Este
viaje me es más difícil de relatar, fueron dieciocho días intensos y por eso
voy a tratar de hacerlo lo más ameno posible.
Se empieza a cocer a raíz de que la compañía Air Europa inauguraba
una línea Madrid-Pekín en vuelo directo y tenían unas ofertas muy apetitosas.
Me llaman una mañana mis chicas de Halcón Viajes, Esther, Mercedes y Mari Luz,
me cuentan la historia, total que me venden la burra, adquiero los billetes, se
lo cuento a mi mujer, y lo corriente, muchacho que tú estás loco, si yo estoy loco,
pero ella ya estaba haciendo las maletas. El cuatro de septiembre salimos hacia
Madrid, dejamos el coche en el garaje
que tiene mi hermana y a Barajas. Nos presentamos en el mostrador de Politours
y todavía estaba cerrado, abren ya y fuimos los primeros, mira tú a uno de
Tomelloso le van a ganar los del foro, el operario coge los billetes para
darnos las tarjetas de embarque y nos dice:
-Para estos viajes y hasta llegar a destino, uno del grupo se
tiene que hacer cargo de todos, todo esto por orden estrictamente
gubernamentales. Siempre se elige al que factura primero.
-Pero si yo no sé Ingles ni menos chino.
-No hay problema ya están acostumbrados.
Total, con un periódico como en los San Fermines voy reclutando
al grupo total veintiocho, les explico que tienen que estar pegados a mí una
vez en Pekín y que me sigan los pasos.
Embarcamos, y para arriba, nada nueve mil trescientos kilómetros,
del ala y once horas volando, desembarcamos y llega el momento de mi actuación,
aparto el grupo en un lado, me voy con los papeles a la policía, que policías
había más que cuando juega el Madrid-Barça, les entrego las listas y en un
control un chino como un alcahuete, pero con más mala idea que el sargento
Penicilina, van pasando no sin mirarlos mil veces de arriba abajo, todo bien
hasta….que se para la cola, el chino venga mirar a una Sra. de nuestro grupo y
poniendo un dedo en el pasaporte y otro en la lista de Politours, y nada que no
la dejaba entrar y cómo le preguntaba yo
que es lo que pasaba, menos mal que venía detrás uno de los pilotos del avión
le dijimos lo que había y es que la tilde de la eñe no iba en la lista y si en
el pasaporte, ya por fin pasamos y vimos al guía, allí los guías no pueden
entrar al área del aeropuerto tiene que ser ya en los aparcamientos, hicimos
las correspondientes presentaciones, al bus y al hotel, por si alguno le pilla
de paso y quiere ir a Beijing el Hotel era el Novotel.
Tomamos posesión de nuestra habitación y casi sin deshacer
maletas nos metemos en la ducha pues calor no es para contarlo, allí sudan
hasta los guerreros de Xian, luego la diferencia de temperaturas, en los
Hoteles disponen de un aire acondicionado de lujo y claro al asomar las narices
a la calle a sudar a chorros.
Esa primera tarde estábamos un poco despistadillos, la
teníamos libre y apenas si conocíamos al grupo anduvimos dando vueltas
alrededor del Hotel para no perdernos, le propongo a mi mujer ir a ver la Plaza
de Tiananmen, pues de noche Pekín cambia un montón, de día una ciudad muy
grande, pero de noche es una maravilla tiene una iluminación espectacular, accede
a mi petición y claro sin tener ni idea de donde estamos y menos conocimiento
de chino, vamos a una parada de Taxis le digo al taxista donde queremos ir y
dice que no, se lo decimos a otro y lo mismo y así cuatro o cinco, en estas que
pasa un chino con un triciclo me da en el hombro y me dice: yo Tiananmen,
dándose golpes en el pecho, el hombre tendría 50 años y como un alambre, le
digo que donde va con casi 160 kgs. de peso, nada el hombre empeñado y dándome
empujones para subir al “taxi”, ya me dice el precio, creo que fueron 250
yuanes, al cambio 25 euros, entonces diez yuanes eran un euro, por fin se pone
en marcha, llevaba como un motorcillo adherido a la rueda delantera y eso le
ayudaba algo, el pobre hombre no hacía nada más que pasarse un trapo por la
cara para quitarse el sudor, nosotros sufriendo por verlo, de momento se le
sale la cadena la pone y otra vez dale a los pedales. Tenemos que cruzar una
avenida que la Castellana es la calle el Codo comparándolo con aquello, pasando
miles de coches, si he dicho miles, y en medio de la avenida otra vez se le
sale la cadena, yo pensaba ¡coño que no nos hemos matado en el avión y aquí nos
dejan fritos!, pues los semáforos se los pasan por el forro y los pasos de
peatones ni te cuento, además todos los coches o motos tocando el claxon, de
locura. Por fin llegamos a nuestro destino sanos y salvos, intento convencer al
chino que volvíamos en taxi pero nada no hubo manera se quedó allí esperando.
