Cuevas

En la cueva de Mariano López, otra gran reliquia del subsuelo tomellosero

Carlos Moreno | Viernes, 2 de Julio del 2021
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Los periodistas de La Voz seguimos recorriendo las cuevas de Tomelloso. Hoy hemos tenido la oportunidad de visitar la de Mariano López, un agricultor de toda la vida, hombre de conversación reposada que enseña la sabiduría de unos años, que sin ser muchos, si son suficientes para ver la vida desde el preciado tesoro de la experiencia.  Con franca hospitalidad nos ha abierto las puertas  de su casa en la calle San Marcos. “Fue mi abuelo el que compró esta casa a mis padres, Mariano López y María Antonia Márquez”, recuerda. 

Como es habitual, nos acompaña José María Díaz,  tinajero de larga trayectoria que se enamoró de estas construcciones en las que tantas tinajas construyó, primero en compañía de su padre y luego solo cuando tomó el testigo del oficio.

Compartir estas visitas con José María es todo un privilegio porque no para de enseñarnos aspectos del Tomelloso de antes. “A la calle San Marcos se la conocía como la calle de los ricos”, dice, lo que provoca la curiosidad de los periodistas, el propietario de la cueva y José María que, apunta un dato que puede ayudar a desenmarañar la cuestión. “Esta calle era una de las que más cuevas tenía. Se decía que el dinero estaba en las casas que tenían mosquitos”.

Antes de llegar a la cueva pasamos por un patio tradicional manchego que es una maravilla, conservado en su pura esencia y que el propietario y sus familiares disfrutan en estas noches de verano como demuestra una barbacoa que vemos en el porche. Con el calor del mediodía apretando dan ganas de pegarse un chapuzón en una piscina portátil de buenas dimensiones que han colocado en el centro.

A nosotros nos toca zambullirnos en las profundidades para admirar otra gran reliquia del subsuelo tomellosero.  A la cueva se accede por una escalera que tras un primer tramo de escalones, dobla a la izquierda para llevarnos a la cueva que está a unos ocho metros de profundidad. Algunos de los peldaños están en tierra y otros están revestidos por baldosas de terrazo.

Se agradece el contraste de temperatura en una cueva que alberga tinajas de barro y de cemento, lo que viene a representar dos etapas en la construcción.  “La cueva con las tinajas de barro se les quedó pequeña de envase y la ampliaron con otras cuatro de cemento”, indica Mariano.  La llegada de las tinajas de cemento obligó a excavar en la cueva casi un metro para dar cabida a las tinajas de mayor tamaño. “Estamos en una cueva antiquísima, de las primeras que se hicieron en Tomelloso. Viendo el techo, el tamaño de las tinajas  y la altura de la primera cueva”, asegura José María Díaz.

Las tinajas de barro tienen una capacidad para unas 180 arrobas, mientras que las de cemento son casi de doble capacidad, unas 350 arrobas. Observamos también que hay dos tinajas más pequeñas, que seguramente, serían las del consumo de la casa. El propietario recuerda la tinaja que reventó en una vendimia y que también podemos ver. La rotura fue por la parte trasera. Un operario estaba trabajando y, por fortuna, no le pasó nada.  Vemos los huecos que ocuparon otras tinajas que ya no están y un pocillo.

Nos seguimosf ijando en los elementos de la cueva, con una sola lumbrera con desgarre trapezoidal muy estrecho, la contramina el balaustre que hay sobre las tinajas de cemento, el empotre de madera y yeso que comunica las tinajas de barro, el suelo que está en la tosca y las paredes con una tierra de color ocre que permite a Francisco Navarro sacar unas fotos con alegre tonalidad. José María no tardará en descubrir al autor que las hizo, Ferris, “que están sin la capa final, las dejó más rugosas y con sanguina iba haciendo el dibujo de los rombos que las decoran”.  La cueva está auténtica, igual que cuando la hicieron, solo ha necesitado unas mínimas reformas como la realizada en la bóveda de la escalera. No tardará en descubrir el hueco de la escalera primitiva de la cueva que fue por donde bajaron las tinajas de barro.

Algunas bocas de las tinajas están protegidas por las tapas de anea. “Esta es una cueva pichulera”, dice nuestro experto en cuevas sacando a relucir ese rico léxico tomellosero que tanto admiramos. La cueva estaba  al lado de la bodega del “Colorao” nos explica Mariano que escribe al abrigo de la buena gente de la Media Fanega y nos recuerda que su mujer pinta.  Artistas en Tomelloso hay en muchas casas, otro sello de identidad de una población que cuida las tradiciones y el arte.

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ob.imagen.Descripcion Reportaje fotográfico de Francisco Navarro
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