La muerte reciente de Blas Camacho ha hecho posible que se recuerde la impecable trayectoria profesional y política de este gran tomellosero. Pero detrás de ese abogado y político hubo un hombre con muchos y buenos valores, alguien que fue niño, joven, estudiante que compartió su vida con la gente de su generación, el Blas Camacho más cercano del que nos ha hablado uno de sus mejores amigos: Ramón Serrano García. Y para ello ha tenido que hacer un gran esfuerzo memorístico puesto que se conocieron desde muy pequeños.
“Presumo de ser uno de sus más antiguos amigos. Cuando era niño, allá por el año 43, Blas vivía en la calle de la Feria, en una casa que también vivía su abuela, creo que se llamaba Flor y era de Losar de la Vera, un pueblo de Cáceres. Me juntaba mucho con él y recuerdo mucho una estufa, aquellas denominadas Salamandra, que era realmente bonita y que desprendía un agradable calor. Se estaba en la gloria en aquel salón”.
Blas y Ramón fueron compañeros en el colegio de los Padres Carmelitas y Serrano recuerda con precisión suiza la fecha en la que hicieron la primera Comunión, un 7 de junio de 1946, junto a otros conocidos tomelloseros como Juan Antonio López, José Luis Ramírez, Esteban Montaña o Jesús Ruiz Díaz-Cano. Serrano nos revela un curioso dato sobre las fechas de nacimiento de aquellos buenos amigos, casi correlativas. “Blas nació un 24 de diciembre de 1939; Esteban Montaña nació el 26 de diciembre de 1938, Juan Antonio López nació el 27 de diciembre de 1938 y yo vine al mundo el 11 de enero de 1939”.
“Cuando empezamos el Bachiller, -prosigue contando Ramón Serrano-, su padre lo mandó a estudiar a Valladolid, pero luego regresó y lo acabó con nosotros en Tomelloso. Hicimos algunas obras de teatro, algunas eran en Navidad o con motivo de la fiesta de Santo Tomás de Aquino . Había quienes tocaban la armónica, otros la guitarra, había quien recitaba magníficamente como Carlos Pons, otros hacíamos una pequeña comedia, había también coros…Tengo por ahí una foto en la que aparecen cantando Santiago González Laguna y Antoñito López García y también está Blas. Todos estamos vestidos de baturros. Las familias iban a vernos porque era un acto entrañable en el que lo pasábamos muy bien”.
Concluido el bachillerato, su padre lo mandó a estudiar a Deusto, una de las Universidades más prestigiosas de la época. “Nos veíamos siempre que podíamos y recuerdo que me juntaba también mucho con él en Mirasol, donde también vivió. Me pillaba cerca porque yo vivía en el Barrio del Carmen. Allí subíamos, bajábamos, nos bañábamos en un pilón que tenían y el tren pasaba justo al lado de la finca”. Rememora también algunos escarceos amorosos, “aunque su padre solía cortar de raíz cualquier intentona para que no se despistara de los estudios. Su padre se preocupó mucho por la formación de su hijo y Blas respondió siempre. De hecho también estuvo un tiempo estudiando idioma en Inglaterra”.
Gran complicidad
Se detiene también en los tiempos en los que la familia vivía arriba de donde estuvo el Banco de Bilbao, justo al lado del Bar Avenida. “El banco estaba en la planta baja y en la primera vivía Blas con toda su familia y en la segunda estaba la Inspección de Alcoholes y vivía el Inspector de Alcoholes”. Acto seguido realiza un esfuerzo por ir detallando el árbol genealógico de la familia y otras casas donde vivieron los Camachos que proceden de Manzanares.
Se emociona Ramón Serrano al recordar tantos momentos de complicidad y amistad. “Era una buenísima persona, muy noble. Nos solíamos pinchar entre nosotros, más que elogiarnos, en broma todo, por supuesto”. También recuerda el día de su boda con Mari Cruz en una Iglesia de Madrid, muy cercana a Alcobendas. “Hemos convivido mucho en cenas, viajes y siempre que el tiempo se lo permitía coincidíamos en Tomelloso o en Ruidera. El Teatro de la Zarzuela lo conocí gracias a él y me confesaba algunos problemas que en un momento podía tener en su actividad política, pero jamás le escuché criticar a nadie, ni de su propio partido ni de formaciones adversarias. Nunca me contaba cotilleos de la política”. Ramón también destaca de Blas su “permanente preocupación religiosa, algo que mantuvo hasta el final de su vida y el amor por su pueblo”.
Al final, habla de pasada de su amistad con Adolfo Suárez, “tenían trato”y recuerda su última conversación con Blas, el día de su cumpleaños. “El 24 de diciembre fue la última vez que hable con él, aunque con su mujer Mari Cruz lo hice más veces. Estos son algunos recuerdos, pero podía haber contado muchas más cosas, después de toda una vida siendo amigos”, concluye y se vuelve a emocionar
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Sábado, 23 de Noviembre del 2024
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