Opinión

"Quedar como Cagancho en Almagro"

Juan José Sánchez Ondal | Domingo, 4 de Abril del 2021
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Las primeras veces que oí decir “Quedó como Cagancho en Almagro” me preguntaba: ¿Fue un personaje real, o  imaginario? Si fue un personaje real, ¿Quién fue Cagancho? ¿Un actor de comedias que actuó en el famoso Corral de la ciudad manchega? ¿Un torero que toreó en su plaza? ¿Cuándo vivió? ¿De dónde proviene esa frase? ¿Cómo se popularizó y por qué?

Sin duda no hace referencia al mítico caballo de rejoneo de ese nombre que tanta gloria dio a su propietario, Pablo de Hermoso de Mendoza, a finales del siglo pasado.

Descubrí que Cagancho fue un personaje real. Era el apodo familiar de Joaquín Rodríguez, homónimo del diestro “Costillares”, pero de segundo apellido Ortega, nacido en Sevilla, en el barrio de Triana, el 17 de febrero de 1903. Gitano, hijo de una cigarrera y un herrero y nieto de un cantaor de flamenco.  

Respecto del apodo se han dado muchas y  variadas versiones. Las malolientes de la prensa taurina catalana, (entre otros escritos: Porque, vamos, francamente, / ese apodo impertinente/ es una ofensa al olfato, / por lo nuevo y maloliente, / no le cuadra dignamente / a un artista de boato.” ). Las de que sus antepasados herreros hacían ganchos para las romanas: “Ca gancho a dos reales”. La de que vendían ropa en mercadillos: “A real ca gancho”. Y la más extendida,  más amable y lírica,  de que  se lo pusieron a su abuelo el cantaor, en su juventud, porque entonaba como un pájaro de Huelva,  el “cagancho”, que canta de maravilla. 

Primo de Francisco Vega de los Reyes, Curro Puya, el primer “Gitanillo de Triana”, al que  en 1931, vestido de  ceniza y oro, quitó la vida el toro Fandanguero  en Madrid.

Aquel Cagancho, gitano de ojos verdes, se dedicó al arte del toreo debutando en público en  1923, en San Fernando (Cádiz), con novillos de Bohórquez.  Un año después, el  25 de julio de 1924, hizo la presentación oficial ante sus paisanos en la Real Maestranza de  Sevilla, en el transcurso de una modesta novillada nocturna. En Las Ventas lo hizo el 5 de agosto de 1926, con novillos del marqués de Villamarta, cosechando un éxito rotundo. Tomó la alternativa el 17 de abril de 1927, en la plaza de Murcia siendo su padrino Rafael el Gallo con el Toro "Orejillo", de la ganadería de Carmen de Federico, inaugurando ya el escándalo.

Entonces se escribió: “Ya es Cagancho matador, / que el Gallo le dio cartel, / y ya da en el redondel / el cañí, como orador, / el mitin mejor que aquél. / ¿Qué va a ser de este gitano?/ ¿será abismo, cumbre o llano?/ Nadie lo sabe de fijo; / hoy por hoy es un arcano, / mejor dicho: un acertijo.” 

Confirmó  la alternativa en Madrid, el 22 de junio de ese año, teniendo como  padrino a Valencia II y de testigo a Lalanda, con el toro "Naranjo", de María Montalvo. En esa temporada toreó  46 corridas en España con desigual fortuna y 10 en México. El día 7 de mayo de 1931, en el coso de la Villa y Corte,  nueve años después de que en ella muriera Granero, caía herido de gravedad por un  toro de Alipio Pérez-Tabernero, que le infirió dos cornadas, una en cada muslo, no pudiendo volver a hacer el paseíllo hasta el día 2 de agosto en  que reapareció en Cádiz. En la temporada de 1934, el 21 de octubre, participó en la corrida oficial de inauguración de Las Ventas (Madrid),  alternando con Belmonte y Lalanda,  obteniendo un gran triunfo y saliendo a hombros según  nos cuenta Gregorio Corrochano en su crónica de ABC del 23 de octubre. En la de 1935 torea 30 corridas en España, lidiando otras  en América, interrumpiendo la guerra su trayectoria taurina.

