A pesar de la cantidad de gente que rodeaba la sartén, las gachas cundían y funcionaba todo muy bien. Cada cual se agacha cuando le tocaba, tenía el pan preciso y los porrones jugaban sin fatiga. El buen comedor de gachas, cuando aguarda turno de sopa, sostiene el pan y la navaja en la misma mano, dejándose la otra libre para el manejo del libatorio, el pito, la composición del además o lo que fuere. Por contra, el mal comedor de gachas no sabe qué hacer con navaja y pan, se le caen las sopas, manchan al próximo ─«saguden»─, se agacha de mala manera en la sartén… En una palabra, «comen a lo forastero».
FRANCISCO GARCÍA PAVÓN
Una semana de lluvia
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Viernes, 22 de Noviembre del 2024
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