Pilar Morales lleva más de cuarenta años al frente de La Cabaña, una boutique de moda de mujer que ha sido y sigue siendo un referente en Tomelloso. A la longevidad de la tienda (inolvidable y entrañable aquella primera imagen de la tienda con la fachada de troncos de madera) ha contribuido la profesionalidad, entrega y empatía de su propietaria que mantiene intacta la ilusión de los primeros días. Mientras realizamos la entrevista,  el periodista es testigo de la cercanía de Pilar con las clientas, su afán por cuidar  todos los detalles  y el toque elegante que ha dado a una tienda que se ha ganado un merecido prestigio. La Cabaña mantiene su ubicación al final de la calle Don Víctor Peñasco, en la agradable zona peatonal del paseo de Las Moreras. Traspasado el mediodía, el sol de invierno llena de luz la estancia y realza los modelos que se exhiben en el escaparate.

-Mantener un negocio durante cuarenta años no debe ser fácil, ¿cómo se alcanza tanta longevidad?

-Con mucho trabajo. En un periodo tan largo hemos pasado por crisis de todo tipo, algunas muy duras como la del 92 o la más cercana la del 2008. Siempre he apostado por la calidad, aunque la calidad tiene un precio más elevado. En algún momento de crisis me planteé apostar por un producto más económico, pero la fórmula no me funcionó. Siempre he apostado por una ropa con un toque diferente, atemporal, original en diseño y formas que favorecen y  colores que lucen mucho más en tejidos naturales y de calidad.

-¿Cómo se ha dado la campaña de Navidad?

- La ropa y complementos son siempre un acierto como regalo para cualquier mujer. En Navidad siempre se busca  un detalle que ilusione y guste especialmente a su chica, hermana, mamá, amiga o profe. Hemos vendido los regalos de Navidad típicos como bolsos, bufandas, guantes, colgantes, pañuelos y foulards de seda natural (me muestra uno que reproduce un cuadro de Van Gogh) y otros complementos en los que buscamos una diferenciación. En líneas generales,  la campaña ha funcionado bastante bien.

-Ahora estamos en un periodo de rebajas que, según algunos comerciantes, ya no son lo que eran, ¿comparte esta opinión?

-Hemos copiado fórmulas de otros países que me parecen un error porque te obligan a realizar  descuentos anticipados en plena campaña. Es conveniente ver la diferencia entre las franquicias con productos fabricados en China y las tiendas multimarca de producción española, que trabajamos con colecciones y los precios nos vienen marcados. Lo peor es que todo se ha globalizado y a todos nos meten en el mismo saco. Afortunadamente, contamos con clientas que mantienen esa ilusión por ver las colecciones las primeras y equiparse para toda la temporada. Las rebajas siempre funcionan, aunque ya no veamos esas imágenes de gente que acudía en masa el 7 de enero a los centros comerciales.  

-El pequeño comercio está soportando una competencia feroz: grandes superficies y, sobre todo, la venta por internet, ¿qué estrategia hay que adoptar para salir adelante?

-Toda  competencia afecta, está claro. Pero tengo claro que una tienda multimarca, con prendas de calidad, duraderas, hechas con cariño, en España, y además bonitas, que ofrece una atención cuidada y personalizada, con una modista muy buena que adapta cualquier prenda… no puede desaparecer.

Llevamos varias temporadas e trabajando con una firma española de prendas de abrigo de calidad, que nos fabrican  por encargo,  que han sido y son la delicia de nuestras clientas, siempre pensando en esa mujer ilusionada que entra en nuestra tienda para que la vistamos bien. 

-¿Hay armas para luchar contra gigantes como Amazon?

-El arma del pequeño comercio es la cercanía y la atención personalizada. Muchas personas depositan en tí toda su confianza y  es algo muy de agradecer. Hay clientas que recorren muchos kilómetros porque siguen confiando en lo que aquí  encuentran y en la atención y asesoría que reciben. Es muy importante apoyar nuestro comercio local. Sin tiendas no hay vida, todo se apaga. 

-Se apoya mucho en las redes sociales, ¿no es así?

-Me parecen muy importantes y abren mucho el abanico de posibilidades. La gente te ve, te pregunta y si coincide que tienes la  talla, lo envías. Es un aprendizaje constante en el que he ido avanzando un poco sobre la marcha. Al fin y al cabo, ropa se vende en muchos sitios y tienen que ver algo muy especial para decidirse a encargarlo o a desplazarse para conseguirla. 

-Y… ¿como está ahora el mundo de la moda?

-Está difícil, como todo. Antes de que termine una temporada ya estamos con las colecciones de la siguiente. Pongo un ejemplo: en febrero ya dejamos  hechos los pedidos para el otoño invierno siguiente. Se trabaja con mucha antelación porque nuestros proveedores necesitan ese tiempo para adquirir los tejidos, preparar y fabricar lo que cada cliente elige en sus pedidos de cada Colección. Trabajando con colecciones se necesita ese tiempo de antelación. Ahora hacer previsiones a tan largo plazo es complicado.