Lo que teníamos delante de nuestra vista era espectacular una
plaza enorme, cuarenta hectáreas, la iluminación no se puede describir, y gente
mucha gente, bueno China de día es bonito pero de noche es una maravilla todos
los edificios iluminados como los americanos iluminan sus casas para Navidad,
las pagodas con esa cantidad de colores, y anuncios comerciales y como no la
enorme foto de Mao Tse Tung, eso sí todo lo que han gastado en iluminar plazas
y demás se lo han quitado a las calles, están muy pobres de luz y algunas,
muchas, casi a oscuras.
Eran sobre las once de la noche, y teníamos que regresar al
Hotel busco al “taxista” y si la ida fue
una odisea la vuelta no tuvo desperdicio, cruzamos la gran avenida sin nada
reseñable, pero faltando como quinientos metros para llegar vienen de frente ocupando
toda la calle gente en bicicleta, que por lo visto cambiaban el turno de
trabajo, como la marabunta a miles, y nosotros en medio ahí ya dije ¡esta no la
saltamos!, por fin ya veo la entrada al Hotel y claro la salvación, le pago al
chino y le digo que ni se le ocurra proponerme otro viajecito.
Ya estamos en la habitación algo relajados después de una
ducha y de comentar la aventura de la tarde y a dormir…. pero todavía no se
había acabado el día, sobre las cuatro de la madrugada me da un aviso la próstata
y claro tengo que ir al baño y cuál es mi sorpresa que la puerta estaba con el
seguro por dentro puesto, son pomos que llevan un agujerito y le introduces un
alambre fino y se abre, yo lo sabía como ferretero que soy, pero donde estaba
ese alambre, así que me hago las cuentas ¿cómo le digo al recepcionista el
caso? yo de inglés las cuatro palabras sueltas y de chino ya es otra cosa, así
que me armo de valor bajo a recepción y allí estaba un chino con la sonrisa de
oreja a oreja, y a base de señas le pido un papel y lápiz me los da y le pongo,
“room 350, wc closed, no open”, el operario me dirige otra sonrisa nos subimos
al ascensor y solucionamos el problema.
Para ser el primer día no ha estado mal, muy entretenido.
Ya estamos preparados para salir ya desayunados y con los
abanicos puestos a punto, bien engrasados, las zapatillas ajustadas y la
ilusión de pasar un buen día. Ya en el autobús nos dan una vuelta…grande por
Pekín y nos dirigimos a la Plaza de Tiananmen, si de noche nos pareció enorme,
de día se ve toda su majestuosidad, de todas formas no tiene nada que ver es
completamente distinta, vimos el Monumento a los Héroes del Pueblo, y la Ciudad Prohibida, fue palacio de 24
emperadores de las dos últimas dinastías Ming y Qing, ahí son 72 hectáreas,
9.999 ventanas, que simboliza la paz eterna, visitamos el Palacio de Verano, el Lago Kunming, y jardines y más jardines una maravilla y todo cuidado al máximo,
hicimos en alto para tomar fuerzas, creo que regresamos al hotel para
refrescarnos estirar un poco las piernas y de vuelta al tajo, al atardecer nos
llevaron a ver una Opera China, que
cuando empezaron a cantar con una voz chillona, que parecía que estaba cantando
la Gracita Morales, todos los espectadores, guiris, soltaron una carcajada y
hubo un momento que me dije aquí nos fusilan,
menos mal que llegó la cordura y todo acabó airosamente. De ahí nos
fuimos a un restaurante a degustar el Pato
Laqueado, que es un plato típico de China, yo lo probé, pero una y nada más
Sto. Tomás. Ya con nuestros estómagos aliviados, regresamos al Hotel, ducha y
cama que la teníamos merecida.
