Luis Ángel Villaseñor Herreros es uno de esos camareros entrañables con el que hemos compartido momentos importantes de nuestras vidas: bodas, bautizos, comuniones, fiestas, comidas de empresa, celebraciones con ambios…A punto de cumplir 56 años, y aunque ahora no es su actividad principal, ahí sigue en la brecha hostelera Luis Ángel que siempre ha sido un ejemplo de responsabilidad, entrega y saber estar en su trabajo. En el día de Santa Marta, patrona de los camareros, hemos hablado con este buen profesional que todavía saborea la victoria del equipo de sus amores en la liga y que sabe ofrecer una buena y amena conversación.
Luis Ángel tiene bien fijados en la memoria sus inicios de camarero. “Empecé en el bar Lovi, que estaba donde hoy se encuentra el aparcamiento del Hotel Paloma. Era en el año 79 y yo tenía 14 años, un crío. Parece mentira con el tiempo que ha pasado y lo recuerdo como si fuera ayer”, comenta. Y de camarero ha seguido toda su vida, Luis Ángel Villaseñor. “He estado toda mi vida trabajando en la hostelería, a excepción de algún periodo concreto. Muchas veces he estado fijo y ha sido mi trabajo principal, ahora lo ejerzo como trabajo extra ya que estoy empleado en una alcoholera”.
Repasa su trayectoria y no puede ocultar un rictus de emoción. “He estado en el Casino San Fernando, también en el Casino de Tomelloso, en el Mabel y luego en otros muchos sitios donde he trabajado en fiestas puntuales y fines de semana. De todos los lugares en los que he trabajado guardo un buen recuerdo de los compañeros y también de los clientes”.
Villaseñor habla de las peculiaridades de un oficio que “es bonito, sobre todo por el trato y la cercanía con la gente, pero que al mismo tiempo te obliga a darlo todo porque la sociedad se ha vuelto cada vez más exigente. Lo peor es el sacrificio que conlleva el oficio, las muchas horas que les quitas a la familia porque se trabaja en fines de semanas, fiestas, ferias…Y ya no es solo el momento de servir al público, hay un antes y un después; son muchas horas”.
A su juicio, el buen camarero debe distinguirse “por servir bien, tener mucha dosis de paciencia y saber estar siempre en su lugar”. Luis Ángel Villaseñor era de los que solía celebrar Santa Marta. “Era un día que se festejaba mucho en Tomelloso, porque prácticamente todos los bares cerraban, a excepción de alguno que veía en ese día la oportunidad de hacer caja. Nos íbamos a Ruidera, a La Cañada o Entrelagos a comer y allí alargábamos la fiesta con buen ambiente, nos bañábamos por dentro y por fuera (risas). Antes había una armonía y camaradería que quizá no tenemos ahora. De hecho, no son muchos los bares que cerrarán sus puertas hoy”.
De los muchos y buenos momentos que ha vivido como camarero, Luis Ángel sigue recordando con cariño los inicios en el Lovi y también su estancia, una de las más prolongadas, en el Casino Tomelloso. “Fueron años muy buenos, con aquel ambiente que se vivía en los bailes de carnaval o en la época del bingo y sobre todo con la cercanía que tenía con una clientela excepcional. Recuerdo que cuando me casé muchos de ellos fueron a mi boda”, concluye.
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Jueves, 16 de Enero del 2025
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