Y en las fiestas de Tomelloso de septiembre de 1933, como nos informa en este periódico (25 de marzo de 2021) Ángel Martín-Fontecha , el día 12, torearía nuestro Cagancho, mano a mano, con Manolo Bienvenida, ganado de Domecq, ofreciendo un espectáculo, síntesis de su estilo: “dos avisos en su primer toro, [y] terminó su actuación entre ovaciones y aplausos”.  Por nuestra cuenta hemos encontrado que volvió a torear en la feria tomellosera de 1935, el 11 de septiembre, toros de Santa Coloma, en sustitución a El Estudiante, alternando con Armillita y Curro Caro. En el primero, a pesar de realizar una “faena valentona”, cosechó pitos al matar de una estocada y tres descabellos, resarciéndose en el cuarto al que muleteó “adornado”, obteniendo ovación y oreja, aunque resultaría eclipsado por la gran faena de Curro Caro al tercero que vio premiada con dos orejas, rabo y vueltas. (La Libertad - Año XVII Número 4820 - 1935 septiembre 12 (12/09/1935), p. 4.)

 

 

Cagancho llegó a ser uno de los ídolos de la afición mejicana donde desde 1953 se quedó residiendo. Allí, llegó a cortar ocho rabos entre los años  1932 y 1936.     En la plaza del Toreo de México, D.F., el 27 de diciembre de 1931 en corrida a beneficio de la Asociación de la Prensa toreó con  Vicente Barrera, Fermín Espinosa, Armillita Chico y Alberto Balderas, toros de Zotoluca.  Se otorgaban la "Medalla del Arte " y la "Medalla del Valor". En el quinto toro hizo enloquecer al público con una faena tan sublime y pródiga en bellezas que, luego de pinchar una vez y dejar un volapié de perfecta ejecución, produjo el delirio; le concedieran las orejas y el rabo y por unánime aclamación la "Medalla del Arte". La del Valor  fue para Vicente Barrera.

Santainés relata que lo vio torear en la Monumental de Barcelona el 7 de junio de 1942, donde hizo una magistral faena pero que un  espectador comentó: “¡Qué buen toro le ha tocado a este torero!”, a lo que Pepe Berard, gran amigo de Cagancho respondió: “¡Que buen torero le ha tocado a ese toro!”.

Protagonizó  varias películas: Pasión gitana (Díaz Morales, 1945),   Los amores de un torero (1945), ambas con Carmen Amaya y Ángel Garasa y trabajo en Santos el magnífico (Budd Boetticher, 1955) junto a Antoni Quin.

Volvió a España, casi a escondidas, en los años 60. Decía que no quería que lo vieran viejo todas las mujeres que le amaron.

En México, una vez retirado pasó apuros económicos. El presidente de la República, López Mateos, le nombró consejero de Gobierno para poder pagarle un sueldo a final de mes. En una reunión el consejero de Economía, celoso por el trato de favor hacia el torero, le preguntó en público: «Maestro, ¿sabe usted inglés?», a lo que Cagancho respondió con total tranquilidad: "Ni Dios lo permita".

Falleció en la capital  de Méjico el 1 de enero de 1984, a los 81 años,  víctima de un cancer de pulmón, habiendo  alternado con todas las figuras de las distintas épocas taurinas que se sucedieron durante su larga vida profesional,  desde  Belmonte  hasta Aparicio y Litri, a quienes dio la alternativa.

Como otros toreros gitanos, (Rafael Gómez “El Gallo”, famoso por sus espantás, Gitanillo de Triana, Curro Romero, Rafael de Paula), fue capaz en los ruedos, de lo  más alto y de lo más bajo. La superstición en un oficio como el del toreo en el que está en juego la vida, ha influido enormemente en estos toreros artistas capaces de imprimir a su oficio la magia de su raza, el sentimiento y la emoción irracionales, lo más exquisito, lo más genial y  lo más heroico,  frente a lo más burdo, lo más torpe y lo más cobarde.

 Capaces, unas veces,  de interpretar, como escribiera Bergamín, la más maravillosa “música callada, su música para los ojos” o de provocar, otras, los más estridentes silbidos y las más  sonoras y horrísonas broncas, según las sensaciones que el toro les transmitía o creían percibir. Simplemente un “me miró mal”, era suficiente para sembrar en ellos el pánico.

“Con suma facilidad pasaba de la sublimación de un arte exquisito al fracaso más grotesco, de las cumbres más insospechadas al más profundo abismo”  escribió de él Antonio Santainés Cirés.

Ya sabemos quién fue Cagancho, pero ¿qué significa la frase y de dónde viene?

