Eso también
forma parte de su figura.
—¿Qué destacaría de El Obrero?
—Lo que más destacaría es su lucha por Tomelloso. Y, por
supuesto, la tristeza de que el pueblo por el que luchó durante toda tu vida
diera lugar a que muriera como murió. Fue una persona que siempre demostró su
amor por Tomelloso.
—Pero también hubo quien lo reivindicó.
—Claro que sí, hubo valientes que durante la dictadura
escribieron sobre él. Y también hay que valorar la labor que está haciendo
Rocío Torres en la Biblioteca Municipal. Desde el año 1976 que se puso la
escultura hasta ahora ha estado luchando por la memoria de este hombre.
—Al final, son nuestras obras las que hablan por nosotros.
—Todas nuestras acciones parten de nuestro interior. En El
Obrero, sus obras hablan por él de una forma tremenda. Insisto en el hecho de que
quisiera vivir en su pueblo, aun en la indigencia, eso demuestra su amor por
Tomelloso.
—No podemos olvidar que Francisco Martínez Ramírez fundó
el primer periódico de Tomelloso.
—El Obrero trabajó en El Imparcial en Madrid, en los años 90
del siglo XIX. Él ya sabía lo que era un periódico. A Tomelloso llegaba la
prensa nacional y se leía con avidez en determinados círculos. Durante la
Primera República hubo en Tomelloso muchos republicanos. Había personas que
abogaban por un cementerio civil, incluso hubo entierros no religiosos.
El Obrero se planteó que su pueblo tuviese un periódico y
gracias a él pudo luchar por sus ideas y trasladar las notas locales. Además, le
permitió luchar contra la Ley de Alcoholes porque el periódico llegaba también
a Madrid y pudo ser un altavoz de los anhelos de este pueblo. Estuvo en marcha
durante seis años y fue un logro tremendo.
—Ya que nos contaba que El Obrero era masón, ¿hubo en
Tomelloso alguna logia?
—Sí, en Tomelloso hubo una logia que estuvo funcionando muy
poco tiempo, en los años 80 del siglo XIX. Eso era bastante común en la España
de entonces, estaba “de moda” la masonería. A la logia de Tomelloso pertenecieron,
por ejemplo, el padre de Luis Quirós o Ramón Ugena, el que he dicho que es la
figura importante de Tomelloso, que habría que rescatar. El Obrero perteneció a
otra logia de Madrid. Era secretario personal de Melquiades Álvarez, un
reconocido masón.
Cuando El Obrero necesitó financiación para el ferrocarril
de Tomelloso no recurrió a una empresa de La Mancha o de Madrid. Curiosamente
acudió a una empresa de Bilbao, ahí hay contactos subterráneos, tan habituales
en la masonería. Esto es muy difícil de trazar documentalmente dado que la
masonería, como sociedad “discreta” que dicen ellos, no deja mucho rastro.
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Domingo, 13 de Octubre del 2024
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