Tomelloso

Vicente Morales: “El Obrero siempre demostró su amor por Tomelloso”

Este historiador, jefe del Archivo Municipal, escritor e investigador nos habla de Francisco Martínez Ramírez

Francisco Navarro | Domingo, 15 de Noviembre del 2020
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Vicente Morales es una persona conocida, jefe del Departamento de Archivos del Ayuntamiento, es un estudioso de Tomelloso. Ha investigado y ha escrito infinidad de artículos sobre la historia de nuestra ciudad. El pasado 10 de noviembre se celebró el 150 aniversario del nacimiento de Francisco Martínez Ramírez, El Obrero, y hablamos con Morales de esta ineludible figura.

Asegura que El Obrero siempre le ha llamado la atención y que ha investigado su vida. Fijándose, eso sí, más en la persona que el personaje. Un hombre con muchas facetas, que lucho por su pueblo, al que siempre le profesó su amor, y que murió prácticamente en la indigencia.

—Se ha dicho que El Obrero fue el artífice del Tomelloso actual.

—El Tomelloso del siglo XXI y, sobre todo, el del siglo XX, le debe mucho a Ramón Ugena. Ese es el verdadero constructor del Tomelloso moderno. El Obrero, que era contemporáneo de Ugena, fue una persona con unas inquietudes tremendas. A mi me lo recuerdan algunos jóvenes universitarios que pasan por el Archivo, llenos de ilusión por cambiarlo todo y con ganas de moverse.

—¿Y así era Francisco Martínez Ramírez, una persona con ilusión por cambiar el mundo?

—Yo me imagino así a El Obrero cuando estaba en Madrid en 1888 o 1890. Aún habiendo estudiado derecho, con ganas de trabajar en un periódico, moviéndose. Era masón. Estaba en alguna logia. Aunque tuvo muy mala prensa durante muchos años, los masones pretendían la mejora de la sociedad a todos los niveles, de una forma discreta.  Esa circunstancia le permitió a El Obrero tener muchos contactos, financieros, intelectuales… Con todo ese bagaje, su inquietud enorme y su amor por Tomelloso él decidió que tenía que ayudar a su pueblo con la construcción de un ferrocarril que permitiese sacar el alcohol de aquí a Andalucía.

—Usted aboga por conocer a Francisco Martínez, más a la persona que al personaje.

—Es muy necesario conocer a la persona. Saber que, durante la Guerra Civil, aunque le pilló el inició en Madrid y estuvieron a punto de fusilarlo, decidió venirse a Tomelloso en 1937. A pesar de que ganó Franco, que no era muy partidario de los republicanos o la gente con ideas liberales como El Obrero, él permaneció en Tomelloso toda la posguerra. Se podría haber ido a Madrid, pero prefirió quedarse aquí escribiendo una crónica de su pueblo. Eso nos está diciendo mucho de como era El Obrero.

—Mirasol es también un hito en la vida de El Obrero

—Eso también nos habla mucho de este personaje. Era un sitio elegante en el que recibir a gente importante, políticos, intelectuales, escritores. Un lugar donde tener a Antonio López Torres, de quien era mecenas. Ese era su sueño… Pero fue un sueño que duro poco, doce o catorce años. Cuando las deudas no se pudieron sostener todo eso se vino abajo.

—¿Cómo lo describiría?

—Era una persona muy educada, muy distinguida. Cuando lees sus escritos, en los que podría haber hecho leña de mucha gente, su educación y su saber estar le impidieron hacerlo. El Obrero viajaba a Francia o a Estados Unidos y llevaba una vida como a él le gustaba. Eso es otra parte de Francisco Martínez Ramírez. Es muy inquieto, un luchador, es un intelectual, escribe libros de economía, cuentos para niños o crónicas de su pueblo… Pero también tenían ansias de codearse con la jet o de vivir en un palacete. Eso también forma parte de su figura.

—¿Qué destacaría de El Obrero?

—Lo que más destacaría es su lucha por Tomelloso. Y, por supuesto, la tristeza de que el pueblo por el que luchó durante toda tu vida diera lugar a que muriera como murió. Fue una persona que siempre demostró su amor por Tomelloso.

—Pero también hubo quien lo reivindicó.

—Claro que sí, hubo valientes que durante la dictadura escribieron sobre él. Y también hay que valorar la labor que está haciendo Rocío Torres en la Biblioteca Municipal. Desde el año 1976 que se puso la escultura hasta ahora ha estado luchando por la memoria de este hombre.

—Al final, son nuestras obras las que hablan por nosotros.

—Todas nuestras acciones parten de nuestro interior. En El Obrero, sus obras hablan por él de una forma tremenda. Insisto en el hecho de que quisiera vivir en su pueblo, aun en la indigencia, eso demuestra su amor por Tomelloso.

—No podemos olvidar que Francisco Martínez Ramírez fundó el primer periódico de Tomelloso.

—El Obrero trabajó en El Imparcial en Madrid, en los años 90 del siglo XIX. Él ya sabía lo que era un periódico. A Tomelloso llegaba la prensa nacional y se leía con avidez en determinados círculos. Durante la Primera República hubo en Tomelloso muchos republicanos. Había personas que abogaban por un cementerio civil, incluso hubo entierros no religiosos.

El Obrero se planteó que su pueblo tuviese un periódico y gracias a él pudo luchar por sus ideas y trasladar las notas locales. Además, le permitió luchar contra la Ley de Alcoholes porque el periódico llegaba también a Madrid y pudo ser un altavoz de los anhelos de este pueblo. Estuvo en marcha durante seis años y fue un logro tremendo.

—Ya que nos contaba que El Obrero era masón, ¿hubo en Tomelloso alguna logia?

—Sí, en Tomelloso hubo una logia que estuvo funcionando muy poco tiempo, en los años 80 del siglo XIX. Eso era bastante común en la España de entonces, estaba “de moda” la masonería. A la logia de Tomelloso pertenecieron, por ejemplo, el padre de Luis Quirós o Ramón Ugena, el que he dicho que es la figura importante de Tomelloso, que habría que rescatar. El Obrero perteneció a otra logia de Madrid. Era secretario personal de Melquiades Álvarez, un reconocido masón.

Cuando El Obrero necesitó financiación para el ferrocarril de Tomelloso no recurrió a una empresa de La Mancha o de Madrid. Curiosamente acudió a una empresa de Bilbao, ahí hay contactos subterráneos, tan habituales en la masonería. Esto es muy difícil de trazar documentalmente dado que la masonería, como sociedad “discreta” que dicen ellos, no deja mucho rastro.

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