Ahora que me voy recuperando de un pequeño susto en mi no muy
fuerte estado de salud, no por el Covid, y cuando estaba dentro del pozo me
pasaba una película por mi mente, y me venían recuerdos de mi niñez , luego mi
adolescencia y entre los muchos que iban
apareciendo fue de mis “veraneos” en el Pantano de Peñarroya.
Resulta que la
ferretería que regentaba mi padre fue proveedora de las dos empresas que
construyeron el embalse, Dragados y Construcciones y la Jefatura de Sondeos, y
claro eran otros tiempos y la relación cliente y proveedor fue muy estrecha,
tanto hasta tener una amistad más allá de lo comercial, el Ingeniero de
Dragados Don Rafael Nieto y el encargado de la Jefatura Don Rafael Daimiel y su
segundo a bordo el Sr. Agustín, no me acuerdo del apellido pues todo esto es de
memoria, cuando venían a Tomelloso, que era con bastante frecuencia, se
quedaban en mi casa a comer y la tienda era la oficina de colocación para los obreros,
que por cierto en un libro que escribió mi amigo Tomás Perales Benito, “UNA
TIERRA POR VENCER, MEMORIAS DE UN ESTRAPERLISTA”, editado por Mancha Norte
Ediciones S.l., año 2009, y en su página 53 dice: ”….Pedaleábamos en silencio
con toda la atención puesta en el irregular y traicionero camino. A nuestras
espaldas quedaba, a escasos kilómetros, una obra monumental para aquella zona
agrícola desconocedora de las grandes construcciones civiles: la presa de
Peñarroya, en la que se puso la primera piedra en 1936 y se acometió su
construcción tantos años después por el gobierno del General Franco con el
sudor de cientos de presos obligados a trabajar de sol a sol fuertemente
vigilados por numerosas patrullas de la Guardia Civil, con residencia en el
lugar….” y eso es totalmente falso ahí todos los obreros eran tomelloseros y
argamasilleros, a excepción claro de los técnicos. El Cuartel de la Guardia
Civil se hizo bien empezada la obra y es
porque detectaron robos en el almacén del cemento, y tampoco era un
Regimiento yo me quiero acordar que habría como mucho seis u ocho efectivos.
También cuenta en ese mismo libro otra falsedad y es en su página 54 “….. Y para tal propósito era necesario
acumular en la presa, que inauguró el Caudillo
en persona con toda su corte para mayor gloria y propaganda política de su
régimen……” El Pantano lo inauguró el
Ministro de Obras Públicas Don Jorge
Vigón Suero-Díaz, el día 23 de mayo de 1959, que por cierto llovió “más que
cuando enterraron a Zafra”. Me acuerdo
perfectamente de los “pinches” que venían todos los días aunque cayeran
“chuzos” de punta a Tomelloso a comprar al mercado o algunas cosas de pequeño
tamaño ya que su medio de transporte era la bicicleta con unos portas enormes,
uno se llamaba Gabriel que venía por parte de Dragados y el otro Vicente, de la
Jefatura.
Un día el Sr. Agustín le comentó a mi padre que nos dejara ir
con ellos al Pantano en el verano, mi padre dio el visto bueno y mi hermano
Emiliano se fue al chalet de los ingenieros, que estaban de guardeses el
matrimonio de José María Cañas y yo me quedé en casa del Sr. Agustín, que tenía
un hijo de mi edad, y fue de los veranos
que recuerdo más gratos de mi vida, por allí andaba Cristóbal García, que su
madre la Kika tenía el economato, y nos íbamos con una carabina de aire
comprimido a cazar palomas al Castillo, y allí había una señora, la santera,
con muy malas pulgas, recuerdo que mató una paloma Cristóbal, oyó el tiro la
señora nos echó la bronca y Cristóbal con la paloma en el bolsillo que se le
veía la cabeza le decía: si no hemos hecho nada, y salíamos corriendo.
Todavía está en pié la casa donde yo estuve, es la primera
que hay llegando al pantano, el chalet ya no existe estaba al final a la
izquierda.
Algunas mañanas hacíamos excursiones a Los Cerrillos, nos
daba unas rosquillas Doña Cinta que era una señora muy amable, jugábamos por
allí, y Agustín mi amigo, se iba con los perros que eran enormes y a mí me
daban más que respeto era puro miedo de
lo cual disfrutaba Augusto, y también su hermano Fernando que eran los hijos de Doña Cinta. Luego, cosas de la vida, quien nos iba a decir que ya de
muy mayores recalaron en Tomelloso, donde los dos fallecieron, primero Augusto
y después Fernando, éste se hizo muy amigo mío y todos los días iba a visitarme
a mi tienda “la Tinetería”, me quedaron muy buenos recuerdos de él.
Las anochecidas nos bajábamos por un camino a la base de la
presa, que estaban entonces inyectándoles cemento, y allí al fresco de los
chopos hacíamos merienda- cena, que eso era una delicia, algunas tardes bajaba
con nosotros, Cristóbal, José Mari y uno o dos niños hijos de obreros que tenían casa, bueno era un pabellón, y la
sobremesa era jugar alrededor de la base, un lujo.
Tengo que hacer una mención especial a la Kika, la madre de
Cristóbal, que me tenía mucho cariño, y una mañana fuimos a comprar el pan y
entre los muchos productos que tenía en su economato había, que cosas, cerveza
y me dijo Tinete ¿no la has probado?, naturalmente a mis años pues no, sí había
probado las “catas” de pan con vino y azúcar, pero cerveza no, me dio un
vasito, lo probé y la encontraba muy amarga, entonces le puso un poco de
gaseosa y mira por donde estaba inventando “la clara de cerveza”, y ella fue la
que me indujo ya años más tarde mi pasión por tan refrescante bebida, pero sin
gaseosa.
También estaba por allí la madre del compañero de mi hermano
Rafael, Ignacio Carretero, que tenía el comedor de los trabajadores, de su
nombre no me acuerdo.
Son muchos recuerdos que guardo en mi disco duro particular,
no se me olvidará nunca cuando venían a comer Don Rafael Nieto y Don Rafael
Daimiel, (se juntaban cuatro Rafaeles, mi padre y mi hermano) ,y a este último
le gustaban mucho los helados de la Elodia, a mí me mandaban a comprarlos para
el postre y mi madre le tenía que pasar su helado al horno como medio minuto para que no estuviera tan
frío. Luego el Sr. Daimiel se hizo muy amigo de mi vecino Columbiano, pues
sacaron en conclusión que eran
parientes, Columbiano de segundo apellido era Daimiel. Cuando terminaban la
comida y su correspondiente sobremesa mi padre llamaba al Blanquillo, Pedro
Antonio Lara, que era el chófer oficial y los retornaba a su residencia.
Luego contaré otras historias. Por hoy ya está bien.
José Antonio Negrillo Martínez.
Nota:
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Miércoles, 17 de Abril del 2024
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Viernes, 19 de Abril del 2024
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