Hoy nos amanece un día nublado con amenaza de lluvia, y
tenemos un día duro pues nos vamos a visitar la Gran Muralla y el Templo del Cielo, es el Templo más grande de
China, de la Gran Muralla que voy a decir, no tengo palabras me parecía un
cuento el que estuviéramos por allí, no me lo podía creer, yo imaginaba algo grandioso,
pero no tanto, por la parte a la que accedimos, a unos 70 kms. de Pekín, tiene
una anchura de seis metros u ocho y piso para poder pasear cómodamente y cada
200 metros hay una especie de garitas de vigilancia, dicen que es la única
construcción humana visible desde la luna, de verdad que es un sueño es otro
mundo. Este viaje me está costando el poder relatarlo, pues por mucho que
cuente no os podéis imaginar lo que están almacenando mis retinas, tantos
templos, pagodas, por ejemplo, el que estamos ya visitando el Templo del Cielo,
donde los emperadores de las Dinastías Ming y Quing rendían culto al cielo y
rogaban por abundantes cosechas, por dentro tiene varias salas, enormes, a cada
cual más bonita.
Regresamos al hotel, y esa noche como casi todas salíamos en
grupo a cenar, siempre por los alrededores para no despistarnos pues como
comenté anteriormente la iluminación deja bastante que desear y hay avenidas
mejor iluminadas y calles paralelas casi a oscuras, bueno pues salimos en busca
de aventura y a buscar un restaurante que fuera aceptable, íbamos por una calle
casi a ciegas y al final vemos un luminoso que ponía más o menos: Restaurante
de lujo con salas VIP, pues nada allí que vamos, pasamos los trece (el grupo
entero eran 28 pero hicimos más amistad los trece) subimos a los comedores,
salen tres o cuatro chinos haciendo reverencias y su sonrisa de oreja a oreja,
nos acomodamos, nos dejan la carta y tienen la costumbre de ponerte un vasito
de plástico y te lo llenan de cerveza y éramos todos buenos bebedores de birra,
llamo a uno de los camareros y le digo, más bien le hago señas, que queríamos
cerveza pero una botella para cada uno, curiosamente la cerveza era San Miguel
y botellas de ¾, me mira extrañado llama a otro compañero se hablan entre ellos
y se me acercan para que les confirme que quería trece botellas, al rato
aparecen cinco o seis camareros para llevarnos la bebida y mirándonos como
bichos raros, yo estaba sentado al lado de una ventana y me quedé mirando las
cortinas, sería por deformación profesional, y no me lo podía creer tenían
grasa y guarrería para dar y tomar, yo
me callé no quise poner malos cuerpos. Nos llevan la carta tenían de todo y
como las mesas todas son redondas y en el centro tienen un cristal giratorio y vas eligiendo lo que más te
apetezca, yo siempre comía lo mismo una especie de berenjenas en salsa de
tomate le ponía arroz y poco más, los compañeros pidieron chuletas de cordero,
otros sopa con una carne en salsa, de todo muy variado para luego ir picando
¡ah! algunos rollitos de primavera que si que estaban ricos, al fin llevan las
viandas y lo primero que veo las chuletas de cordero, eran de palo pero de palo
largo, ya no me pude callar y les digo: chicos yo no entiendo mucho de carnes
pero estas chuletas si no son de un galgo les faltan poco, nadie las tocó.
Pedimos la cuenta, llegan dos chinos y me la entregan, abro la factura me quedo
sin respiración y todos los socios me miran esperando el sablazo, y les digo calmaos hombres de poca fe, la
cuenta asciende a…… quinientos treinta yuanes, entre trece a ochenta con quince
la pareja, al cambio nuestro, ocho cincuenta euros, entonces se hizo junta
económica y se aprobó por mayoría absoluta pagar a diez euros por pareja,
pusimos el dinero en una bandeja se lo damos al camarero y a los cinco minutos
vuelve con el dinero y nos dice “que no que nos hemos equivocado y hay dinelo
de más, mucho dinelo, mucho dinelo, irían 220 yuanes de propina”, y le digo que
no que eso era para ellos por lo bien que nos han atendido, yo no sé qué cara
pondrán si les toca la lotería pero no paraban de hacer inclinaciones y si
había en el Restaurante veinte camareros todos se pusieron en la escalera a
despedirnos, hasta los de la cocina, igual que en Colonia que les dejé UN marco
y al salir a la calle me lo tiró a la cabeza.
Aquí nos despedimos de Pekín, ya cuando nos levantemos
salimos para Xian, pero para no cansaros os lo contaré en otro golpe de bomba.
Hasta luego.
José Antonio Negrillo Martínez
Nota:
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Martes, 29 de Abril del 2025