La hostelería de Tomelloso ha reaccionado de forma desigual a las medidas de reapertura decretadas por la Junta de Comunidades el día de ayer.  Este viernes se ha podido comprobar que algunos bares y restaurantes han abierto sus puertas, pero otros permanecen cerrados. Los hosteleros que han decidido abrir se han mostrado también críticos con las medidas, especialmente con la aplicación del Código QR que consideran que vuelve a criminalizar a un sector "que no es el responsable de los contagios", aseguran. 

Ramón Sánchez, propietario del Bar Alhambra, considera “un suicidio abrir en estas condiciones. Poner en marcha el bar y el restaurante con un tercio de su capacidad no me da para mantener a mis ocho empleados ni tampoco para el pago de facturas, costes de Seguridad Social y otros gastos”. El hostelero también discrepa con la medida de la aplicación del Código QR pensada para el funcionamento de los rastreadores y lamenta que “solo se  imponga a la hostelería  y no al resto de sectores. Además, hay muchas personas que no disponen de internet o wifi en sus teléfonos  con lo que se nos plantearía la desagradable situación de decirles que no pueden pasar al bar. Creo que son las condiciones más adecuadas para que podamos retomar los negocios con garantías”.

Por otro lado, Ramón Sánchez tampoco comparte los criterios establecidos para tener acceso a ayudas y subvenciones. “Se toman como punto de referencia los últimos trimestres del 2019 y del 2020 para demostrar unas pérdidas del 40 por ciento. Pero en esos periodos los bares estuvieron abiertos y habría que cotejarlo con los meses en que no pudimos abrir. He hablado con compañeros del sector y esas condiciones no las cumple nadie. Todo es propaganda política más que otra cosa. Me dice mi gestor que el ochenta por ciento de empresas de restauración que gestiona ninguna ha podido acogerse a esas ayudas”.

Esteban Morales de la Marisquería de Pinilla, ha decidido abrir su restaurante. “Hay que agarrarnos a cualquier sorbo de agua que nos puedan dar en esta travesía del desierto, pero reconozco que la situación es muy complicada. Con las limitaciones de aforo, a todos los hosteleros no les va a resultar rentable abrir. Lo que disponemos de locales un poco mayores lo podemos intentar, pero hay que comprender a los compañeros que deciden no abrir. El solo hecho de poner en marcha los hornos, las cámaras, la maquinaria de extracciones genera ya unos gastos muy importantes y hay que pensarselo mucho porque las restricciones son demasiadas”.

A pesar de abrir, Morales se muestra muy crítico con el trato que la administración está ofreciendo al sector. “Están jugando y hacen lo que quieren con nosotros, -se queja-. "Se pudo ver el otro día cuando nos manifestamos en Toledo, donde todo fueron trabas, nos tuvieron retenidos en varias ocasiones y ningún político se acercó por allí para dar explicaciones. Lo que están haciendo con la hostelería es una injusticia”.

El responsable de la Marisquería de Pinilla opina que “abrimos más por las ganas que tenemos de trabajar, que por los beneficios que podamos sacar. Los clientes también tienen ganas se salir, de hacer vida social. Y hay que recordar que si los bares no funcionan, la economí de otros muchos sectores también se resiente”.

“Solo pedimos trabajar”

El Orbe Kitchenbar ha decidido abrir sus puertas, pero su propietario, Pedro Belmonte, asegura que  “cada hostelero hace su valoración según sus circunstancias y economía, nosotros abriremos, pero comparto la opinión de la mayoría de los compañeros de que las medidas son negativas. Mucha gente va a abrir porque tiene que llevar comida a su casa,  pero la apertura será complicada. La gente está molesta con lo de la aplicación. ¿Por qué en un restaurante sí y en un supermercado no?, -se pregunta-. Los clientes nos están dando un apoyo abrumador y tenemos un servicio de comida para llevar que no nos da para vivir, pero por lo menos la cabeza la tienes entretenida después de la agonía que estamos pasando”.

Para Pedro Belmonte una medida más razonable sería “haber permitido una reapertura del cincuenta por ciento en el interior y del cien por cien de las terrazas que, al fin y al cabo, están en el exterior”. Belmonte quiere transmitir su total apoyo a los compañeros de sector. “Hay gente joven que ha invertido mucho esfuerzo y dinero y están machacados moralmente por este año tan catastrófico. Lo único que queremos es trabajar, sacar a nuestros empleados del ERTE y poder funcionar con la mayor normalidad posible. Ya no se trata de ayudas, solo queremos trabajar. Las medidas que van poniendo cada vez van a peor y lo más negativo es la incertidumbre que se genera. Muchas veces no sabes qué hacer”.

El responsable de las cafeterías New York y Viena, Fernando Rubio, se encontraba esta mañana trajinando en el primero de los establecimientos. El hostelero se encontraba colocando carteles informativos para dar a conocer que el aforo máximo es del 30 por ciento y que es necesario un código QR para acceder al local y dónde se puede obtener.

A pesar de que este viernes ha abierto la puerta de su local, Rubio se muestra “muy indignado”. Asegura que “esto así no puede ser. Hay gente que viene de paso, otros que solo pasan al servicio y clientes que viene a por comida para llevar. También hay quien no tiene smartphone y otros que no saben como va esto”. El hostelero cree que el control por medio del QR “está dificultando la actividad hostelera. No tiene sentido que en otros sitios pase todo el mundo sin ningún control y en la hostelería haya que señalar a la gente que pasa a tomarse la tostada del desayuno”.

Está de acuerdo con las restricciones, con la higiene o incluso con la reducción del aforo, pero no está de acuerdo en “registrar a personas. A quien no tenga teléfono habrá que hacerles nosotros el registro”. Remata el hostelero señalando que “no nos dejan trabajar”.