En Tomelloso, además de las labores propias del campo, en
las que la secularmente mujer ha apoyado las tareas del varón, con el
desarrollo de la industria vitivinícola a partir de la segunda mitad del XIX, nacieron
dos oficios específicamente femeninos, las terreras y las lieras. Las primeras se han convertido en uno de los
inequívocos símbolos de Tomelloso y en un ejemplo de la lucha de aquellas
aguerridas mujeres por la igualdad.
Las terreras están representadas en la plaza de España y han sido ampliamente pintadas y fotografiadas. También han sido el icono de una mítica marca de anís de Tomelloso. La portada de la revista Blanco y Negro del 20 de septiembre de 1896 está dedicada a dos mujeres trabajadoras de Tomelloso. “Ofrece dicho pueblo [Tomelloso] la particularidad de ser acaso el único de España donde usan pantalones las mujeres”, subraya el redactor.
Una de las cosas que más sorprende al visitante de Tomelloso
son esos enrejados que, a modo de tragaluz, dan las aceras de la mayoría de las
calles la ciudad una imagen ciertamente particular. Se trata de las lumbreras,
esto es, la conexión entre la superficie y tesoro que esconde el subsuelo de la
ciudad. Sin duda, uno de los elementos que mejor reflejan la particularidad de
Tomelloso.
Cuando a finales del XIX se impuso el cultivo masivo de la
vid, en Tomelloso se planteó la necesidad de construir grandes bodegas para
almacenar la producción de vino. El subsuelo de la localidad tiene una gruesa
capa de tosca por lo que se podía construir bodegas subterráneas sin la necesidad
de columnas y bóvedas. Para llevar a cabo la construcción de la cueva-bodega
solo se necesitaba un picador y dos terreras. Además de cuevas, las terreras
también participan en la excavación de pozos y sótanos.
Las terreras eran las encargadas de retirar la tierra que un
hombre, el picador, había acumulado en espuertas. En la superficie, dos
terreras subían con una polea los restos de la excavación. Las terreras estaban
muy especializadas y se agrupaban, normalmente, en parejas laborales estables.
Dependiendo de las dimensiones de la cueva a excavar, se podían conformar equipos
con más de una pareja, dos terreras abajo y dos arriba evacuando tierras y uno
o varios hombres picando.
Las lieras eran las encargadas de retirar las madres del
vino o lías. Eran los restos pastosos que quedaban en las tinajas tras la
fermentación del vino. Al igual que las terreras, trabajaban por parejas. Estos
trabajos resultaban una fuente de ingresos necesaria para muchas mujeres con
economías precarias
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Martes, 29 de Abril del 2025
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