“Quedar como Cagancho en Almagro” es quedar fatal a la vista de todo el público porque así quedó Cagancho en agosto de 1927, el día 25,  en la plaza de Almagro. Formaba terna con Antonio Márquez y Manuel del Pozo, Rayito. Eran los toros de la ganadería de Pérez Tabernero. Como nos cuenta   J. de la Morena, en el tercero, primero de los suyos, salió a hacer un quite; el toro le desarmó, haciendo volar la capa y  el maestro salió corriendo hacia la barrera. Ahí empezó la bronca. Con la muleta estuvo distante y cobarde. A la mínima que el toro le miraba, echaba a correr. Pinchó al toro en el cuello, y después en el brazuelo,  pinchó nueve veces más y entró a descabellar cinco. Su segundo toro, el sexto de la tarde, en la suerte de varas, mató a varios caballos. En  el último tercio, cuentan que sacó una muleta descomunal y comenzó a torear con el pico de la tela.  En uno de los pases, le largó un espadazo en el vientre, y luego otro. El toro lo miró mal, así que el torero tiró los trastos y repitió la suerte del tercer toro: corriendo hacia la barrera. Y, una vez dentro, como el toro se le acercase, le pinchó de nuevo. El tercer aviso, sonó mientras Cagancho seguía intentando matar al animal sin salir de la barrera. Lo hacía pinchándole en los costados, en los brazuelos, en cualquier lugar. Aquellos de los subalternos que se atrevían a saltar a la arena lo hacían con sus espadas debajo de las  capas, se acercaban al toro y le pinchaban también alevosamente, en cualquier parte. Estaba el toro vivo, y el ruedo ya comenzaba a llenarse de espectadores que,  habían saltado a la arena.  Las gentes comenzaron a perseguir a Cagancho, el cual intentó, con la espada en la mano, salir de la plaza. Se dice que un espectador le agarró del cuello y, arrojándole en dirección contraria, le gritó: ‑¡Al toro, coño! ¡Cobarde!- Y allí estaba Cagancho, en medio de un ruedo lleno de gente que le rodeaba para darle una paliza; mientras, el toro vivo, sangrando por sus mil heridas, soltaba tornillazos  llevándose a la gente por delante. Entonces cargó  un destacamento de Caballería que se encontraba allí reforzando a la Guardia Civil. A caballo consiguieron despejar el anillo. Ocho guardias civiles rodearon a Cagancho y lo sacaron de la plaza, entre una lluvia de todo tipo de objetos.

El fracaso de Cagancho en Almagro era,  se decía, la bronca más gorda ocurrida jamás en un espectáculo público en España. La marcha del diestro fue seguida de disturbios en la plaza y en los alrededores, que motivaron que las fuerzas del orden llegaran a cargar a caballo.

 Almagro, aquella tarde, fue una batalla campal tan fuerte, que quedó en la memoria de los españoles, para los cuales «quedar como Cagancho en Almagro»  pasó a  ser el símbolo de un fracaso absoluto. Cagancho, todavía vestido de luces, refugiado en el salón de actos del Ayuntamiento de Almagro, custodiado por la guardia civil para que el personal que estaba en la calle no lo matase, se dice que comentaba: “Así es la vida. Yo quería quedar bien, pero lo que no pue zé, no pue zé.” Uno de sus subalternos se quejaba a la guardia civil. –“¿A usted le parece lógico que a éste [por Cagancho] lo quieran meter en la cárcel por no haber matado un toro y a nosotros nos quieran hacer lo mismo por matarlo?

Con bastante detalle, pero con moderación, el anónimo cronista del Diario ABC del día 26 de agosto de 1927 contaba que en el tercero, ”Colorao, bragao y recogido de cuernos, ….Entre una bronca, da un pinchazo echándose fuera descaradamente; otro igual; otro, (Monumental bronca.) Otro cuarteando feamente; otro. (Gran escándalo.) Otra puñalada; cinco intentos de descabello por Cagancho. (Enorme bronca.) Guerrilla apuñala al toro a la primera.”

 Y en el sexto, “grande y con buenas defensas” escribe: “De salida siembra el pánico entre la torería. Cagancho huye, y el público protesta ruidosamente…La faena de este torero incomprensible es un espectáculo lamentable. Huye ante el toro, pincha como puede y donde puede, agujereando al bicho por todas partes, presa en todo momento de un pánico indescriptible. La bronca  es ensordecedora. Suena un aviso y Cagancho, harto de pinchar, toma la barrera e intenta marcharse. El público  le apostrofa. Rayito descabella,  y Cagancho es conducido a la cárcel en medio de una gritería inenarrable. No puede darse nada más vergonzoso.”

