La Cuenca del Alto Guadiana,
desde un pasado geológico muy remoto; con su jibosa orografía, aplanada en
tramos, pero descollante y dominante; con sus hondonadas y valles, desde cuyos
oteros, en otros tiempos geológicos, los homínidos oteaban las llanas topografías,
de lo que hoy conocemos como La Mancha de Argamasilla, Tomelloso, Socuéllamos…,
salpicadas de lagos residuales, ha sido un ecosistema ÚNICO, pletórico de vida
y por ende de fauna silvestre, de la que poco se sabe; ni tampoco de las
ocupaciones o fijaciones del hombre primitivo, de periodos prehistóricos
“oscuros”, que no podemos tratar aquí, porque no somos científicos, con la
amplitud, rigor y dedicación que merecen…
Nos informaba Pedro R. Moya Maleno, Doctor en historia, arqueólogo y
versado en Prehistoria que, hace más o menos un par de años, él y un grupo de
compañeros, expertos en la materia, localizaban restos óseos fosilizados de
cabras silvestres y felinos (posible lince) que, según los análisis y datación
realizados datarían de entre doscientos cincuenta mil y trescientos mil años.
Los fósiles paleontológicos, fueron hallados, primeramente, de manera casual,
por Antonio Ruiz, guarda de la urbanización “Los Villares”, en las
inmediaciones de la laguna “La Colgada” (foto en portada); concretamente en la
parcela 01, en el margen derecho del “Camino del Centro”. Lo arcano y
significativo del hallazgo es que, según nos explica el Doctor Maleno, en las
fosilizaciones óseas se aprecian marcas, incisiones o cortes, de haber sido
descarnados los animales con utillaje lítico, utilizado bien por Homo Sapiens, Neandertales u otros individuos
prehistóricos…
Hemos contactado con algunos de los trabajadores, que a partir del año
1962, desmontaron en esos cerros para la explanación de los “carreterines” y
nos han comentado: “… Y en el camino que da vistas a la laguna Colgada, cuando
Amancio, que era el barrenero, explotó un día dos o tres barrenos, aparecieron
muchos huesos hechos cachos, pero como si fueran la piedra misma…; pero piedra
como tobazosa y entremedias mucha tierra arcillosa, como si hubiera un barranco
grande (…). Y como pensamos que serían de bichos de hacía muchos siglos, los
metíamos en el suelo del carreterín y en los terraplenes. (…). Era como si
aquellos animales se hubieran atascao en un barrancón de barro o covanchón y a
lo mejor se atollaron allí y se
ahogaron… ¡Cualquiera sabe! Pero allí pasó algo raro…”.
A partir de la desaparición de los dinosaurios, en la Era Mesozoica,
hace unos sesenta y cinco millones de años que, - así lo apuntan los expertos-
dominaron el planeta Tierra durante más de ciento sesenta millones de años,
(¡Ahí es nada!) los cambios ambientales y las “variables” evolutivas, debieron
influir en el tamaño de la masa corporal de los mamíferos, que crecían ocupando
los “nichos” ecológicos o ecosistemas que habían quedado libres,
estabilizándose el crecimiento hace unos cuarenta millones de años; manteniéndose
más o menos constante, (según los científicos) hasta la actualidad
antropocénica, en que los límites “biomecánicos” de muchos seres, aparte los
procesos de extinción acelerada de varias especies, se estarían alterando al
igual que la selección natural.
En el Periodo Cenozoico, el Globo Terráqueo está poblado por toda una
gran diversidad de mamíferos y, por supuesto, por multitud de otras formas de
vida… En el Pleistoceno, a finales de la Era Cenozoica, aparecen antropoides
como el Australopitecos, Homo Hábilis, Homo Herectus, Ergaster, Homo antecesor;
el explorador, el primero, el pionero, (léase Atapuerca) Homo Sapiens,
Neandertales, etcétera. Así alcanzamos el Cuaternario o Era Antropozoica, con
sus periodos glaciales e interglaciales. En el Cuaternario, las masas de agua
fluctúan asombrosamente, en relación con los periodos glaciales e
interglaciales… La Cuenca del Alto Guadiana no era ajena a tales fluctuaciones
climáticas… En el interglacial Mindel-Riss, evento geoclimático coincidente con
el hallazgo paleontológico, (400.000—200.000 años) el Alto Guadiana y
concretamente la cota hídrica de laguna “La Colgada”, rebasaría en veinticinco
metros los niveles actuales, por lo que no sería descabellado pensar que, el
sitio de las reliquias podría ser una orilla arcilloso-fangosa, con geoabrigos
y cavernosidades…
El medio natural en la Tierra,
con sus bruscos altibajos geoambientales no se estancaba en las
transformaciones… Glaciales e interglaciales se sucedían a través de los
milenios… El Homo también cambiaba…; evolucionaba, pero su fragilidad, pese a
su capacidad adaptativa y especialización, en muchos casos, no fueron
suficientes para “remontar” las imprevistas y rudas alteraciones climáticas en
muchos territorios del Planeta y, junto con otra mucha fauna, fue quedando
atrapado y confinado en los reductos ecológicos más benignos; prolongando,
algunos grupos, especies y razas, su agonía, hasta morir en los ecosistemas que ellos, a veces,
también mataban…
¿Quiénes fueron aquellos Homos que descarnaron o despiezaron, con herramientas líticas, aquellos animales de los cerros de la urbanización “Los Villares”, en los aledaños de la laguna “La Colgada”? Es lo que el Doctor Maleno y sus colegas, están tratando de averiguar durante años… Quieren—nos apunta el doctor—: “estudiar la fauna y hominización de la zona de Los Villares…”; pero todo son impedimentos y contrariedades… O como dice el letrado Bernardo Sevillano, en su libro de reciente “cochura”: “RUIDERA 1781—1785. Génesis y construcción de una real fábrica de pólvora”; impresionante “Archivo” de un cuatrienio ruidereño: “nada se puede hacer en esta tierra sin embarazos y oposiciones”. Finaliza en el capítulo siguiente.
Foto: Historia del Hombre.
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Miércoles, 17 de Abril del 2024
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Viernes, 19 de Abril del 2024
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