Opinión

Las últimas despedidas

Fermín Gassol | Sábado, 16 de Enero del 2021
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La vida es un continuo aprendizaje; nos da la oportunidad de saber los porqués de muchas cosas y también la posibilidad de conocer espacios, situaciones y personas si bien es verdad que de manera desigual que al contrario seríamos como pequeños dioses. Lugares, hombres y mujeres frecuentados a diario, de forma esporádica, allá de vez en cuando o en una única y efímera ocasión. 

No sé si a ustedes les sucederá algo parecido pero siempre que realizo el viaje a un lugar lejano me da por pensar que esa será la única vez en visitarlo, disfrutar de las cosas y personas que allí viven o aquellas con las que compartiré esos días; desde las camas de los hoteles donde pernoctar, ciudades a patear, monumentos, museos y parajes a admirar…escenarios improbables a los que regresar, personas a las que nunca veré más; pisadas que dejarán una sola huella y que sin embargo forman parte de la vida aunque de una manera breve o puntual. Quedan como consuelo las fotografías y vídeos, incluso los documentales que abundan por las redes, pero no dejan de ser a fin de cuentas visitas realizadas en plan vítreo.  

La normalidad de nuestros días suele pasar por frecuentar espacios y personas de manera reincidente dependiendo claro está del círculo vital en el que nos desenvolvamos, que no es equiparable la cotidianidad de un pequeño pueblo a la de una gran urbe donde el círculo se amplía aunque a la postre acabe resultado igual de recurrente. Lugares, situaciones y personas que se multiplican durante los años más prolijos disfrutando así de las relaciones que los distintos entornos nos procuran para ir disminuyendo a medida que se acerca el ocaso de la vida, no siendo extraño encontrar a mujeres y hombres, ancianos que se van quedado solos, testigos de múltiples y últimas despedidas. 

Y es que mientras la vida perece sobrarnos, de igual manera consideramos todos sus momentos. Es al avanzar, cuando los años van cayendo que esas ocasiones se van recalculando, dotándolas de una entidad nunca antes pensada. 

Pero desde hace unos meses esa cadencia natural a la que nuestra memoria estaba acostumbrada se ha visto mutilada por este virus que estamos padeciendo. En un momento esa vida que creíamos controlada, programada, proyectada se ha desmoronado precipitando situaciones traumáticas, dolorosas, inhumanas, absurdas para nosotros hasta ahora. Cuántos hijos jamás pensaron que al despedirse de sus padres un día más, esa sería la última vez que se vieran, escribiendo un siniestro guion de luctuosas despedidas. 

Este virus ha trastocado y sigue trastocando todo lo previsto, ha hecho y sigue haciendo estragos en el día a día de amistades y familias, ha provocado y sigue provocando un cataclismo, ha hecho y sigue haciendo trizas los escenarios de los últimos encuentros, de las últimas veces, de las últimas e inesperadas despedidas. 


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