Y al día siguiente, informaba que salieron de la cárcel tras pagar las multas de 500 y 250 pesetas que les impuso el Gobernador a él y a su cuadrilla, ya que “Por evitar  un perjuicio a la empresa de Almería, capital donde torea hoy Gagancho, el gobernador no quiso que estuviesen detenidos, pues de lo contrario hubiesen estado más tiempo” Y concluía: “No se recuerda otro escándalo mayor que el de ayer, y si a Cagancho no lo protege la Guardia Civil, la multitud, enfurecida, por la frescura inaudita del diestro, lo hubiera linchado. No obstante, Cagancho recibió algunos golpes.” 

El episodio de Almagro, no fue único ni casualidad.

Ya en la tarde en que tomó la alternativa, el 17 de abril de 1927, en la plaza de Murcia, había inaugurado  el escándalo.  La reseña del día después en el periódico “Levante Agrario”, entre otras cosas, decía que “Cagancho, de blanco y oro, con alamares, nos demostró que ni es torero, ni tiene valor, ni sabe torear. No hizo nada. En los quites… abroncado por el público. En el segundo toro dio media verónica superior, pero nada más. A las 5’12 (hora oficial) fue hecho matador de toros. El toro se llamaba “Orejillo”, era negro bragao y calcetero, y ostentaba el número 205. Empieza el neófito con precauciones con ayudados por bajo, movidos, sin mandar nada (pitos) más pases, huyendo en algunos, y media pescuecera echándose fuera (bronca) acierta al segundo intento, y hay una buena pita”.  La lidia del sexto toro [que el cronista califica como “pera en dulce”]  fue una continua pita a Cagancho, con gritos de ¡Que se vaya! ¡Que se vaya! En los quites salía de estampía a la barrera, y así las cosas, tocan a matar y ¡la debacle!, pases por bajo a dos metros de distancia, perdiendo varias veces la muleta y arreando a la barrera. iSi esto es el día de su alternativa!, más adelante ¿qué será? ¡la karaba! El toro era ideal, embistiendo cada vez que movía la muleta, y entrando franco, sin tirar una cornada, y el espada huyendo, huyendo, huyendo… Un pinchazo en el cuello saliendo de estampía, y media pescuecera. Pasa el tiempo. Más pases. Dos intentos de descabello. Sigue pasando el tiempo, y la presidencia durmiendo, a los 13 minutos le dan el primer aviso (bronca de las grandes) dos intentos más y acierta.

Sale de la plaza custodiado por la policía entre una bronca ensordecedora, escuchando el diestro todas las frases que en estos casos se dicen. En un automóvil va el torero custodiado con la secreta, y rodeado de guardias de seguridad. No se atreve a tomar el tren en la estación y se va en auto, protegido, hasta la estación de Alcantarilla, en donde toma el correo.”

Y en Caravaca, (Murcia),  el 1 de mayo siguiente, ante una actuación desastrosa, echándole los dos toros al corral, de nuevo, tuvo que salir protegido por la fuerza pública.

Se había dejado un toro vivo la tarde de su doctorado en Sevilla y los dos en la siguiente corrida,  aunque logró un éxito extraordinario en Toledo el 8 de mayo de 1927. En aquella ocasión, realizó una faena “inenarrable” al sexto toro de La Coquilla cortándole las dos orejas. Según Corrochano,  "...la muchedumbre se echó a la arena. Le estrujaron, le quitaron las zapatillas, se le llevaban a pedazos, como un relicario. Intervinieron los guardias, siempre los guardias, para que no le maten de rabia o para que no le deshagan de entusiasmo y se le lleven a pedacitos como prenda de una tarde".

Confirmó la alternativa en Madrid a los pocos días con muy buena acogida.  Y es que, explicaba a su entorno, tras salir de alguna plaza a almohadillazos: "De cada 100 tardes, prefiero estar una vez bien y 99 mal que 99 regular y una mal". 

Junto al segundo Gitanillo de Triana y  a Joaquín Albaicín formaban el cartel del arte, la terna de los gitanos, que tuvo su mayor éxito en Vista Alegre (Madrid), repitiendo en diversas plazas de España y Francia. En La Coruña, los tres finos toreros, con una corrida de Miura para provocar el morbo como reclamo en taquilla, tuvieron un  estrepitoso fracaso. Pasó lo que tenía que pasar. Clarito tituló su crónica: “Tres gitanos engañan a 8.000 gallegos".

