Opinión

El asunto

Pilar Olmedo | Domingo, 18 de Abril del 2021
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Cogía suavemente el llamador de la puerta. Dos golpes secos como en todas sus visitas. Tal era su costumbre. Un último suspiro antes de que la dueña de la casa abriera y la invitara a pasar. Tenía que hacerlo, se decía a sí misma para coger valor, es lo que hacen las buenas vecinas. Tras una breve charla común sobre naderías y cuestiones insignificantes sentía como el corazón se le aceleraba, pero había que tomar coraje  y sin dar más rodeos  ir al asunto que le había llevado hasta allí aquella tarde.

-Mira, Martina, sé que solo son habladurías. La gente es muy mala. Muy mal pensada. Inventa cosas, imagina historias. Hay cada lianta…Y donde menos te imaginas. Mira, Martina, si yo sé que no puede ser. Seguro que todo ha sido una invención, un mal entendido. La gente cree saber y luego las cosas no son cómo parecen. Las vecinas forman corrillos y cuchichean, “tiran puntadillas”, “pedrás”…, les gustan tanto los chismes y meter farfulla... Siempre el último en enterarse es el más interesado en el asunto. Parece que todo el mundo tiene que saber de la vida ajena y hablar mal de las mujeres honradas que se pasan el día trabajando; vigilando a qué hora salen de sus casas y a la que entran. Bastante les interesará a ellos lo que cada una haga con lo suyo. Que están más pendientes de la paja ajena que de la viga en sus propios ojos. Hay quien tiene la lengua muy larga, Martina, y muy afilada. Es que a mí me ponen de los nervios, la verdad, porque yo soy una persona a la que no le gustan los líos ni las andanzas de nadie. Solo me importa lo mío propio. De puertas para afuera me trae sin cuidao lo que fulanita o menganita haga o deje de hacer. Que el que más y el que menos todos tenemos algo que callar.

Bueno, a lo que venía: el caso es que, mira, Martina, no sé cómo decírtelo. No me es nada fácil porque somos amigas de hace mucho tiempo. Que sepas que yo les dije que no, que me resultaba difícil de creer y vete tú a saber si se habrán confundido de persona. Sigue conservándose muy bien y se ve guapa aun después de llevar viuda siete años, pero de ahí a decir que no se hace respetar…. Bien: dicen las malas lenguas, que parece ser, ya  te digo yo a ti, Martina, que parece ser… que tu hija… tiene un amante. Y se ve con él en las horas de la siesta, cuando menos personal hay por las calles y……

-¡Ja,ja,ja,ja,ja,ja!

-Pero… ¿cómo es que te ríes? Yo no le veo la gracia. Vengo aquí, con lo que me ha costado, a contarte un asunto que solo tres personas sabemos, que creo que te interesa y te ríes. No me lo explico.

-Es para partirse. Ja,ja,ja, mi Luisi…, vamos, yo no digo que no pudiera tener  un lio o dos o tres pero te digo que lo que me dices es mentira, absolutamente mentira. Y  me dejaría cortar la cabeza y las dos manos por ella no porque sea mi hija, no. La conozco como si la hubiera parido, vamos, como si fuera su madre y te digo que es mentira, mujer. Ale, a tu casa que tienes mucho que coser y seguro que plancha también.

… Sí, se va ella a perder la siesta. Para andar por ahí mi hija después de comer. Ni aunque la llamase el mismísimo rey de España iba a ella a dejar de echarse su siesta, ya…. 

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Jajaja, me ha encantado y es que las siestas son sagradas.

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