Ya está en la calle la tercera edición de “Quercus. En la
raya del infinito”, un verdadero fenómeno literario que nos lleva a un lugar
duro, los Montes de Toledo, en una época dura, la posguerra. Rafael Cabanillas,
su autor, no habla a humo de pajas, fue maestro rural en esa zona y dio clase a
los hijos de los guardas y los furtivos que protagonizan el relato. Cabanillas
rescata un patrimonio cultura que, si no ha desaparecido, está a punto de
hacerlo.
En la charla Rafael Cabanillas defiende que la España
vaciada no lo sería si los pueblos, como ocurre en otros países, tuvieran los
servicios necesarios para mantener a sus habitantes. Indaga en la novela sobre
las causas de la despoblación, producida por intereses espurios.
—“Quercus” está siendo un completo éxito.
—La verdad es que estamos gratamente sorprendidos. Y es que,
pocas veces se dan tres gozosas coincidencias. Una, un escritor de Castilla-La Mancha,
con origen en Toledo y viviendo en Ciudad Real. La segunda, una editorial de la
región, con sede en Toledo y las gráficas en Albacete como es Cuarto
Centenario. Y por último, una temática de Castilla-La Mancha, la novela está
centrada en los Montes de Toledo, pero extrapolado mucho más, a Cabañeros,
Sierra Madrona o Albacete.
Tanto la crítica como los lectores han aceptado muy bien el
libro y, además, tenemos el boca-oído. La novela está editada en sello pequeño
que no se puede permitir meter dinero en marketing, sin embargo, cada persona
que la lee se multiplica por cuatro o cinco.
—A la novela la comparan con Delibes y usted mismo
asegura que es un homenaje a los “Santos Inocentes” ya que no tiene puntos y
aparte.
—En la primera página, después de unos párrafos digo que a
partir de aquí no hay puntos y aparte como homenaje a “Los Santos Inocentes”,
la novela que el maestro Delibes escribió solo con comas. En una escalera dé
cien peldaños, él estaría en el de arriba, en el número cien y yo estoy
llegando al uno. He tenido el atrevimiento de escribir “Quercus” sin puntos y
aparte y parece que no le ha disgustado a la gente.
—La novela está levantando tanta expectación que ya va
por la tercera edición, ¿qué va a encontrar el lector en “Quercus. En la raya
del infinito”?
—La vida de nuestros padres o abuelos, dependiendo de la
edad, en esos montes y sierras. Son cazadores, leñadores, hacen carbón y picón,
descorchan, son mieleros… todos esos oficios que por desgracia ya se han
perdido de la posguerra para acá en ese abandono que se ha llamado la España
vacía. Los lectores van a saber reconocer muy bien en la novela o lo que
vivieron ellos de niños, o lo que les han contado sus padres o abuelos. Es un
lamento por el abandono de una forma de vida que se nos escapa de las manos
como el agua. Parece que, de manera inevitable, pero que tenemos que evitar. Un
pueblo sin raíces no tiene futuro.
—El libro transcurre en pueblos, según cuenta, que
malvivían por intereses espurios.
—La novela ocurre después de la Guerra Civil, un conflicto
que no se gestó de la noche a la mañana y que tuvo una gran financiación,
extranjera también. Cuando acaba la guerra, que salió bien para ellos porque
vencieron después de haber causado un dolor extraordinario y un millón de
muertos, esos financiadores exigieron su parte del botín, que se repartieron
las grandes empresas y la banca. Eso repercutió en esa zona del mundo rural con
las grandes fincas. Los jerarcas del régimen en lugar de llevar servicios hicieron
todo lo contrario porque querían mantener la virginidad de sus latifundios, que
allí no pisara nadie. Son aldeas que no tienen luz, ni agua corriente, ni nada
de nada y a las que se accede por caminos de mala muerte.
Esas grandes fincas comenzaron a alambrarse y los habitantes
de la zona no tenían acceso, los pastores con sus cabras, no se puede coger la
bellota, ni la leña, no se puede descorchar… No es que se planificase en un
despacho, pero obligaron a aquellas gentes a abandonar sus pueblos e irse a los
extrarradios de las grandes ciudades. Cosa que les vino muy bien porque se
necesitaba mano de obra barata. Empieza la Pegaso, la Barreiros, o Ensidesa y
se necesita a los pobres desgraciados de los pueblos que se fueron a las
ciudades, dejando sus casas con su higuera y su parra a vivir en una chabola
del extrarradio de Madrid.
—¿España vacía o vaciada?
—Prefiero España vaciada. Cuando dices España vacía, parece
que se haya vaciado por un azar. Ahora, vaciada denota intencionalidad. Me
gustó el terminó que sacó Sergio del Molino, el de España vacía. Pero luego los
de Teruel, Soria o Guadalajara que lo estaban viviendo dijeron que les gustaba
más España vaciada, porque hay una intencionalidad. Y en lo que estoy contando
no hay planificación, pero sí intención. Si tú llevas servicios a esos pueblos,
todavía estamos a tiempo, en esa naturaleza se puede vivir con los mismos
medios que en la ciudad, nadie se marcha. He tenido la suerte de vivir tres
años en Suiza y allí, ni tampoco en Francia, se da este fenómeno. Vas al pueblo
más perdido de los Alpes Suizos y tiene todos los servicios.
—Usted relata “Quercus” con conocimiento de causa. Vivió
en esos pueblos en una época difícil para ellos.
—No podría haber escrito esta novela sin haberla vivido. Hay
una literatura impostada y hay otra literatura verdadera. La verdadera es la
que te desnuda, es como arrancarte el corazón y ponerlo encima de la mesa y con
la sangre escribir lo que quieres escribir. En “Quercus. En la raya del
infinito” me he desnudado completamente. Fui maestro rural en esos pueblos,
conviví con esta gente, mis alumnos son los hijos de los guardas y de los
furtivos. Ellos se quieren como niños, inocentemente, pero los padres se odian
a muerte. Viví toda esa historia y esos conflictos que, llegado a una edad, he
tenido que sacar fuera por medio de “Quercus”.
—Nuestra región no solo es La Mancha, tiene paisajes increíbles
que usted describe.
—Increíblemente somos más montaña que llanura en Castilla-La
Mancha. Tenemos la suerte de que Miguel de Cervantes no puso en el universo
literario a través de La Mancha, llana y seca, pero hay muchos más. Esta novela
le gusta a los de la sierra porque lo viven y a los del llano porque tiene
siempre esa aspiración montañosa y del bosque.
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Sábado, 20 de Abril del 2024
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