Pero Cagancho no solo provocó la ira de los aficionados en Almagro, actuaciones parecidas ofreció en Calahorra y Zaragoza aquel mismo año de su alternativa. El cronista taurino aragonés de esta feria de 1927, según nos cuenta Mariano García en “El Heraldo”, en el articulo  “Y Cagancho montó el escándalo en Zaragoza”, publicado el 17  de octubre  de  2009, escribía: ayer en Zaragoza, tras una actuación de miedo, frescura e ignorancia incomprensibles, toda la Guardia Civil de la provincia hubo de disponerse a custodiarle al terminar la corrida para que no fuese víctima de las iras de un núcleo cargado de razonada indignación. La ganadería era de Concha y Sierra y la actuación del mismo tenor que en Almagro.  En el primero dio un pinchazo delantero y, después, una estocada atravesada. Descabelló al sexto intento. El quinto de Concha y Sierra, era un berrendo, buen mozo, cobardón y con pinta y hechos de buey. Le propinó una estocada atravesada. Luego otra pescuecera, Otro pinchazo ignominioso. Sonó el primer aviso. Otro pinchazo y dos intentos de descabello. Un pinchazo en el cuello, cuando sonó el segundo aviso. Atizó otro pinchazo, y otro, y… Nueva intervención de los peones, más pinchazos y… al corral.

Seguramente entre los improperios que le dedicaran se oiría aquella frase de “no le pinches más que la piel vale” porque parece que en estas ocasiones Cagancho les dejaba el cuero como un acerico.

Por su lado, el  decano del periodismo taurino catalán, Antonio Santainés Cirés, (1929-2014) en su artículo “Joaquín Rodríguez Cagancho: centenario de su nacimiento”. Anuario taurino 2003, nº 37. Asocoación de la Prensa de Madrid, pp. 60-63) escribe:

“Continúa la mala racha. A Zaragoza va a las corridas del Pilar. El 17 de octubre [de 1927] torea con Antonio Marquez y Gitanillo de Triana. Los toros son de Concha y Sierra. Ya el día antes al terminar su revista Don Indalecio decía: ".... Y esperemos mañana. Torea Cagancho. El billete que hemos sacado para verle, ¿Será un décimo premiado? "¡Que va! Cagancho ha estado fatal. Y en el quinto oyó los avisos reglamentarios y el sonar de los cencerros. El gitano pasó a la enfermería pero al certificar el doctor Pérez Serrano que no estaba lastimado, el presidente suspendió la lidia, obligándole a salir al ruedo. Anochecido, ya, Cagancho pudo salir de la enfermería de la plaza vestido de paisano en un automóvil, partiendo para Casetas para tomar el tren. A raíz de este suceso "La Voz de Aragón" de Zaragoza publicó una caricatura original de Teixi [Luis Teixidor Cortals] que representaba a un ratón en la cárcel, consultando un reloj y comentando con extrañeza: ¡Las ocho, y Cagancho sin venir!.” Chiste, que con la expresión “Que raro, las nueve y Cagancho sin venir”, se ha atribuido a Xaudaró como publicado en Blanco y Negro en los años 30. (Joaquín Vidal,  Madrid - 02/01/1984, en EL PAIS). Reproducimos aquí el de Teixi tomado del artículo citado de Santainés.

También informa Manuel Ramírez, en el ABC de Sevilla del día 14.7.1987, martes, pág. 56, que en la feria de abril de 1929, en Sevilla,  Cagancho estaba anunciado para torear tres de las cinco tardes. La primera estuvo bastante mal. La segunda provocó tal escándalo que tuvo que salir de la plaza protegido por la fuerza pública. Ante tal situación el Gobernador Civil, temiendo que al día siguiente se organizaran mayores desórdenes públicos ofició a la empresa prohibiéndole que toreara.

Muchas tardes como las anteriores debió vivir el torero. Muchas, debió salir escoltado por la Guardia civil y muchas, visitar los calabozos por estos motivos. De ahí el mencionado chiste gráfico y las coplas alusivas que se cantaban como la siguiente:   “A la puerta de la cárcel no me vengas a cantar, que está Cagancho dormido y lo vas a despertar”. Tal era la fama de que le echaran los toros al corral, de dejarselos vivos, que el cronista taurino “Clarito” (Cesar Jalón Aragón, 1889-1985) en sus “Memorias de Clarito” (1972), cuenta que Cagancho,  desolado, acababa de comunicarle que había muerto repentinamente el común amigo Sabino y como al apurar la taza de café, apareciera éste, Clarito estalló: "Pero ¡maldita sea tu casta! ¿También a los amigos te los dejas vivos?"

