Entre las mantas y por el suelo, habían fotografías pornográficas y cigarrillos. En una nevera portátil, refrescos y alimentos. Plinio, cuando todo lo tuvo visto, se sentó en el colchón, se bebió una botella de naranjada y encendió un cigarro. ¡Qué habrá pasado aquí, Dios mío! ─pensaba─. Qué habrá querido hacer este pobre muchacho… Claro que está viva, y según cuenta, si la Rosita tenía virgo, no lo ha perdido con este muchacho tan desdichado por la punta de la barriga. El hombre habrá querido hacer la última intentona para avivarse el príapo y, claro está, no le ha respondido… La verdad es que un hombre con el pudendo inservible, máxime si es joven, es para enloquecer. Tener las ansias ensacadas en el cuerpo como todo el mundo, la simiente agitándose en los compañones… y la verga caída como una corbata. Qué drama. Me lo explico todo y más. Qué biografía, macho. Así por los años y por las calles. Viendo mujeres y oyendo a los hombres hablar de follaciones con posturas tan divinas… Si al menos se inventara algo para quitarle el gusto a estos faltos y que viesen una mujer como quien ve una Fanta. Pero sí, sí, toda la vid con el ansia de hacer fuego, y la escopeta con el cañón doblado».
FRANCISCO GARCÍA PAVÓN
El rapto de las Sabinas
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Viernes, 22 de Noviembre del 2024
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