Opinión

Nuestros paisajes I: las sierras de Alhambra, el Peral y el Cristo

Joaquín Patón Ponce | Jueves, 21 de Enero del 2021
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Sobradamente conocidos son los paisajes que se pueden admirar desde los Picos de Europa o los Pirineos. Bastante menos conocidos son los que se pueden observar desde las sierras que hay a este y oeste de San carlos del Valle, en la provincia de Ciudad Real.

No vamos a hacer en estas líneas una comparación entre las cordilleras citadas y las sierras de no mucha elevación de La Mancha. Lo que si haremos es, reconociendo que la fama acumulada  por las cadenas montañosas mencionadas es totalmente justa, intentar poner de relieve los atractivos paisajísticos de las sierras de La Mancha y zonas linderas con estas. En  nuestra opinión, los tienen, y muchos.

Ya que hemos mencionado  el precioso pueblo de San Carlos del Valle, por el momento, nos quedaremos aquí. Se trata de una pequeña población de 1.200 habitantes situada en la parte Sudeste de la provincia de Ciudad Real a una altitud de 837 m. Se encuentra ubicada entre dos sierras: la del Cristo y la del Peral. Los alrededores de estas dos crestas son zonas en las que la llanura se ondula un poco. Ambas, junto con la de Alhambra son las únicas partes elevadas en una amplia zona, por lo cual, si ascendemos hasta los picos más elevados –en torno a 1.000 m. o poco más- , en un día claro, el paisaje es precioso y la vista se extiende permitiendo la observación de decenas de kilómetros a nuestro alrededor. Mejor aún si llevamos unos buenos prismáticos.

Las tres elevaciones son en realidad una, juntas alcanzan una distancia  de unos 25 kilómetros. En esta longitud de montes continuados hay dos zonas un poco más bajas: el puerto de Vallehermoso y San Carlos del Valle. Estas dos zonas de inferior altura se han aprovechado desde siempre  para comunicar las poblaciones de uno y otro lado. En la actualidad existe en cada una de ellas una carretera en buen estado que la cruza.

Desde La Solana arrancan tres carreteras hacia el Sur: A Villanueva de los Infantes, a San Carlos del Valle y a Valdepeñas. Si tomamos cualquiera de estas vías notaremos que el paisaje manchego cambia ondulándose y, al fondo, se observa con claridad la notable cinta de elevación de las sierras citadas

Hemos mencionado la expresión “en un día claro”. Los amantes de la Naturaleza y el senderismo sabemos perfectamente que las zonas elevadas tienen un microclima particular. Las lluvias son más abundantes aquí, nieva más también y hay muchos días en los que la bruma o la niebla se presentan de forma repentina. La duración de estos fenómenos meteorológicos suele ser tan caprichosa que, a veces, poco tiene que ver con lo ocurrido en las zonas contiguas más bajas.

No digamos las tormentas, las cuales se forman y toman fuerza en las zonas elevadas, descargando en estas mayores cantidades de agua.

Las posibilidades de disfrutar de la montaña en un día claro estando en los Picos de Europa son, incluso en verano, escasas. La altura de las crestas  elevadas alcanza los 2.500 metros. Casi todos los días hay niebla o bruma, o llueve algo. O, peor aún, se forma una tormenta de las que asustan a cualquiera, como se suele decir, “en un suspiro”. Todo ello partiendo de lo que parecían cuatro nubecillas deshilachadas. Ya sabemos que a las aguerridas y resistentes personas acostumbradas a la montaña estos inconvenientes les resultan, incluso, un elemento de disfrute más, por lo emocionantes e imprevisibles que resultan. 

Sin embargo, si nos hemos desplazado desde varios centenares de Kilómetros de distancia para disfrutar de los paisajes de la zona durante dos o tres días, y no conseguimos ver en todo el tiempo más de cincuenta metros frente a nuestros ojos, puede invadirnos una sensación de desencanto.

En las sierras de La Mancha, las cuales se encuentran  más bajas, las posibilidades de disfrutar de un día claro son bastante mayores. También llueve mas aquí que en la llanura, hay  mas días de niebla y las tormentas son fuertes, pero en mucha menor medida que en los Picos de Europa. Aun en un día claro, en zonas de alta montaña con elevaciones importantes nos puede pasar –de hecho a nosotros nos ha ocurrido-  que después de superar  durísimas rampas durante dos o tres horas lleguemos a una cresta en la que hay una niebla densa… Y no veamos casi nada.

En las  cordilleras elevadas hay profundos barrancos y grandes despeñaderos que embellecen el paisaje y que hacen conveniente llevar delante  un guía que conozca la zona, no vayamos a sufrir una caída por un precipicio. Los nacimientos de ríos y la cuenca alta de estos son preciosos, uno de los mejores atractivos de estas zonas. Sin embargo, esta circunstancia obliga también a que llevemos en el grupo una persona conocedora del lugar y sus entresijos. Los cauces de los ríos llevan gran parte del año un buen caudal de agua que los hace peligrosos si nuestra ruta obliga a vadearlos; además, suele haber muy pocos puentes.

En nuestras sierras nacen algunos ríos de poco caudal, -el Azuer- e incluso muchos de ellos se secan en verano. También hay numerosos afloramientos de agua pequeños, conocidos como fuentes. Estas últimas suelen salir a la superficie en las partes más bajas de las sierras, en donde se juntan  con la llanura. Algunas de estas fuentes forman en la linde entre sierra y terreno llano una mancha densa de vegetación o incluso una laguna, la cual destaca de la vegetación de ambas zonas, decorando y embelleciendo el paisaje. 

En las sierras manchegas citadas hay decenas de rutas de senderismo que cada uno puede elegir según sus deseos o sus fuerzas. De San Carlos del Valle arrancan muchos y muy buenos recorridos guiados en todas las direcciones de los montes.

En la sierra de Alhambra nacen dos ríos: el Alhambra y el Azuer, ambos de caudal inconstante, pudiendo ocurrir  perfectamente que en verano no lleven ni gota de agua. En los años 80 del siglo XX, las autoridades de entonces ordenaron la construcción de una presa para retener las crecidas de estos dos ríos tan “informales” y solucionar de esta forma el abastecimiento a varias poblaciones próximas. La presa de materiales sin compactar, el aliviadero de esta y el pequeño pantano –muchas veces lleno y rebosando agua-  son un elemento más para embellecer el paisaje de la cara Norte de estas elevaciones.

En las partes más altas se han instalado recientemente molinos eólicos para producir electricidad. A nosotros nos gusta más el paisaje sin molinos, aunque es  evidente su utilidad en la sociedad moderna, tan necesitada de energía eléctrica. Sin embargo, nos parece mucho mas conveniente el lugar de ubicación de las modernas centrales productoras de energía en La Mancha: en mitad  de la llanura aprovechando la fuerza del sol.

Sierras no tenemos muchas, por lo cual recurso de los molinos eólicos  se podrá ampliar poco más. Pero de llanura requemada por un sol de justicia tenemos  recursos que podrían llevar a La Mancha a abastecer de luz a todo el “mundo mundial”. Y aún nos sobraria para “exportar” a La Luna, si se ve poblada algún día. 

Nosotros nunca diremos a un manchego o manchega que deje de visitar los Pirineos o los “Alpes de Heidi”, cuyos paisajes son, evidentemente, preciosos. Lo que quizás si le preguntemos es si conoce la sierra de Alhambra  o la del Cristo. Si la respuesta es negativa le expondremos los encantos paisajísticos de nuestras zonas elevadas;  uno de ellos…Que están aquí mismo.


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