Pero no se gana fama solamente por las malas tardes, y Cagancho, junto a muchas como las descritas, las tuvo sublimes. Ya hemos hecho referencia a sus triunfos en Méjico y en España. Si una plaza da nombre a un torero, esta es la de Las Ventas de Madrid, y en ella cosechó Cagancho triunfos sonados. Parece ser que la de la presentación de novillero el 5 de agosto de 1926, junto a Gitanillo de Triana y Enrique Torres, con novillos del marqués de Villamarta, grandes, con pitones y arrobas, fue memorable con verónicas calificadas de “enormes”, “inconmensurables”, etc. Por cierto, el crítico taurino de ABC (E.P.), mencionaba a Joaquín Rodríguez y se adscribía tácitamente a los críticos taurinos catalanes, pues decía, entre paréntesis, de su sobrenombre que “el apodo de este torero no lo escribiré jamás por respeto al lector”. De su gran triunfo,   ha quedado, en contraposición al gran fracaso en Almagro, la frase que a veces se oye, también,  de “Quedar como Cagancho en Las Ventas”, para indicar que se ha quedado muy bien. El gran crítico taurino Gregorio Corrochano lo comparó en una de sus crónicas con una talla de Montañés. Escribe: "El gitano negro va vestido de blanco. Pausadamente como un fantasma, se acerca al toro. Con el palillo de la muleta y la espada hace una cruz y así se presenta a la multitud este hombre seco como un cartujo, del color de la madera que eligiera para sus tallas, el Montañés. Pasa el toro sin que el leño se mueva y hay en el tendido ruido de apoteosis. La izquierda mano, huesuda o leñosa, asoma obscura por la manga blanca salpicada de oro...." y añade: "Aquella mano del Montañés larga, leñosa, que asoma obscura por la manga blanca salpicada de oro, hace unas cosas de torero, de un sabor torero que empalaga." Y termina su histórica crónica diciendo: "Yo creo que Cagancho no sabe torear; pero cuando torea... Sentí un escalofrío y me crucé el abrigo."

  La fama de Cagancho, la buena,  de las crónicas pasó a las letras. Federico García Lorca escribiría de él: «Joaquín Rodríguez “Cagancho”… monarca de gitanos» y Pedro Luis de Gálvez,  (1882- 1940) lo  inmortalizó en uno de sus magníficos sonetos, soneto  que termina con estos dos tercetos:

“Juntos los pies, erguido, sonriente,

Deja al bruto pasar e indiferente

Mira en un cuerno un alamar de oro.

Tiene el cañí la chaquetilla rota.

Es todo igual…La plaza se alborota.

¡Y envidia una mujer tiene del toro!”

 

Entre los múltiples homenajes en España y en Méjico, el torero de Triana tiene en la calle Evangelista de la capital hispalense  un azulejo en su honor con esta leyenda: “En el seno de una familia de cantaores, vino al mundo en este extremo de Evangelista, un genio del arte de torear Joaquín Rodríguez “Cagancho” quien llevó a los ruedos la magia de los duendes de la cava. Nació en 1903 y falleció el último día de 1983”. Y en Tarancón tiene una calle, la calle Joaquín Rodríguez Cagancho, que va desde la calle de Santa Quiteria hasta la Cuesta de Barajas.    Allí toreó varias veces. En una de ellas le reglaron una medalla de la patrona, la Virgen de Riánsares,  y toreando un toro un día de 1928, recibió una cornada en el pecho que podría haber sido mortal, si esa   medalla que siempre llevaba consigo, no hubiera desviado el cuerno. Con ese motivo regaló a la Virgen un manto e hizo en otras ocasiones diversas donaciones. “De su bolsillo salió el dinero con el que se instalaron los primeros rayos X en el Hospital de Santa Emilia” y  actuó varias veces en festivales para recaudar fondos para los pobres del pueblo y para su hospital.

Este fue Joaquín Rodriguez Cagancho, el gitano de los ojos verdes, capaz de enfervorizar al público  en sus tardes de inspiración y de encolerizarle hasta extremo de  querer lincharle, en las que la astada pareja de baile no seguía sus pasos.  Sí “Quedar como Cagancho en Almagro” es quedar fatal, “Quedar como Cagancho en Las Ventas” es lo contrario. Yo me  conformaría con quedar.

Madrid,  3 de abril de 2021

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