-¿Se puede decir que La Cabaña ha marcado una tendencia a la hora de vestir a la mujer de Tomelloso?

- Quizá sea demasiado pretencioso decir que he creado un estilo; simplemente creo que he hecho las cosas como he creído que las tenía que hacer: Me parece muy importante atender a cada clienta con la entrega y dedicación que merece,  cuidar con esmero la composición de cada escaparate, el interior de la tienda y las combinaciones de los diferentes looks y complementos, simplemente por respeto a la gente que viene y confía en mí.

 Son muchos años trabajando con muy buenas firmas y esto ya es un privilegio y una garantía. Ademas de esa prenda especial del dia a dia, jeans, nuestras colecciones de punto, etc,  han sido muchas las mamás de comunión que hemos vestido, madrinas de boda, algunas novias,  graduaciones y para eventos importantes en la vida de las personas de Tomelloso y mucho más allá de nuestro entorno.  Hace poco una clienta  recordaba que me compró una blazer para su graduación hace ya algunos años, y aún se la pone cuando sale a alguna cena especial de su universidad. La prenda buena, de calidad, sobrevive a todas las épocas. 

-¿Soporta bien esa presión que tiene cualquier comerciante para dar salida a sus productos?

-Miro hacia atrás y me da algo de vértigo. Cada temporada es un reto, una nueva aventura, un riesgo y aporte económico importante. Son muchas las decisiones en función de las tendencias,  elegir entre  lo que me gusta y acertar para atender las demandas de cada clienta. Hay un riesgo al que ya parece que me voy acostumbrando, un stress que se impone y te quita el sueño cuando no llega el calor o el frio para que la temporada arranque con normalidad, imagínate ahora, pero todo se compensa cuando llega alguien y te dice: “me gusta mucho todo, me lo llevaría todo”. Este mundo es muy ilusionante y me sigue apasionando.

-Y así se ha ido ganando la fidelidad de su clientela…

-Sí y resulta muy halagador que hayamos atendido a varias generaciones. 

-¿Cuándo podemos decir que una persona viste bien?

-La elegancia es algo innato. La ropa que uno elige y viste es una manera de comunicarse con los demás. Nuestra manera de vestir, en definitiva, es una expresión de cómo somos. Hay gente muy austera en su manera de vestir, y es elegante. Es muy importante la ropa y también los zapatos, los gestos, la manera de moverte y  saber combinar un conjunto. Todo es una armonía con tu propio cuerpo y tu forma de ser.

-¿Nunca se ha planteado vender ropa de hombre?

-Empecé como una tienda unisex. Básicamente pantalones vaqueros de aquellas marcas que tuvieron tanto tirón en los ochenta como los Lois, Lee, Wrangler, Levis, aquellos de etiqueta roja, también polos de marca, camisetas, etc… y aquello funcionó bien. Pero el tiempo fue pasando y las chicas reclamaban más definición y  glamour.  Hubo clientas que me animaron a traer ropa de mujer y así lo hice. 

-Y...¿tampoco se ha planteado en ningún momento irse más al centro de la ciudad?

-Me encuentro a gusto donde estoy, no es el centro pero es un espacio que me encanta, con luz y mucho significado para mí. Tuve la tentación de cambiarme cuando las obras de remodelación de este espacio. Me perjudicaron más que ninguna crisis porque duraron once meses y me pillaron con toda la colección comprada. Fueron dos temporadas de obras que nunca terminaban. Me vi atrapada entre escombros sin acceso alguno y busqué locales por el centro. Pero entonces no había tantos locales como ahora y no vi conveniente meterme en obras de envergadura, porque la idea era volver otra vez a mi local de siempre. Finalmente, me quedé aquí.

-¿De qué manera puede afectar esta pandemia al comercio?

-Esta pandemia está cambiando nuestra manera de vivir, hábitos y costumbres. Incluso está cambiando nuestra manera de vestir porque en condiciones normales se vende ropa de más vestir o para eventos que han sido suspendidos. Ahora se vende otro tipo de ropa, más casual, más cómoda, lavable, más de poner el día a día.  En este tiempo difícil, además de ropa más confort y sport, seguimos pensando en esa mujer que se arregla y quiere ir elegante y cómoda. Tenemos que superar un poco la costumbre de ponernos el chándal y poco más, que está bien y tiene su momento; afortunadamente están esas mujeres que quieren vestir bien para ir cada día al trabajo y les sigue ilusionando verse estupendas y guapas. 

-¿Tiene pensado emprender algún proyecto de futuro?

-El proyecto es continuar con la misma ilusión y ganas, con nuestro modo de hacer las cosas y adaptándonos de la mejor manera posible a las circunstancias de este tiempo difícil. Queremos seguir con nuestros proveedores y con nuestras clientas con las que tenemos tanta complicidad y empatía. Desde aquí mi gratitud a todas y cada una de ellas.