El Teatro Marcelo Grande de Tomelloso levantó el domingo de
nuevo el telón tras casi cinco meses de parón por las medidas decretas por la
autoridad sanitaria. Y el teatro volvió de la mejor manera posible, con “Esperando
a Godot”, la archiconocida y muy representada obra de Samuel Beckett. Un montaje
producido por Pentación y dirigido por Antonio Simón, con un soberbio reparto Pepe
Viyuela, Alberto Jiménez, Juan Díaz, Fernando Albizu y Jesús Lavi, que recibió
una gran ovación del público.
Se vendieron todas las entradas disponibles, el 30 por
ciento del aforo, dada la expectación levantada por la obra. “Estamos más
repartidos que la lotería del niño”, señaló un espectador al ver la separación existente
entre localidades para cumplir las normas sanitarias. Unas medidas que el
personal de Cultura aplicó diligentemente. El imaginario telón se levantó unos
minutos después de la hora prevista, precisamente por el cumplimiento de las
normas sanitarias. Se notaba que el respetable estaba ávido de teatro y
disfrutar (como así fue) con la obra más representada del siglo XX.
Sobre un escenario sobrio (dos vías y un árbol), dos
personajes Vladimir o Didí (Alberto Jiménez) y Estragón o Gogó (Pepe Viyuela),
esperan a Godot. Los dos personajes, Laurel y Hardy se nos antojan en algunos
momentos, matan el tiempo hablando o con absurdas ocurrencias. Son
interrumpidos por Pozzo (Fernando Albizu), que asegura ser el dueño de la tierra
en la que están. Lleva atado del cuello a su criado Lucky (Juan Díaz). Cuando ellos
abandonan el escenario, un Muchacho (Jesús Lavi) llega con un mensaje de Godot:
“Aparentemente, no vendrá hoy, pero vendrá mañana por la tarde”.
La obra descansa sobre Vladimir y Estragón (Jiménez y
Viyuela) que llevan a cabo un hercúleo trabajo interpretativo. Por supuesto que
Díaz y Albizu no desmerecen, saliendo airosos del reto que supone enfrentarse a
los protagonistas con su gran labor escénica. La obra no da tregua al
espectador, son dos horas en las que Beckett (y Simón interpretándolo para nosotros)
no nos deja relajarnos. El público disfrutó con los diálogos calmados, con la
pulcra dicción de los intérpretes a los que se les entendía absolutamente todo,
hablaban saboreando las palabras. En la obra, y esa es su grandeza, no ocurre
nada importante y las acciones se repiten monótonamente.
Como nos adelantó Pepe Viyuela, el humor (vitriólico, negro,
amargo en algunas ocasiones) prevalece en el montaje de Antonio Simón. Dándole
aún más fuerza a los dos protagonistas, unos excluidos de una sociedad de la
que no quieren formar parte. En repetidas ocasiones se plantean si no es mejor
que no estén juntos. O incluso se plantean ahorcarse como mejor solución.
Lógicamente, nunca llega Godot, ni se desvela eso tan
importante que Estragón y Vladimir tienen que hablar con él. Pero todos lo que
estuvimos el domingo en el Marcelo Grande disfrutamos con la espera. La obra
terminó con una soberbia ovación al elenco que tuvo que salir a saludar varias
veces.
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Miércoles, 17 de Abril del 2024
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