Aunque Baudelio Perona, según las cuentas, tenía los ochenta años vencidos, pero que muy vencidos, conservaba el pelo negro, de negro caldereta, que le asomaba como cerquillo de clérigo bajo la boina negra, que nadie jamás le vio apeada de la bóveda occipital. Como tantos hombres de su condición y nacionalidad tomellosera, llevaba la boina atornillada sobre la testa desde que se logró mocete y no se la descendía, aunque echasen bandos y requerimientos, a ninguna hora del día o de la noche. Que ni a la iglesia iba por no destocarse. Y sólo en los entierros de gran cumplimiento se la alzaba dos dedos del flequillo con muchísimo pulso, en señal de excepcionalísima reverencia. Cuestión de honra entre los viñeros más viejos del lugar. La goina puesta hasta la muerte. Era mote de la casta virula.
FRANCISCO GARCÍA PAVÓN
Nuevas historias de Plinio. Muerte y blancura de Baudelio Perona Cepeda
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Martes, 23 de Abril del 2024
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