¿De quién las iniciales
tatuadas a navaja
en la joven corteza de
este álamo
que el tiempo ha ido
agrandando?
……………..
Amor dicen
que es ciego.
Tal vez por eso se guía
por el tacto.
……………
Las
nuevas tecnologías de la información están transformando las relaciones
sociales; entre ellas las relaciones de pareja, y particularmente el noviazgo.
Con ellas ha aparecido un tipo de noviazgo inimaginable en aquellos
tiempos: el noviazgo a distancia. Cierto que existía el noviazgo por carta, (“Quién supiera escribir”. “Escribidme una
carta señor cura.”), pero entonces el noviazgo era fruto del conocimiento
personal y, en menos ocasiones, de negociaciones familiares.
En Tomelloso el cortejo amoroso,
como en otros sitios, tenía sus singularidades. Hoy, seguro
que la realidad es otra, como en el resto
del país. Con la mayor participación de la mujer en la vida laboral y social y la mejora de la calidad de vida, habrán
desaparecido, si no todas, la mayoría de las costumbres que rodeaban al cortejo
o noviazgo.
Allí, entonces, los jóvenes no se ennoviaban, echaban novio o
novia o se hacían novios…, “se ponían
novios”. No se conocían, en el trabajo, en los bailes, las cafeterías, el
instituto o por internet, sino en los paseos interminables de los domingos por
la calle de Don Víctor o en la vecindad. Una vez conocidos, no hablaban o pelaban la pava, como en
Andalucía, en la reja florida, sino, los de familias labradoras, en la puerta o
en las portás de los corrales o del cercao anexo a la casa; portadas por las
que entraban y salían las galeras, los carros y, después, la maquinaria
agrícola, protegidas en ambos lados, de los posibles golpes o roces de los
ejes, por unas piedras
triangulares o “hitos”.
Tipos de la
Mancha” de Gregorio Prieto (La estafeta literaria nº 77)
Se contaba -probablemente muchos lectores lo recuerden- que,
en una ocasión, a “solespones”, o en la
hora del lubricán, (esa en la que “acecha
el mochuelo en el pino, el bandolero en el camino y en el prostíbulo Satán”,
que escribiera don Ramón María), un joven, enamoriscao,
cortejaba a una lozana Dulcinea en las portás
de su casa. El fogoso mozo, al parecer, esclavo de la atracción, y devoto
del refrán de que «Para torear y para casarse hay que
arrimarse», iba reduciendo
progresivamente las distancias
físicas que le separaban de la zagala y, más que de exponer sus serias intenciones matrimoniales, o prematrimoniales
al menos, trataba de obtener de la
joven, muda aquiescencia a sus efusiones.
Pero ésta, instruida y advertida de las tentaciones y maniobras del diablo, frecuentemente
encarnado en atractivo varón, que pretende lograr sus fines pecaminosos a través de la carne, y dotada de
una lucidez propia de la mujer manchega, tras varias entrevistas en las que no
se advertían progresos en las honestas intenciones del presunto pretendiente, le
espetó:
¿Pero tú, aquí a qué
vienes a ponete novio o a rrepretame contra el hito las portás?
No trascendió la respuesta del interpelado. Sí, en cambio, la
del mozo del antiguo chiste que, para terminar, recogemos:
“Un joven
visitaba con tanta frecuencia la casa de una señorita joven y linda que la mamá
se vio precisada a decirle:
-Caballero,
¿Viene V. aquí para casarse con mi hija, o con otra intención?
-Señora , ¡con
otra intención!, contestó sencillamente el joven.”
………..
Acaricié el azul de tu
vacio,
abracé la penumbra de
la calma
y me senté a esperar
inútilmente
mi nombre en tu
llamada.
…………………………..
Los primeros amores, como el primer
rezo,
se anclan en la memoria y permanecen.
Madrid, para
Tomelloso, 5 de junio de 2021.
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Martes, 23 de Abril del 2024
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