Villarrobledo, Socuéllamos,
Pedro Muñoz y Alcázar de San Juan se preparan para acoger a la Columna de
Castilla-La Mancha que integra la Marcha por la Libertad del Pueblo Saharaui,
que ha salido de Albacete el 5 de junio y que el 18 del mismo mes confluirá con
el resto de columnas en Madrid, en Sol, con un mensaje central; la implicación
de la comunidad internacional en una resolución política, justa y duradera del
conflicto del Sáhara Occidental surgido - allá por 1975 - en un mundo azorado
por la Guerra fría y los estertores de la dictadura franquista.
Una hermosa expresión de solidaridad entre pueblos
capitalizada por la Plataforma Unida por la Liberación del Sáhara Occidental
(PULSO), que se ha conjurado para revitalizar el apoyo y simpatía de la
sociedad española hacia las demandas legítimas de libertad e independencia de
los saharauis; exactamente lo contrario de lo que han venido haciendo los
diferentes gobiernos españoles en casi cinco décadas.
La potencia ocupante, Marruecos, ha recrudecido la represión
contra la población civil en las ciudades y en las cárceles. Las delaciones,
detenciones, torturas y asesinatos, las intimidaciones y los montajes
policiales están a punto de romper las costuras de la sociedad saharaui,
paciente hasta la extenuación, pero que observa el futuro con miedo y
aprensión. Militantes independentistas, personal de oenegés y periodistas son
el centro de una brutal violencia por parte del ejército marroquí. Mientras el
mundo mira para otro lado, el Reino alauita prosigue con una implacable política
de terror dirigida a minar las ya de por sí mermadas posibilidades de tutelaje
internacional, que debería conducir a un restablecimiento de un marco de
negociación y reconocimiento de las partes.
Se rompe el Alto el fuego
El empeoramiento de la situación tiene dos fechas claves, muy
recientes. Una, el 13 de noviembre pasado, cuando un destacamento militar
marroquí desalojó a un grupo de saharauis acampados en el paso fronterizo de
Guerguerat, muy cerca de Mauritania. Es entonces cuando el Frente Polisario
anuncia oficialmente la ruptura del Alto el fuego decretado por Naciones Unidas
en 1991, con vistas a la celebración de un referéndum de autodeterminación (que
tenia que decidir si el Sáhara Occidental se constituye como Estado nacional y
soberano o, por el contrario, permanece dentro de Marruecos como provincia
autónoma). Las manipulaciones del censo electoral, y más tarde los desplantes e
intentos de bloqueo de Rabat, ignorando a la MINURSO (Misión de Naciones Unidas
para el Referéndum en el Sáhara Occidental) y riéndose, llamémosle así, del
derecho internacional, con el silencio cómplice de Estados Unidos, Francia, y
España (la potencia administradora todavía, no lo olvidemos) han dado lugar a
una compresible frustración del movimiento independentista (quien a su vez
intenta a duras penas contener a los sectores más radicalizados de los
campamentos de refugiados).
La otra fecha es
el 10 de diciembre, cuando Donald Trump reconoce la marroquinidad del Sáhara
Occidental, contraviniendo gravemente las resoluciones de Naciones Unidas,
además de hacer un feo a los buenos oficios de ex enviados de ese organismo a
la zona, como James Baker (compañero del Partido Republicano y ex Secretario de
Estado del Gobierno Federal de los Estados Unidos con George Bush padre) entre
1997 y 2004. Las tensiones con Alemania (renuente a tal concesión), el culebrón
de la hospitalización en Logroño, por covid, del secretario general del
Polisario y presidente de la RASD (República Árabe Saharaui Democrática),
Brahim Ghali, y la apertura de la frontera marroquí por el lado de Ceuta, que
ha provocado un conflicto diplomático sin precedentes, suman un carrusel de
acontecimientos que han envalentonado a Marruecos, más si cabe cuando, y no me
cansaré de decirlo, la comunidad internacional observa impávida e indolente lo
que pasa (con España escurriendo el bulto, como siempre).
El manifiesto de la Marcha por la libertad - que resume esta
iniciativa internacionalista de hermanamiento con el pueblo saharaui - reclama
la presencia de observadores internacionales de la Cruz Roja Internacional, de
ACNUDH (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos) y de
organizaciones de defensa de los derechos humanos, el fin de la represión y de
los crímenes de lesa humanidad, la libertad de los presos políticos (muchos de
los cuales sufren condenas que van desde los diez a los treinta años, o la
cadena perpetua), el fin del expolio de los recursos naturales de empresas
españolas (fosfatos y pesca en el banco canario-sahariano), el cese inmediato
de la venta y donaciones de armamento a Marruecos, y el retorno a la agenda
multilateral y al mandato y resoluciones de Naciones Unidas, con el horizonte
puesto en un referéndum de autodeterminación, con plenas garantías democráticas
y la supervisión de observadores internacionales acreditados.
Responsabilidad y deuda de España con el Sáhara
Occidental
Otro de los puntos innegociables del manifiesto de la Marcha
por la libertad es el reconocimiento, como único y legítimo interlocutor del
pueblo saharaui, del Frente Polisario, desmontando las triquiñuelas del Reino
alauita ensayadas tras la hospitalización de Brahim Ghali en España, cuando ha
cuestionado su representatividad, negando la validez del pasaporte diplomático concedido
por Argelia, y en el que la ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González
Laya, se ha mostrado un tanto pusilánime, a mi entender, en la defensa de una
decisión impecablemente legal consensuada con el Gobierno de Abdelmayid Tebún.
La Marcha por la libertad es un recordatorio de la
responsabilidad y deuda que tiene nuestro país con el proceso de
descolonización pendiente de los Territorios Ocupados del Sáhara Occidental.
Así como de los estrechos lazos históricos y afectivos con el pueblo saharaui.
Inquebrantables y luminosos, como los granos que cristalizan y forman la arena
del desierto.
Se abre por tanto un nuevo tiempo, quien sabe si habrá más
oportunidades, para que la última colonia de África deje de serlo, pasando a
engrosar el concierto de naciones libres. La
sociedad española ha abierto el camino. Ahora, es el turno, sin dilaciones ni
excusas que valgan, del Gobierno de Madrid y de la Unión Europea.
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Sábado, 15 de Marzo del 2025
Sábado, 15 de Marzo del 2025