Por más que intento buscar en la memoria ya no me acuerdo de aquel
maestro de primaria. Sin embargo, sí recuerdo con nitidez aquellas
explicaciones sobre la importancia de los valores y las variaciones del
pensamiento. En su intento por motivarnos, aquel buen hombre utilizaba una
aproximación a la parábola asociando la endeblez de los árboles jóvenes con la
flexibilidad del pensamiento. Nos contaba, que un árbol joven podía moverse de
un lado a otro en función de la dirección del viento debido al escaso grosor de
su tronco. Él comparaba esa elasticidad del cimbreo con nuestra infancia y
adolescencia, una etapa repleta de cambios, tanto físicos, como emocionales que
se suceden a través del aprendizaje.
En sus clases nos refería que, cuando somos unos imberbes, y como algo
natural, estamos abiertos a los diferentes pensamientos, así, y de repente,
podemos ir a un extremo opuesto sin importarnos la contradicción, cambiamos de
ideas con una naturalidad asombrosa y en un espacio muy corto de tiempo.
Aquel educador ponía en valor la inocencia y la flexibilidad del
razonamiento frente al rigor y la terquedad que demostramos cuando hemos
alcanzado la edad adulta, una época donde el posicionamiento ideológico es ya
asumido como algo natural.
Sin embargo, no debemos confundir la renuncia de los valores y
principios que deberíamos haber alcanzado con la madurez con la común
rectificación para solventar las dificultades que la existencia plantea.
Difícilmente podemos transitar por la vida sin cambiar de opinión, eso
es algo natural y aceptado en el desarrollo personal. Pero si somos demasiado
frívolos con la honestidad y la moralidad que hemos logrado tras nuestro
aprendizaje, en algún momento la conciencia nos dará un toque de atención y nos
llamará al orden, porque aunque pretendamos engañarnos, siempre somos
conscientes de las desviaciones de nuestra conducta.
No todo el mundo tiene claro este concepto y, sin embargo, se da como
forma natural. Algunos, sin llegar a expresar la seguridad total de sus
principios aceptan una fórmula intermedia, es decir, no saben exactamente lo
que quieren, pero sí saben lo que no quieren, lo hacen por convicción o por
intuición, pero al menos no son arrastrados por la moda que el momento propone.
Personalmente asumo con serenidad que se acerca el otoño de mi
existencia, quizás por eso echo la vista atrás y considero que, gracias al
aprendizaje y las experiencias que la vida me ha presentado, he conseguido
tener un criterio propio. Sin embargo muchas veces echo de menos la flexibilidad y el
atrevimiento de la infancia.
Tratando de justificarme, confieso que, a pesar de que mis venas y mis
articulaciones empiezan a endurecerse, hay otros elementos que me hacen frágil.
Mis inseguridades, mis recelos, mis dudas, mi decadencia física o mi dualidad
emocional entre mi ciudad natal y la de residencia, son mis disimulados miedos
los que al menos me facilitan cambiar de opiniones de vez en cuando. Es
entonces cuando me acuerdo de aquellas enseñanzas y añoro la ingenuidad de
cuando era niño. No, no me regodeo en ello, pero tampoco renuncio a esa
debilidad que necesita del afecto de los míos para seguir buscando la sensatez
en mis acciones y mi conducta, aunque sea realizando cambios en mi pensamiento.
Ayer fui fuerte e insensible, hoy puedo ser tierno
y quejica; ayer fui ausente y hoy puedo ser cercano; ayer fui extrovertido y
lenguaraz, hoy prefiero ser cauto y discreto. Durante mucho tiempo fui
demasiado pragmático y ahora me complace la bohemia, y si en algunos momentos
fui hosco, ahora necesito la caricia y el abrazo. También antes pensaba que el
mundo podía cambiar, hoy me apena comprobar que todo continua igual, y no me
resigno.
Por eso ahora, y antes de que se acabe mi tiempo y el certero leñador
hunda el hacha en mi reseca y quebradiza corteza, solo procuro proteger de
tormentas y vendavales, de aguaceros y pedriscos a ese tierno arbolito que
crece alrededor y a la sombra de mi presencia. Una vida que perpetuará mi
estirpe y suspiro porque algún día sea fuerte y afortunada sin perder esa
fragilidad a la que siempre invitan la
libertad, el amor y la belleza.
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Martes, 23 de Abril del 2024
Jueves, 25 de Abril del 2024
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